Según un intrigante estudio de la Universidad de Yale (EEUU), la conversión de los bosques en tierras de cultivo en todo el mundo ha provocado un cambio atmosférico que, a su vez, ha reducido las temperaturas globales de nuestro planeta.
La investigación, detallada en Nature Climate Change, revela en concreto que las pérdidas forestales a gran escala durante los últimos 150 años han reducido las emisiones globales de los llamados compuestos orgánicos volátiles biogénicos (BVOCs), producidos por las plantas.
Estos compuestos controlan la distribución en la atmósfera de muchos de los contaminantes climáticos de vida corta (CCVC) -como el ozono troposférico, el metano o los aerosoles-, que son agentes contribuyentes al calentamiento global.
Usando un sistema de modelización climática sofisticado, los científicos calcularon que una disminución del 30% de las emisiones de COVB entre 1850 y 2000, en gran parte debida a la conversión de los bosques en tierras de cultivo, ha producido un enfriamiento global neto de aproximadamente 0,1 grados centígrados.
Durante el mismo período, el clima global se calentó unos 0,6 grados centígrados, sobre todo debido al aumento de las emisiones de dióxido de carbono derivadas de los combustibles fósiles.
Un complejo sistema
De acuerdo con estos resultados, el impacto climático de la disminución de las emisiones de COVB es de la misma magnitud que otros dos efectos de la deforestación sobre la temperatura global: el almacenamiento de carbono y el efecto albedo (reflejo de la luz solar por parte de la superficie terrestre, que puede ocasionar calentamiento o enfriamiento de esta).
La capacidad terrestre de almacenamiento de carbono (evitando que este llegue a la atmósfera) se ha reducido por la conversión de los bosques, lo que ha exacerbado el calentamiento global.
Por otra parte, la desaparición de los bosques de color oscuro ha ayudado a compensar los aumentos de temperatura, pues los colores claros reflejan más luz y, por tanto, refrescan la Tierra (gracias al mencionado efecto albedo).
Según los científicos de Yale, la reducción de las emisiones de COVB y un mayor reflejo lumínico podrían haber compensado totalmente el calentamiento ocasionado por la pérdida de la capacidad forestal de almacenar el carbono.
Sin embargo, aclaran que estos hallazgos no sugieren que el aumento de la pérdida de bosques proporcione beneficios contra el cambio climático, sino que ponen de relieve la complejidad de este proceso, así como la importancia de una mejor evaluación de las partes del mundo que se beneficiarían de una mayor conservación de los bosques.
La investigación, detallada en Nature Climate Change, revela en concreto que las pérdidas forestales a gran escala durante los últimos 150 años han reducido las emisiones globales de los llamados compuestos orgánicos volátiles biogénicos (BVOCs), producidos por las plantas.
Estos compuestos controlan la distribución en la atmósfera de muchos de los contaminantes climáticos de vida corta (CCVC) -como el ozono troposférico, el metano o los aerosoles-, que son agentes contribuyentes al calentamiento global.
Usando un sistema de modelización climática sofisticado, los científicos calcularon que una disminución del 30% de las emisiones de COVB entre 1850 y 2000, en gran parte debida a la conversión de los bosques en tierras de cultivo, ha producido un enfriamiento global neto de aproximadamente 0,1 grados centígrados.
Durante el mismo período, el clima global se calentó unos 0,6 grados centígrados, sobre todo debido al aumento de las emisiones de dióxido de carbono derivadas de los combustibles fósiles.
Un complejo sistema
De acuerdo con estos resultados, el impacto climático de la disminución de las emisiones de COVB es de la misma magnitud que otros dos efectos de la deforestación sobre la temperatura global: el almacenamiento de carbono y el efecto albedo (reflejo de la luz solar por parte de la superficie terrestre, que puede ocasionar calentamiento o enfriamiento de esta).
La capacidad terrestre de almacenamiento de carbono (evitando que este llegue a la atmósfera) se ha reducido por la conversión de los bosques, lo que ha exacerbado el calentamiento global.
Por otra parte, la desaparición de los bosques de color oscuro ha ayudado a compensar los aumentos de temperatura, pues los colores claros reflejan más luz y, por tanto, refrescan la Tierra (gracias al mencionado efecto albedo).
Según los científicos de Yale, la reducción de las emisiones de COVB y un mayor reflejo lumínico podrían haber compensado totalmente el calentamiento ocasionado por la pérdida de la capacidad forestal de almacenar el carbono.
Sin embargo, aclaran que estos hallazgos no sugieren que el aumento de la pérdida de bosques proporcione beneficios contra el cambio climático, sino que ponen de relieve la complejidad de este proceso, así como la importancia de una mejor evaluación de las partes del mundo que se beneficiarían de una mayor conservación de los bosques.
Necesidad de vigilancia
Desde mediados del siglo XIX, el porcentaje de superficie planetaria cubierta por tierras de cultivo se ha duplicado, pasando del 14 al 37%.
Dado que los bosques son mucho mayores contribuidores de emisiones COVB que los cultivos y los pastizales, este cambio en el uso de la tierra ha propiciado la eliminación de un 30% de las fuentes de COVB terrestres.
PEse a todo, estas emisiones son a menudo ignoradas en la modelización del clima porque se perciben como parte "natural" del sistema planetario; y porque los científicos han creído que apenas habían cambiado entre la era pre-industrial y la actualidad.
Pero la sensibilidad del sistema climático global a dichas emisiones sugiere la importancia de establecer un programa de control de estas a largo plazo y a escala mundial.
Otra fuente de enfriamiento: los volcanes
La complejidad de los procesos climáticos es cada vez más evidente. Otro factor inesperado que en los últimos años ha ralentizado el calentamiento global son las erupciones volcánicas.
A pesar del continuo incremento de los niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero y de la energía absorbida por los océanos, las temperaturas medias globales de nuestro planeta han mostrado un aumento relativamente escaso desde 1998 gracias, según otro estudio reciente, liderado por el Lawrence Livermore National Laboratory de Estados Unidos, a los aerosoles que han depositado los volcanes en la atmósfera en los últimos lustros.
Estos aerosoles han reflejado la luz solar entrante y la han enviado de vuelta al espacio, enfriando la superficie de la Tierra y su atmósfera inferior. Su eficacia en este sentido es tal, que se ha llegado incluso a contemplar la posibilidad de crear un volcán artificial para frenar el calentamiento global.
Desde mediados del siglo XIX, el porcentaje de superficie planetaria cubierta por tierras de cultivo se ha duplicado, pasando del 14 al 37%.
Dado que los bosques son mucho mayores contribuidores de emisiones COVB que los cultivos y los pastizales, este cambio en el uso de la tierra ha propiciado la eliminación de un 30% de las fuentes de COVB terrestres.
PEse a todo, estas emisiones son a menudo ignoradas en la modelización del clima porque se perciben como parte "natural" del sistema planetario; y porque los científicos han creído que apenas habían cambiado entre la era pre-industrial y la actualidad.
Pero la sensibilidad del sistema climático global a dichas emisiones sugiere la importancia de establecer un programa de control de estas a largo plazo y a escala mundial.
Otra fuente de enfriamiento: los volcanes
La complejidad de los procesos climáticos es cada vez más evidente. Otro factor inesperado que en los últimos años ha ralentizado el calentamiento global son las erupciones volcánicas.
A pesar del continuo incremento de los niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero y de la energía absorbida por los océanos, las temperaturas medias globales de nuestro planeta han mostrado un aumento relativamente escaso desde 1998 gracias, según otro estudio reciente, liderado por el Lawrence Livermore National Laboratory de Estados Unidos, a los aerosoles que han depositado los volcanes en la atmósfera en los últimos lustros.
Estos aerosoles han reflejado la luz solar entrante y la han enviado de vuelta al espacio, enfriando la superficie de la Tierra y su atmósfera inferior. Su eficacia en este sentido es tal, que se ha llegado incluso a contemplar la posibilidad de crear un volcán artificial para frenar el calentamiento global.
Referencia bibliográfica:
Nadine Unger. Human land-use-driven reduction of forest volatiles cools global climate. Nature Climate Change (2014). DOI: 10.1038/nclimate2347.
Nadine Unger. Human land-use-driven reduction of forest volatiles cools global climate. Nature Climate Change (2014). DOI: 10.1038/nclimate2347.