Los científicos llevan tiempo alertando de la decadencia de la ciencia, la sanidad y la ingeniería en la sociedad.
Mientras la ciencia está contra las cuerdas, proliferan diversos movimientos que rechazan evidencias científicas concluyentes y propagan sus mensajes por las redes sociales, bien en contra de las vacunas o del cambio climático, entre otros temas.
El impacto que esta deriva cultural pueda tener en la sociedad todavía no se conoce con exactitud, pero una nueva investigación desarrollada en la Universidad George Washington advierte de las consecuencias que estos comportamientos pueden tener sobre la salud pública.
Redes y vacunas
Los investigadores hicieron un seguimiento de cómo 1.300 páginas de Facebook, con más de 100 millones de seguidores de diferentes ciudades, países, continentes e idiomas, hablaban sobre vacunas durante el brote de sarampión que tuvo lugar en 2019.
Solo en los primeros siete meses de 2019, se registraron en el mundo 364.808 casos de sarampión, el triple del mismo periodo de 2018. Fue el mayor número de casos desde 2006, y confirmó el incremento constante observado desde 2017. En 2018 más de 140.000 personas murieron de sarampión en todo el mundo, según la OMS.
El sarampión es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta a personas vulnerables de todas las edades. Sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en niños pequeños de todo el mundo, a pesar de que se dispone de vacunas seguras y eficaces.
Antes de que fuera introducida la primera vacuna contra el sarampión en los años sesenta del siglo pasado, más de 2,5 millones de personas morían cada año debido a esta enfermedad.
La vacunación provocó una caída del 80% en las muertes por sarampión entre 2000 y 2017 en todo el mundo, según la OMS.
Tres comunidades
Los investigadores de la Universidad George Washington descubrieron que, en la amplia comunidad de usuarios de Facebook estudiada, había tres segmentos principales.
Los partidarios de las vacunas son mayoritarios (6.9 millones de seguidores), seguidos de los opuestos a las vacunas (4.2 millones). Los indecisos representan el grupo más numeroso (74 millones de seguidores).
Para comprender las interacciones que estas comunidades tenían entre ellas, los investigadores buscaron cómo estaban enredadas entre sí comentando en todas direcciones los diferentes posts.
Lo primero que apreciaron es que hay tres veces más comunidades antivacunas que páginas de partidarios de esta medida médica inmunitaria: 317 contra 124. Los indecisos tienen 885 páginas en Facebook.
No importa que los opuestos a las vacunas sean menos numerosos que los partidarios: su actividad es más intensa en Facebook. Los partidarios no suman seguidores y solo de comunican entre sí, por lo que están cada vez más aislados.
Y esto da a los antivacunas un acceso ilimitado a las comunidades mayoritarias de los indecisos, ya que los partidarios de las vacunas interactúan menos y permanecen en la periferia de la red.
Desconfianza
Los investigadores también observaron que los intentos de los partidarios de las vacunas por contrarrestar la campaña de los opuestos ejercían mucha menos influencia.
El resultado es categórico: la desconfianza hacia las políticas sanitarias de prevención de enfermedades puede dominar las conversaciones en Facebook durante la próxima década.
Según los investigadores, esta previsible evolución puede poner en peligro los esfuerzos de las instituciones responsables de la salud pública para proteger a la población de otras amenazas como la Covid-19 y futuras pandemias.
Inmunización general
La inmunización es una de las mejores historias de éxito en la salud mundial, ya que salva millones de vidas cada año de enfermedades prevenibles por vacunación.
Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad se pueden prevenir más de 20 enfermedades potencialmente mortales mediante la inmunización.
La inmunización se consigue mediante una vacuna: contiene un agente semejante al microorganismo que causa una enfermedad. Ese agente estimula el sistema inmunológico del cuerpo.
La inmunidad generalizada debido a la vacunación es en gran parte responsable de la erradicación mundial de la viruela y la restricción de enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y el tétanos en la mayor parte del mundo.
Según la OMS, las vacunas previenen entre 2.000 y 3.000 millones de muertes cada año en todo el mundo.
Mientras la ciencia está contra las cuerdas, proliferan diversos movimientos que rechazan evidencias científicas concluyentes y propagan sus mensajes por las redes sociales, bien en contra de las vacunas o del cambio climático, entre otros temas.
El impacto que esta deriva cultural pueda tener en la sociedad todavía no se conoce con exactitud, pero una nueva investigación desarrollada en la Universidad George Washington advierte de las consecuencias que estos comportamientos pueden tener sobre la salud pública.
Redes y vacunas
Los investigadores hicieron un seguimiento de cómo 1.300 páginas de Facebook, con más de 100 millones de seguidores de diferentes ciudades, países, continentes e idiomas, hablaban sobre vacunas durante el brote de sarampión que tuvo lugar en 2019.
Solo en los primeros siete meses de 2019, se registraron en el mundo 364.808 casos de sarampión, el triple del mismo periodo de 2018. Fue el mayor número de casos desde 2006, y confirmó el incremento constante observado desde 2017. En 2018 más de 140.000 personas murieron de sarampión en todo el mundo, según la OMS.
El sarampión es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta a personas vulnerables de todas las edades. Sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en niños pequeños de todo el mundo, a pesar de que se dispone de vacunas seguras y eficaces.
Antes de que fuera introducida la primera vacuna contra el sarampión en los años sesenta del siglo pasado, más de 2,5 millones de personas morían cada año debido a esta enfermedad.
La vacunación provocó una caída del 80% en las muertes por sarampión entre 2000 y 2017 en todo el mundo, según la OMS.
Tres comunidades
Los investigadores de la Universidad George Washington descubrieron que, en la amplia comunidad de usuarios de Facebook estudiada, había tres segmentos principales.
Los partidarios de las vacunas son mayoritarios (6.9 millones de seguidores), seguidos de los opuestos a las vacunas (4.2 millones). Los indecisos representan el grupo más numeroso (74 millones de seguidores).
Para comprender las interacciones que estas comunidades tenían entre ellas, los investigadores buscaron cómo estaban enredadas entre sí comentando en todas direcciones los diferentes posts.
Lo primero que apreciaron es que hay tres veces más comunidades antivacunas que páginas de partidarios de esta medida médica inmunitaria: 317 contra 124. Los indecisos tienen 885 páginas en Facebook.
No importa que los opuestos a las vacunas sean menos numerosos que los partidarios: su actividad es más intensa en Facebook. Los partidarios no suman seguidores y solo de comunican entre sí, por lo que están cada vez más aislados.
Y esto da a los antivacunas un acceso ilimitado a las comunidades mayoritarias de los indecisos, ya que los partidarios de las vacunas interactúan menos y permanecen en la periferia de la red.
Desconfianza
Los investigadores también observaron que los intentos de los partidarios de las vacunas por contrarrestar la campaña de los opuestos ejercían mucha menos influencia.
El resultado es categórico: la desconfianza hacia las políticas sanitarias de prevención de enfermedades puede dominar las conversaciones en Facebook durante la próxima década.
Según los investigadores, esta previsible evolución puede poner en peligro los esfuerzos de las instituciones responsables de la salud pública para proteger a la población de otras amenazas como la Covid-19 y futuras pandemias.
Inmunización general
La inmunización es una de las mejores historias de éxito en la salud mundial, ya que salva millones de vidas cada año de enfermedades prevenibles por vacunación.
Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad se pueden prevenir más de 20 enfermedades potencialmente mortales mediante la inmunización.
La inmunización se consigue mediante una vacuna: contiene un agente semejante al microorganismo que causa una enfermedad. Ese agente estimula el sistema inmunológico del cuerpo.
La inmunidad generalizada debido a la vacunación es en gran parte responsable de la erradicación mundial de la viruela y la restricción de enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y el tétanos en la mayor parte del mundo.
Según la OMS, las vacunas previenen entre 2.000 y 3.000 millones de muertes cada año en todo el mundo.
Instantánea del 15 de octubre de 2019 que muestra el campo de batalla que se desarrolla en Facebook en torno a las vacunas. Los partidarios (en azul) son más numerosos que los que se oponen (en rojo), pero estos tienen casi el triple de comunidades, lo que facilita que sus opiniones se expandan al enorme grupo de indecisos (en verde). Fuente: Neil F. Johnson et al. Nature/George Washington University.
Dudas dudosas
Aunque las dudas sobre las vacunas son tan antiguas como este remedio terapéutico, el movimiento contra la vacunación tomó importancia social después de que un estudio publicado en 1998 plantease la posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo.
Sin embargo, esa investigación se demostró posteriormente fraudulenta y fue retirada por The Lancet, la revista que la había publicado, señalando que los datos habían sido falsificados.
A pesar de ese desenlace, el artículo produjo una disminución de las tasas globales de inmunización y posteriores brotes de esas enfermedades.
Aunque no hay ninguna evidencia científica de la existencia de una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo o los trastornos del espectro autista, la campaña continúa y según la nueva investigación, ha centrado su campo de batalla en Facebook. Según los investigadores, hay que tratarla como si fuera otra pandemia.
Aunque las dudas sobre las vacunas son tan antiguas como este remedio terapéutico, el movimiento contra la vacunación tomó importancia social después de que un estudio publicado en 1998 plantease la posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo.
Sin embargo, esa investigación se demostró posteriormente fraudulenta y fue retirada por The Lancet, la revista que la había publicado, señalando que los datos habían sido falsificados.
A pesar de ese desenlace, el artículo produjo una disminución de las tasas globales de inmunización y posteriores brotes de esas enfermedades.
Aunque no hay ninguna evidencia científica de la existencia de una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo o los trastornos del espectro autista, la campaña continúa y según la nueva investigación, ha centrado su campo de batalla en Facebook. Según los investigadores, hay que tratarla como si fuera otra pandemia.
Referencia
The online competition between pro- and anti-vaccination views. Neil F. Johnson et al. Nature (2020)
The online competition between pro- and anti-vaccination views. Neil F. Johnson et al. Nature (2020)