Las plantas medicinales están en el centro del debate científico y en el debate social. Por un lado representan la tradición del saber humano, el conocimiento ancestral y la sabiduría mítica de los pueblos. De ahí que puedan ser identificadas socialmente con lo natural e incluso con lo inocuo.
Por otro lado, y debido a su potencial uso curativo, estos organismos vegetales se “enfrentan” a los medicamentos desarrollados por las industrias farmacéuticas. Estos se presentan bajo el paraguas del rigor científico-tecnológico, mostrándose como los únicos que son verdaderamente eficaces. Es en esta controversia donde surge el choque y el debate.
Las plantas medicinales son una importante fuente de nuevos compuestos biomédicos. Ellas pueden sintetizar y producir constituyentes que son difíciles de obtener a través de la síntesis química y han sido empleadas en multitud de ocasiones para desarrollar fármacos.
Investigadores de Brasil y Portugal han realizado un trabajo de investigación en el que analizan estudios de genotoxicidad previos de estas plantas. Entre las investigaciones analizadas, un alto porcentaje de las mismas revelan resultados positivos de genotoxicidad (capacidad para causar daño al material genético).
Estos resultados vuelven a colocar a las plantas medicinales en el centro del debate. ¿Es conveniente emplearlas? ¿Debería limitarse o controlarse su venta al público? ¿Son tan medicinales o saludables como muchas veces se considera?
Evaluar la toxicidad de las plantas medicinales
A lo largo de los siglos, la humanidad ha empleado plantas con fines medicinales. Esta actividad, por el mero hecho de ser una tradición, en ocasiones puede fomentar una creencia equivocada sobre la bio-seguridad de estas plantas. Es decir, no todo lo que se ha utilizada tradicionalmente es bueno o correcto.
En alguna ocasión de nuestra vida, cualquiera de nosotros ha recurrido a la ingesta de plantas medicinales para aliviar algún dolor o reducirlo. ¿Quién no se ha tomado ajo o manzanilla? Ahora bien, ¿sabemos con certeza que estas u otras plantas no pueden ser algo perjudiciales? Esta es la pregunta que rondaba en las cabezas de los autores de este trabajo.
Como decimos, existe la posibilidad que, por ejemplo, esa planta aparentemente inofensiva interactuase con algún tipo de medicamento que estamos tomando. Probablemente este no sea el caso, pero tampoco ha sido estudiado exhaustivamente, ya que no parecen ser muy peligrosas. Ahora bien, esto no significa que ello pueda ocurrir con otro tipo de plantas empleadas con uso medicinal. Y es que no todo lo natural, por ser natural, es inofensivo.
Por otro lado, y debido a su potencial uso curativo, estos organismos vegetales se “enfrentan” a los medicamentos desarrollados por las industrias farmacéuticas. Estos se presentan bajo el paraguas del rigor científico-tecnológico, mostrándose como los únicos que son verdaderamente eficaces. Es en esta controversia donde surge el choque y el debate.
Las plantas medicinales son una importante fuente de nuevos compuestos biomédicos. Ellas pueden sintetizar y producir constituyentes que son difíciles de obtener a través de la síntesis química y han sido empleadas en multitud de ocasiones para desarrollar fármacos.
Investigadores de Brasil y Portugal han realizado un trabajo de investigación en el que analizan estudios de genotoxicidad previos de estas plantas. Entre las investigaciones analizadas, un alto porcentaje de las mismas revelan resultados positivos de genotoxicidad (capacidad para causar daño al material genético).
Estos resultados vuelven a colocar a las plantas medicinales en el centro del debate. ¿Es conveniente emplearlas? ¿Debería limitarse o controlarse su venta al público? ¿Son tan medicinales o saludables como muchas veces se considera?
Evaluar la toxicidad de las plantas medicinales
A lo largo de los siglos, la humanidad ha empleado plantas con fines medicinales. Esta actividad, por el mero hecho de ser una tradición, en ocasiones puede fomentar una creencia equivocada sobre la bio-seguridad de estas plantas. Es decir, no todo lo que se ha utilizada tradicionalmente es bueno o correcto.
En alguna ocasión de nuestra vida, cualquiera de nosotros ha recurrido a la ingesta de plantas medicinales para aliviar algún dolor o reducirlo. ¿Quién no se ha tomado ajo o manzanilla? Ahora bien, ¿sabemos con certeza que estas u otras plantas no pueden ser algo perjudiciales? Esta es la pregunta que rondaba en las cabezas de los autores de este trabajo.
Como decimos, existe la posibilidad que, por ejemplo, esa planta aparentemente inofensiva interactuase con algún tipo de medicamento que estamos tomando. Probablemente este no sea el caso, pero tampoco ha sido estudiado exhaustivamente, ya que no parecen ser muy peligrosas. Ahora bien, esto no significa que ello pueda ocurrir con otro tipo de plantas empleadas con uso medicinal. Y es que no todo lo natural, por ser natural, es inofensivo.
Genotoxicidad
Contrariamente a lo que ocurre con los fármacos surgidos de la farmacología occidental, la toxicidad de los medicamentos a base de hierbas tradicionales no ha sido evaluada por completo. Recordemos que los fármacos convencionales han debido pasar por una gran cantidad de pruebas previamente a su comercialización. En cambio las plantas medicinales no. Este hecho es uno de los fenómenos que genera una mayor controversia entre los defensores de ambos planteamientos.
Los estudios han revelado que algunas plantas que se utilizan con frecuencia en la medicina popular son potencialmente genotóxicas. Esta capacidad tóxica implica la posibilidad de generar daño en nuestro material genético.
En muchos casos se desconoce el alcance de su peligrosidad pudiendo ser perjudiciales para nuestra salud e incluso llegar a ser mortal. Se conocen plantas medicinales que contienen numerosos compuestos biológicamente activos, y aunque han sido demostradas sus propiedades farmacológicas, pueden causar daños irreparables, incluyendo lesiones en nuestro ADN.
Los resultados publicados en la revista Journal of Ethnopharmacology, han mostrado la existencia de una amplia diversidad de ensayos sobre genotoxicidad del extracto crudo (material de la planta sin tratar) de las plantas. Estos indican un elevado porcentaje de resultados positivos para la genotoxicidad.
Estos investigadores enfatizan la importancia de incluir ensayos tanto in vivo como in vitro. Además consideran importante emplear en los ensayos de evaluación de estas plantas tanto especies bacterianas como células de mamíferos. De esta manera se podrá comprobar la existencia o ausencia de daños en el ADN.
Entrando en el debate
Todas las personas queremos lo mejor para nosotros y los nuestros. Esto implica que unos usemos las plantas medicinales o no según la valoración que hagamos de las mismas. La cuestión no es esa.
La importancia del trabajo que estamos comentando radica en la defensa de una evaluación igualitaria de los diversos productos para poder así tener mayor información y que todos nosotros podamos comparar entre ellos. De esta manera podremos tomar decisiones al respecto de la mejor manera posible.
Es evidente que todos los productos que ingerimos tienen aspectos positivos y otros negativos. Por ejemplo, el oxígeno (algo es imprescindible para nuestra vida) es un agente fuertemente oxidante que obliga a nuestro organismo a protegerse de sus efectos negativos. Esto mismo sucede con gran cantidad de alimentos y bebidas. La cuestión no está ahí.
Las sociedades actuales tienen la necesidad de tener información para poder tomar decisiones al respecto. Por lo tanto, es sumamente importante evaluar la genotoxicidad durante la evaluación preclínica de hierbas, extractos o sustancias con el fin de verificar su potencial mutagénico. Ello podría mejorar la seguridad de los productos comercializados ya que las plantas medicinales son ampliamente utilizadas.
Necesidades actuales
A juicio de los autores de la investigación que nos ocupa, la finalidad de completar los estudios existentes, en definitiva, es saber si una planta concreta podría llegar a provocar lesiones a nivel del ADN, independientemente del organismo que la emplease.
Los test actuales, como hemos comentado, emplean bacterias, por diversos motivos, como la rápida capacidad de crecimiento que tienen estos microorganismos y en consecuencia, existe una rápida obtención de resultados; implican un bajo coste y, no requieren del empleo de complejas tecnologías de laboratorio para su desarrollo.
Sin embargo, el problema que plantean estos test es que se restringen únicamente a evaluar un único tipo de lesión de ADN que son las mutaciones genéticas. Las anomalías a nivel cromosómico, las clastogénicas (rupturas cromosómicas) y aneugénicas (pérdidas o ganancias de cromosomas) no son detectadas tal y como explican los investigadores.
De ahí, tal y como proponen estos científicos de la existencia de una importante necesidad de incluir análisis adicionales que permitan detectar todas las formas posibles de genotoxicidad.
Contrariamente a lo que ocurre con los fármacos surgidos de la farmacología occidental, la toxicidad de los medicamentos a base de hierbas tradicionales no ha sido evaluada por completo. Recordemos que los fármacos convencionales han debido pasar por una gran cantidad de pruebas previamente a su comercialización. En cambio las plantas medicinales no. Este hecho es uno de los fenómenos que genera una mayor controversia entre los defensores de ambos planteamientos.
Los estudios han revelado que algunas plantas que se utilizan con frecuencia en la medicina popular son potencialmente genotóxicas. Esta capacidad tóxica implica la posibilidad de generar daño en nuestro material genético.
En muchos casos se desconoce el alcance de su peligrosidad pudiendo ser perjudiciales para nuestra salud e incluso llegar a ser mortal. Se conocen plantas medicinales que contienen numerosos compuestos biológicamente activos, y aunque han sido demostradas sus propiedades farmacológicas, pueden causar daños irreparables, incluyendo lesiones en nuestro ADN.
Los resultados publicados en la revista Journal of Ethnopharmacology, han mostrado la existencia de una amplia diversidad de ensayos sobre genotoxicidad del extracto crudo (material de la planta sin tratar) de las plantas. Estos indican un elevado porcentaje de resultados positivos para la genotoxicidad.
Estos investigadores enfatizan la importancia de incluir ensayos tanto in vivo como in vitro. Además consideran importante emplear en los ensayos de evaluación de estas plantas tanto especies bacterianas como células de mamíferos. De esta manera se podrá comprobar la existencia o ausencia de daños en el ADN.
Entrando en el debate
Todas las personas queremos lo mejor para nosotros y los nuestros. Esto implica que unos usemos las plantas medicinales o no según la valoración que hagamos de las mismas. La cuestión no es esa.
La importancia del trabajo que estamos comentando radica en la defensa de una evaluación igualitaria de los diversos productos para poder así tener mayor información y que todos nosotros podamos comparar entre ellos. De esta manera podremos tomar decisiones al respecto de la mejor manera posible.
Es evidente que todos los productos que ingerimos tienen aspectos positivos y otros negativos. Por ejemplo, el oxígeno (algo es imprescindible para nuestra vida) es un agente fuertemente oxidante que obliga a nuestro organismo a protegerse de sus efectos negativos. Esto mismo sucede con gran cantidad de alimentos y bebidas. La cuestión no está ahí.
Las sociedades actuales tienen la necesidad de tener información para poder tomar decisiones al respecto. Por lo tanto, es sumamente importante evaluar la genotoxicidad durante la evaluación preclínica de hierbas, extractos o sustancias con el fin de verificar su potencial mutagénico. Ello podría mejorar la seguridad de los productos comercializados ya que las plantas medicinales son ampliamente utilizadas.
Necesidades actuales
A juicio de los autores de la investigación que nos ocupa, la finalidad de completar los estudios existentes, en definitiva, es saber si una planta concreta podría llegar a provocar lesiones a nivel del ADN, independientemente del organismo que la emplease.
Los test actuales, como hemos comentado, emplean bacterias, por diversos motivos, como la rápida capacidad de crecimiento que tienen estos microorganismos y en consecuencia, existe una rápida obtención de resultados; implican un bajo coste y, no requieren del empleo de complejas tecnologías de laboratorio para su desarrollo.
Sin embargo, el problema que plantean estos test es que se restringen únicamente a evaluar un único tipo de lesión de ADN que son las mutaciones genéticas. Las anomalías a nivel cromosómico, las clastogénicas (rupturas cromosómicas) y aneugénicas (pérdidas o ganancias de cromosomas) no son detectadas tal y como explican los investigadores.
De ahí, tal y como proponen estos científicos de la existencia de una importante necesidad de incluir análisis adicionales que permitan detectar todas las formas posibles de genotoxicidad.
Referencia bibliográfica:
Sponchiado G y col. Quantitative genotoxicity assays for analysis of medicinal plants: A systematic review (2016). DOI: 10.1016/j.jep.2015.10.026.
Sponchiado G y col. Quantitative genotoxicity assays for analysis of medicinal plants: A systematic review (2016). DOI: 10.1016/j.jep.2015.10.026.