Investigadores de la Universidad de Indiana (IU), en EEUU, han descubierto que la postura resulta crítica en las primeras etapas de la adquisición de nuevos conocimientos.
El estudio, liderado por la psicóloga Linda Smith y realizado en colaboración con un experto en robótica de Inglaterra y un psicólogo evolutivo de la Universidad de Wisconsin-Madison, ofrece un nuevo enfoque para el estudio de la relación entre los "objetos de la cognición" (como palabras o recuerdos de objetos físicos) y las posturas corporales.
"Este estudio muestra que el cuerpo juega un papel al principio del aprendizaje; y también cómo usan los niños las posiciones del cuerpo en el espacio para conectar ideas", explica Smith en un comunicado de la IU.
La posición es clave
Un aspecto curioso del estudio es que, además de con bebés, se hizo también con un robot, que fue usado como modelo de los niños. Este modelo fue desarrollado gracias a la "robótica epigenética", una disciplina que se ocupa de crear robots que aprenden y se desarrollan como niños, a través de la interacción con su entorno. En este caso, también a partir de las limitaciones físicas y las capacidades del cuerpo del robot.
Los investigadores examinaron, a través de los bebés y de dicho robot, el papel de la posición corporal en la capacidad del cerebro para "mapear" los nombres de objetos.
Descubrieron así que la coherencia entre la posición del cuerpo y la relación espacial con un objeto o con el nombre de un objeto dicho en voz alta resultaba crítica para conectar correctamente el nombre del objeto con el objeto en cuestión.
"Diversos estudios sugieren que la memoria está estrechamente ligada a la ubicación de un objeto", explica Smith. "Ninguno, sin embargo, han demostrado que la posición corporal juegue un papel o que, si se cambia esa posición, podamos olvidar".
El estudio, liderado por la psicóloga Linda Smith y realizado en colaboración con un experto en robótica de Inglaterra y un psicólogo evolutivo de la Universidad de Wisconsin-Madison, ofrece un nuevo enfoque para el estudio de la relación entre los "objetos de la cognición" (como palabras o recuerdos de objetos físicos) y las posturas corporales.
"Este estudio muestra que el cuerpo juega un papel al principio del aprendizaje; y también cómo usan los niños las posiciones del cuerpo en el espacio para conectar ideas", explica Smith en un comunicado de la IU.
La posición es clave
Un aspecto curioso del estudio es que, además de con bebés, se hizo también con un robot, que fue usado como modelo de los niños. Este modelo fue desarrollado gracias a la "robótica epigenética", una disciplina que se ocupa de crear robots que aprenden y se desarrollan como niños, a través de la interacción con su entorno. En este caso, también a partir de las limitaciones físicas y las capacidades del cuerpo del robot.
Los investigadores examinaron, a través de los bebés y de dicho robot, el papel de la posición corporal en la capacidad del cerebro para "mapear" los nombres de objetos.
Descubrieron así que la coherencia entre la posición del cuerpo y la relación espacial con un objeto o con el nombre de un objeto dicho en voz alta resultaba crítica para conectar correctamente el nombre del objeto con el objeto en cuestión.
"Diversos estudios sugieren que la memoria está estrechamente ligada a la ubicación de un objeto", explica Smith. "Ninguno, sin embargo, han demostrado que la posición corporal juegue un papel o que, si se cambia esa posición, podamos olvidar".
Experimentos realizados
Para llegar a estas conclusiones, los científicos realizaron una serie de experimentos, primero con robots programados para asignar el nombre a un objeto, a través de su asociación con una postura; y después con niños de entre 12 y 18 meses.
En uno de los experimentos, en primer lugar se le mostró a un robot un objeto situado a su izquierda, y luego otro diferente situado a su derecha. El proceso fue repetido varias veces, para crear una asociación entre los objetos y ambas posturas del robot.
Después de esto, los investigadores presentaron ambos objetos en las dos localizaciones, a medida que iban repitiendo sus nombres. Esto provocó que el robot se girase y se desplazase hacia el objeto asociado a cada nombre.
De manera consistente, el robot indicó una conexión entre el objeto y su nombre durante las 20 repeticiones del experimento. Pero en tests subsiguientes, donde los objetos fueron colocados indistintamente en ambas localizaciones –así que no estuvieron asociados con una postura específica- el robot falló en el reconocimiento.
Cuando se replicó esta prueba con niños, se hallaron solo ligeras diferencias en los resultados: Los datos de los pequeños, como los del robot, revelaron una relación entre su postura y el aprendizaje de los nombres de los objetos.
Smith concluye, a partir de estos resultados, que sus experimentos "pueden proporcionar una nueva manera de investigar la conexión entre cognición y cuerpo; así como nuevas pruebas de que las entidades mentales -como los pensamientos, las palabras o las representaciones de objetos- que parecen no tener un componente espacial o corporal, en primer lugar toman forma (en nuestra mente) a través de la relación espacial del cuerpo con el mundo que nos rodea".
La investigadora añade que serán necesarios estudios adicionales para determinar si estos resultados son aplicables solo a los niños o, por el contrario, existe una relación generalizada entre el cerebro, el cuerpo y la memoria.
El estudio también puede proporcionar nuevos enfoques a la investigación sobre trastornos del desarrollo que provocan tanto dificultades en la coordinación motora como en la cognición.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos realizaron una serie de experimentos, primero con robots programados para asignar el nombre a un objeto, a través de su asociación con una postura; y después con niños de entre 12 y 18 meses.
En uno de los experimentos, en primer lugar se le mostró a un robot un objeto situado a su izquierda, y luego otro diferente situado a su derecha. El proceso fue repetido varias veces, para crear una asociación entre los objetos y ambas posturas del robot.
Después de esto, los investigadores presentaron ambos objetos en las dos localizaciones, a medida que iban repitiendo sus nombres. Esto provocó que el robot se girase y se desplazase hacia el objeto asociado a cada nombre.
De manera consistente, el robot indicó una conexión entre el objeto y su nombre durante las 20 repeticiones del experimento. Pero en tests subsiguientes, donde los objetos fueron colocados indistintamente en ambas localizaciones –así que no estuvieron asociados con una postura específica- el robot falló en el reconocimiento.
Cuando se replicó esta prueba con niños, se hallaron solo ligeras diferencias en los resultados: Los datos de los pequeños, como los del robot, revelaron una relación entre su postura y el aprendizaje de los nombres de los objetos.
Smith concluye, a partir de estos resultados, que sus experimentos "pueden proporcionar una nueva manera de investigar la conexión entre cognición y cuerpo; así como nuevas pruebas de que las entidades mentales -como los pensamientos, las palabras o las representaciones de objetos- que parecen no tener un componente espacial o corporal, en primer lugar toman forma (en nuestra mente) a través de la relación espacial del cuerpo con el mundo que nos rodea".
La investigadora añade que serán necesarios estudios adicionales para determinar si estos resultados son aplicables solo a los niños o, por el contrario, existe una relación generalizada entre el cerebro, el cuerpo y la memoria.
El estudio también puede proporcionar nuevos enfoques a la investigación sobre trastornos del desarrollo que provocan tanto dificultades en la coordinación motora como en la cognición.
Referencia bibliográfica:
Linda B. Smith, et al. Posture Affects How Robots and Infants Map Words to Objects. Plos One (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0116012.
Linda B. Smith, et al. Posture Affects How Robots and Infants Map Words to Objects. Plos One (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0116012.