Un participante contempla un entorno y que el objeto en el que se fija está en color. No se da cuenta de que el entorno está en blanco y negro: su cerebro, aparentemente, añade los colores para que no note la carencia cromática. Crédito: Caroline Robertson.
La percepción del color es en gran parte una ilusión: una nueva investigación ha descubierto que los ojos solo perciben la realidad cromática en un punto de la visión.
La única explicación de por qué percibimos el color que en realidad no estamos viendo es que el cerebro se encarga de sustituir la percepción visual monocromática por la cromática, sin que nos demos cuenta del fraude.
La nueva investigación, cuyos resultados se publican en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), se desarrolló en el Dartmouth College, una universidad privada ubicada en Hanover, Nuevo Hampshire, Estados Unidos.
Dirigida por Caroline Robertson, la investigación se valió de la realidad virtual para evaluar la percepción visual del color de 180 voluntarios.
El casco de realidad virtual colocado a los participantes estaba equipado con rastreadores de visión binocular: permitía observar el comportamiento de los dos ojos cuando conjuntamente compartían una misma visión.
Durante el experimento, los participantes podían contemplar diferentes escenarios virtuales, como recorridos por diferentes sitios históricos, espectáculos de baile o una orquesta sinfónica.
Color y blanco y negro
Con esa herramienta de seguimiento ocular, los investigadores sabían exactamente dónde miraba un observador en todo momento.
También podían explorar la percepción visual, añadiendo o suprimiendo colores a determinados entornos, y luego preguntando a los participantes sobre esos cambios.
Lo que pretendían era que, cuando una persona se fijaba en un aspecto del entorno, esa parte del escenario estuviera en color. El resto, constituido por la así llamada visión periférica, lo mantenían deliberadamente en blanco y negro.
La visión periférica es la que percibimos alrededor de donde estamos enfocando la mirada: en el caso del experimento se refiere a las zonas cambiadas a blanco y negro mientras la persona concentraba su mirada en un objeto que sí tenía colores.
Después de que los participantes disfrutaran de sus respectivos paseos por los diferentes escenarios, se les preguntó por los cambios que habían introducido en el paisaje, poniendo en blanco y negro el campo de la visión periférica.
A escondidas
Fue así como descubrieron que la mayoría de los participantes no se habían dado cuenta de que el entorno del objeto que habían observado no tenía colores.
Una tercera parte de los participantes tampoco notó cuándo se había añadido color a una parte pequeña del campo de la visión periférica.
Los resultados del estudio mostraron que la percepción del color de la mayoría de las personas se limita a una pequeña área situada alrededor del ángulo muerto de su campo visual.
Eso significa que, cuando miramos a alguna parte, vemos en color lo que estamos contemplando, así como su entorno. Sin embargo, lo más probable es que en realidad no haya colores en ese entorno, solo en el objeto directamente observado con los dos ojos.
La única explicación de por qué percibimos el color que en realidad no estamos viendo es que el cerebro se encarga de sustituir la percepción visual monocromática por la cromática, sin que nos demos cuenta del fraude.
La nueva investigación, cuyos resultados se publican en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), se desarrolló en el Dartmouth College, una universidad privada ubicada en Hanover, Nuevo Hampshire, Estados Unidos.
Dirigida por Caroline Robertson, la investigación se valió de la realidad virtual para evaluar la percepción visual del color de 180 voluntarios.
El casco de realidad virtual colocado a los participantes estaba equipado con rastreadores de visión binocular: permitía observar el comportamiento de los dos ojos cuando conjuntamente compartían una misma visión.
Durante el experimento, los participantes podían contemplar diferentes escenarios virtuales, como recorridos por diferentes sitios históricos, espectáculos de baile o una orquesta sinfónica.
Color y blanco y negro
Con esa herramienta de seguimiento ocular, los investigadores sabían exactamente dónde miraba un observador en todo momento.
También podían explorar la percepción visual, añadiendo o suprimiendo colores a determinados entornos, y luego preguntando a los participantes sobre esos cambios.
Lo que pretendían era que, cuando una persona se fijaba en un aspecto del entorno, esa parte del escenario estuviera en color. El resto, constituido por la así llamada visión periférica, lo mantenían deliberadamente en blanco y negro.
La visión periférica es la que percibimos alrededor de donde estamos enfocando la mirada: en el caso del experimento se refiere a las zonas cambiadas a blanco y negro mientras la persona concentraba su mirada en un objeto que sí tenía colores.
Después de que los participantes disfrutaran de sus respectivos paseos por los diferentes escenarios, se les preguntó por los cambios que habían introducido en el paisaje, poniendo en blanco y negro el campo de la visión periférica.
A escondidas
Fue así como descubrieron que la mayoría de los participantes no se habían dado cuenta de que el entorno del objeto que habían observado no tenía colores.
Una tercera parte de los participantes tampoco notó cuándo se había añadido color a una parte pequeña del campo de la visión periférica.
Los resultados del estudio mostraron que la percepción del color de la mayoría de las personas se limita a una pequeña área situada alrededor del ángulo muerto de su campo visual.
Eso significa que, cuando miramos a alguna parte, vemos en color lo que estamos contemplando, así como su entorno. Sin embargo, lo más probable es que en realidad no haya colores en ese entorno, solo en el objeto directamente observado con los dos ojos.
Cosa del cerebro
"Nuestros resultados muestran que nuestro sentido intuitivo de un mundo visual rico y colorido es en gran parte incorrecto. Es probable que nuestro cerebro esté completando gran parte de nuestra experiencia perceptiva", señala Caroline Robertson en un comunicado.
Esta investigación complementa otra anterior, realizada en 2009, según la cual el color está en el cerebro : sin los procesos neuronales no seríamos capaces de comprender los colores de las cosas.
Existen ciertos mecanismos neuronales en el cerebro que establecen qué color pertenece a qué objeto. Gracias a ellos, por ejemplo, nadie verá nunca un flamenco azul en un lago rosa, según esta investigación.
"Nuestros resultados muestran que nuestro sentido intuitivo de un mundo visual rico y colorido es en gran parte incorrecto. Es probable que nuestro cerebro esté completando gran parte de nuestra experiencia perceptiva", señala Caroline Robertson en un comunicado.
Esta investigación complementa otra anterior, realizada en 2009, según la cual el color está en el cerebro : sin los procesos neuronales no seríamos capaces de comprender los colores de las cosas.
Existen ciertos mecanismos neuronales en el cerebro que establecen qué color pertenece a qué objeto. Gracias a ellos, por ejemplo, nadie verá nunca un flamenco azul en un lago rosa, según esta investigación.
Referencia
The limits of color awareness during active, real-world vision. Michael A. Cohen et al. PNAS, June 8, 2020. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1922294117
The limits of color awareness during active, real-world vision. Michael A. Cohen et al. PNAS, June 8, 2020. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1922294117