Con distintos modelos climáticos se ha analizado el impacto del calentamiento global sobre la producción eólica en las próximas décadas. Imagen: Sara Pryor.
Especialistas estadounidenses han determinado que los efectos del calentamiento global no afectarán significativamente a la producción de energía eólica en las próximas décadas. Las conclusiones corresponden a un análisis de diferentes modelos climáticos realizado por expertos de la Universidad de Indiana, en lo que constituye una información vital para el ambicioso plan de expansión de la energía eólica que lleva adelante Estados Unidos.
El trabajo de los ingenieros y científicos de Indiana ha conllevado un análisis de varios modelos climáticos regionales, con el propósito de evaluar futuros patrones de viento en Estados Unidos. La investigación fue publicada en el Proceedings of the National Academy of Sciences, y también se difundió a través de una nota de prensa de la Universidad de Indiana.
Según los responsables del estudio, las áreas donde el análisis predice la disminución de los patrones de viento son bastante limitadas, y asimismo muchos de los sectores en los que se prevé esa disminución se encuentran fuera de los límites de los parques eólicos, por lo que no afectarían a la producción de energía eólica.
Este estudio marca un avance en un sector con una importante carencia de información científica, con el propósito de determinar la estabilidad a largo plazo del viento como recurso energético. Las cuestiones acerca de los posibles efectos del aumento en la temperatura global sobre los patrones de viento habían tenido escasas respuestas hasta el momento.
El trabajo de los ingenieros y científicos de Indiana ha conllevado un análisis de varios modelos climáticos regionales, con el propósito de evaluar futuros patrones de viento en Estados Unidos. La investigación fue publicada en el Proceedings of the National Academy of Sciences, y también se difundió a través de una nota de prensa de la Universidad de Indiana.
Según los responsables del estudio, las áreas donde el análisis predice la disminución de los patrones de viento son bastante limitadas, y asimismo muchos de los sectores en los que se prevé esa disminución se encuentran fuera de los límites de los parques eólicos, por lo que no afectarían a la producción de energía eólica.
Este estudio marca un avance en un sector con una importante carencia de información científica, con el propósito de determinar la estabilidad a largo plazo del viento como recurso energético. Las cuestiones acerca de los posibles efectos del aumento en la temperatura global sobre los patrones de viento habían tenido escasas respuestas hasta el momento.
Una información vital
De esta manera, era imprescindible que se concretara un análisis exhaustivo a largo plazo sobre los patrones de viento, tanto con respecto al impacto del calentamiento global como con relación a la estabilidad de estos patrones a lo largo del tiempo. Estos datos son claves para que la industria y los gobiernos puedan tomar decisiones estratégicas sobre el futuro de la energía eólica.
Los especialistas han examinado tres modelos climáticos regionales diferentes centrados en los cambios de los patrones de viento en el futuro. Se trabajó con el Canadian Regional Climate Model (CRCM), el Regional Climate Model 3 (creado en Italia y desarrollado en Estados Unidos) y el Hadley Centre Model, proveniente del Reino Unido.
El trabajo analizó con estos modelos el territorio estadounidense y una parte del norte de México. Al comparar las predicciones para el periodo de tiempo entre 2041 y 2062, concretadas en esta investigación, con los datos anteriores sobre patrones de viento, pertenecientes al período entre 1979 y 2000, pudieron preverse escasos cambios para la mayoría de las zonas.
Entre las regiones con mejores indicadores para el futuro, y por consiguiente con mayores posibilidades de producción eólica, fueron destacados la zona de los Grandes Lagos, el este de Nuevo México, el suroeste de Ohio, el sur de Texas y grandes extensiones de varios estados de México, incluyendo Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua y Durango.
De esta manera, era imprescindible que se concretara un análisis exhaustivo a largo plazo sobre los patrones de viento, tanto con respecto al impacto del calentamiento global como con relación a la estabilidad de estos patrones a lo largo del tiempo. Estos datos son claves para que la industria y los gobiernos puedan tomar decisiones estratégicas sobre el futuro de la energía eólica.
Los especialistas han examinado tres modelos climáticos regionales diferentes centrados en los cambios de los patrones de viento en el futuro. Se trabajó con el Canadian Regional Climate Model (CRCM), el Regional Climate Model 3 (creado en Italia y desarrollado en Estados Unidos) y el Hadley Centre Model, proveniente del Reino Unido.
El trabajo analizó con estos modelos el territorio estadounidense y una parte del norte de México. Al comparar las predicciones para el periodo de tiempo entre 2041 y 2062, concretadas en esta investigación, con los datos anteriores sobre patrones de viento, pertenecientes al período entre 1979 y 2000, pudieron preverse escasos cambios para la mayoría de las zonas.
Entre las regiones con mejores indicadores para el futuro, y por consiguiente con mayores posibilidades de producción eólica, fueron destacados la zona de los Grandes Lagos, el este de Nuevo México, el suroeste de Ohio, el sur de Texas y grandes extensiones de varios estados de México, incluyendo Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua y Durango.
Un modelo perfeccionable
Las previsiones son cruciales para el sector político estadounidense y para las empresas ligadas al sector energético, ya que existe el compromiso de lograr que la energía eólica concentre un 20% de la producción total de energía en Estados Unidos para 2030. Actualmente, sólo el 2% de la energía utilizada en ese país proviene de proyectos eólicos.
El grupo de expertos a cargo de esta investigación, dirigido por Sara Pryor y Rebecca Barthelmie, ha indicado que se trata de la primera evaluación de este tipo y que, por lo tanto, los resultados deben considerarse todavía como datos preliminares. Los modelos climáticos se están desarrollando y mejorando constantemente, por lo que la evaluación se seguirá optimizando en el futuro.
Los parques eólicos no producen prácticamente emisiones contaminantes, y los estudios muestran que el gasto realizado en una turbina se cubre solamente con tres meses de producción de energía. Asimismo, una turbina tradicional utilizada en las instalaciones eólicas puede durar alrededor de 30 años.
Los expertos también aconsejan en el marco de la investigación que los avances en la tecnología marcan la conveniencia de reemplazar las turbinas tradicionales por las nuevas versiones. En ese punto, las turbinas son cada vez más altas, porque la velocidad del viento aumenta con la altura. Uno de los proyectos de futuro del equipo conducido por Pryor y Barthelmie es evaluar el beneficio real de la implementación de este tipo de turbinas de mayores dimensiones.
Las previsiones son cruciales para el sector político estadounidense y para las empresas ligadas al sector energético, ya que existe el compromiso de lograr que la energía eólica concentre un 20% de la producción total de energía en Estados Unidos para 2030. Actualmente, sólo el 2% de la energía utilizada en ese país proviene de proyectos eólicos.
El grupo de expertos a cargo de esta investigación, dirigido por Sara Pryor y Rebecca Barthelmie, ha indicado que se trata de la primera evaluación de este tipo y que, por lo tanto, los resultados deben considerarse todavía como datos preliminares. Los modelos climáticos se están desarrollando y mejorando constantemente, por lo que la evaluación se seguirá optimizando en el futuro.
Los parques eólicos no producen prácticamente emisiones contaminantes, y los estudios muestran que el gasto realizado en una turbina se cubre solamente con tres meses de producción de energía. Asimismo, una turbina tradicional utilizada en las instalaciones eólicas puede durar alrededor de 30 años.
Los expertos también aconsejan en el marco de la investigación que los avances en la tecnología marcan la conveniencia de reemplazar las turbinas tradicionales por las nuevas versiones. En ese punto, las turbinas son cada vez más altas, porque la velocidad del viento aumenta con la altura. Uno de los proyectos de futuro del equipo conducido por Pryor y Barthelmie es evaluar el beneficio real de la implementación de este tipo de turbinas de mayores dimensiones.