Imagen: Jerome Dancette. Fuente: PhotoXpress.
El cuerpo humano reconoce a nivel molecular que no toda la felicidad es igual, respondiendo a esta sensación de diversas maneras, que pueden impulsar u obstaculizar la salud física, revela un estudio dirigido por la profesora de psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC), EEUU, Barbara L. Fredrickson.
Así, la sensación de bienestar derivado de "un propósito noble" puede proporcionar beneficios para la salud celular, mientras que la "simple autosatisfacción" puede tener efectos negativos, a pesar de proporcionar una percepción de total felicidad, han descubierto los investigadores, que publican los resultados de su investigación en PNAS.
"Los filósofos han distinguido siempre dos formas básicas de bienestar: la “hedonista” (relacionada con las experiencias placenteras) y la “eudomonista”, que es una forma de felicidad más profunda originada por un propósito noble, que va más allá de la simple auto-gratificación ", señalan Fredrickson y sus colaboradores en PNAS, según un comunicado de dicha Universidad.
Es la diferencia, por ejemplo, entre disfrutar de una buena comida y sentirse conectado con una comunidad gracias al servicio a ésta. Ambas actividades nos producen una sensación de felicidad, pero cada una de ellas es experimentada de manera muy diferente por las células de nuestro cuerpo.
"Sabemos por muchos estudios que ambas formas de bienestar se asocian con una mejor salud física y mental, además de los efectos derivados de la reducción del estrés y de la depresión", explica Fredrickson. "Pero hasta ahora se había tenido poca información sobre las bases biológicas de estas reacciones."
Así, la sensación de bienestar derivado de "un propósito noble" puede proporcionar beneficios para la salud celular, mientras que la "simple autosatisfacción" puede tener efectos negativos, a pesar de proporcionar una percepción de total felicidad, han descubierto los investigadores, que publican los resultados de su investigación en PNAS.
"Los filósofos han distinguido siempre dos formas básicas de bienestar: la “hedonista” (relacionada con las experiencias placenteras) y la “eudomonista”, que es una forma de felicidad más profunda originada por un propósito noble, que va más allá de la simple auto-gratificación ", señalan Fredrickson y sus colaboradores en PNAS, según un comunicado de dicha Universidad.
Es la diferencia, por ejemplo, entre disfrutar de una buena comida y sentirse conectado con una comunidad gracias al servicio a ésta. Ambas actividades nos producen una sensación de felicidad, pero cada una de ellas es experimentada de manera muy diferente por las células de nuestro cuerpo.
"Sabemos por muchos estudios que ambas formas de bienestar se asocian con una mejor salud física y mental, además de los efectos derivados de la reducción del estrés y de la depresión", explica Fredrickson. "Pero hasta ahora se había tenido poca información sobre las bases biológicas de estas reacciones."
El hedonismo tiene un coste celular
En colaboración con un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles dirigido por Steven W. Cole, profesor de medicina, psiquiatría y ciencias del comportamiento, Fredrickson y sus colaboradores examinaron la influencia biológica del bienestar hedónico y del eudomónico en el genoma humano. Estaban interesados en el patrón de expresión de los genes en las células inmunes de la gente.
Un trabajo anterior de Cole y su equipo había rebelado un cambio sistemático en la expresión de genes como consecuencia del estrés crónico; un cambio "caracterizado por el aumento de la expresión de genes implicados en la inflamación" (relacionados con una amplia variedad de enfermedades humanas, como la artritis o las enfermedades coronarias); así como por una "disminución de la expresión de genes implicados en respuestas antivirales..."
El estudio reveló, en resumen, que la huella genómica funcional que deja el estrés crónico nos predispone a la enfermedad, explica Fredrickson.
En cuanto a la felicidad, los científicos esperaban que todos los tipos de ésta condicionaran de igual forma los patrones de expresión génica. Sin embargo, descubrieron que no es así.
La investigación reveló que el bienestar eudomónico está asociado con una disminución significativa en el perfil de expresión génica relacionado con el estrés. Por el contrario, el bienestar hedónico se asoció con un aumento significativo en dicho perfil. Según los investigadores, estos resultados revelan el coste oculto del bienestar puramente hedonista.
Consumo emocional de “calorías vacías”
A Fredrickson el hallazgo le resultó sorprendente al principio, ya que los propios participantes en el estudio informaron de sentimientos generales de bienestar.
Una posible explicación del efecto negativo del hedonismo, sugiere, podría estar en que las personas que lo experimentan consumen más lo que sería un equivalente emocional de las calorías vacías. "Sus actividades diarias les proporcionarían felicidad a corto plazo, pero tendrían consecuencias físicas negativas a largo plazo", sugiere.
Por eso, la científico señala que: "podemos hacernos sentir felices a través de placeres simples, pero esas 'calorías vacías' no nos ayudarán a ampliar nuestra conciencia o a desarrollar nuestra capacidad de tal manera que lleguen a beneficiarnos físicamente”.
“A nivel celular, nuestros cuerpos parecen responder mejor a un tipo diferente de bienestar, basado en el sentido de conexión y en el propósito", añade.
Los resultados respaldan investigaciones previas de Fredrickson sobre el efecto de las emociones positivas y sobre la relación entre el sentido de conexión y la longevidad. "Comprender el desencadenante de las expresiones génicas facilita aún más el trabajo en estas áreas", concluye.
En colaboración con un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles dirigido por Steven W. Cole, profesor de medicina, psiquiatría y ciencias del comportamiento, Fredrickson y sus colaboradores examinaron la influencia biológica del bienestar hedónico y del eudomónico en el genoma humano. Estaban interesados en el patrón de expresión de los genes en las células inmunes de la gente.
Un trabajo anterior de Cole y su equipo había rebelado un cambio sistemático en la expresión de genes como consecuencia del estrés crónico; un cambio "caracterizado por el aumento de la expresión de genes implicados en la inflamación" (relacionados con una amplia variedad de enfermedades humanas, como la artritis o las enfermedades coronarias); así como por una "disminución de la expresión de genes implicados en respuestas antivirales..."
El estudio reveló, en resumen, que la huella genómica funcional que deja el estrés crónico nos predispone a la enfermedad, explica Fredrickson.
En cuanto a la felicidad, los científicos esperaban que todos los tipos de ésta condicionaran de igual forma los patrones de expresión génica. Sin embargo, descubrieron que no es así.
La investigación reveló que el bienestar eudomónico está asociado con una disminución significativa en el perfil de expresión génica relacionado con el estrés. Por el contrario, el bienestar hedónico se asoció con un aumento significativo en dicho perfil. Según los investigadores, estos resultados revelan el coste oculto del bienestar puramente hedonista.
Consumo emocional de “calorías vacías”
A Fredrickson el hallazgo le resultó sorprendente al principio, ya que los propios participantes en el estudio informaron de sentimientos generales de bienestar.
Una posible explicación del efecto negativo del hedonismo, sugiere, podría estar en que las personas que lo experimentan consumen más lo que sería un equivalente emocional de las calorías vacías. "Sus actividades diarias les proporcionarían felicidad a corto plazo, pero tendrían consecuencias físicas negativas a largo plazo", sugiere.
Por eso, la científico señala que: "podemos hacernos sentir felices a través de placeres simples, pero esas 'calorías vacías' no nos ayudarán a ampliar nuestra conciencia o a desarrollar nuestra capacidad de tal manera que lleguen a beneficiarnos físicamente”.
“A nivel celular, nuestros cuerpos parecen responder mejor a un tipo diferente de bienestar, basado en el sentido de conexión y en el propósito", añade.
Los resultados respaldan investigaciones previas de Fredrickson sobre el efecto de las emociones positivas y sobre la relación entre el sentido de conexión y la longevidad. "Comprender el desencadenante de las expresiones génicas facilita aún más el trabajo en estas áreas", concluye.
Referencia bibliográfica:
Barbara L. Fredrickson, Karen M. Grewen, Kimberly A. Coffey, Sara B. Algoe, Ann M. Firestine, Jesusa M. G. Arevalo, Jeffrey Ma, and Steven W. Cole. A functional genomic perspective on human well-being. PNAS (2013). DOI: 10.1073/pnas.1305419110.
Barbara L. Fredrickson, Karen M. Grewen, Kimberly A. Coffey, Sara B. Algoe, Ann M. Firestine, Jesusa M. G. Arevalo, Jeffrey Ma, and Steven W. Cole. A functional genomic perspective on human well-being. PNAS (2013). DOI: 10.1073/pnas.1305419110.