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Las palabras contienen emociones

Los discursos emotivos captan la atención, pero también condicionan negativamente nuestro recuerdo de cada término, revela un estudio


El recuerdo de las palabras está relacionado con el contenido emocional con que las hemos escuchado previamente, revela una investigación de la Universidad Nacional de Singapur. El estudio ha constatado, asimismo, que aunque los discursos emotivos captan mejor nuestra atención, también hacen que recordemos las palabras en ellos utilizadas con menor exactitud. Por último, la investigación señaló que las mujeres son más sensibles al contenido emocional de los discursos que los hombres. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
12/12/2012

Fuente: PhotoXpress.
Fuente: PhotoXpress.
Las emociones que expresa la voz humana ayudan a captar la atención de los oyentes, pero a largo plazo también hacen que las palabras no sean recordadas con exactitud, revela un estudio.

Según los autores de la investigación, Annet Schirmer y sus colaboradores de la Universidad Nacional de Singapur (NSU), las emociones, por tanto, nos ayudan a reconocer más rápidamente y de manera más precisa y directa las palabras, en el momento de escucharlas.

Sin embargo, a largo plazo, tienen un efecto negativo en la memoria, dado que no recordamos un discurso con una entonación emocional determinada con tanta exactitud como recordamos los discursos neutros.

Por último, cuando recordamos palabras anteriormente escuchadas en el contexto de discursos emotivos, estas contienen para nosotros un valor emocional.

Así, por ejemplo, las palabras que nos han dicho con voz triste son recordadas con matices más negativos que las palabras que nos han dicho con una voz sin contenido emocional alguno.

Estas son las conclusiones del estudio, que estuvo centrado en el análisis del papel de la emoción en la memoria de reconocimiento de las palabras. Sus resultados han aparecido publicados en la revista de Springer Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience.

Recuerdos negativos

Cuando sentimos ira, tristeza, euforia o miedo, nuestro discurso cobra una urgencia de la que carecen los discursos corrientes o más templados. Entonces, la voz se vuelve más chillona o suave, más veloz o lenta, más melódica, errática o monótona. Todas estas características del discurso emocional captan de manera inmediata la atención del oyente.

El trabajo de Schirmer y sus colaboradores analizó si las emociones, además de tener este efecto en la atención, tenían un efecto a largo plazo en la memoria de las palabras.

En la investigación participaron 48 hombres y 48 mujeres que escucharon palabras emitidas con un tono triste y neutro. Posteriormente, a los participantes se les mostraron estas palabras en un test visual, con el que se examinó tanto la tasa de reconocimiento de los términos como las actitudes de los voluntarios hacia las palabras.

Por otra parte, los investigadores también midieron la actividad cerebral de los participantes, para buscar evidencias de codificación neuronal de la vocalización emocional.

Estos análisis revelaron que los participantes reconocían mejor las palabras que habían escuchado en un tono neutro, en comparación con las pronunciadas con una voz triste.

Además, las palabras fueron recordadas con matices más negativos, si previamente habían sido escuchadas en un tono de voz triste, publica Springer en un comunicado.

Diferencias por sexos

Shirmer y su equipo también analizaron las diferencias en el procesamiento de las palabras entre sexos. En este sentido, descubrieron que las mujeres eran más sensibles a los elementos emocionales del discurso que los hombres, y más propensas que ellos a recordar la emoción del hablante. Los niveles de una hormona sexual femenina denominada estrógeno sirvieron para predecir esta diferencia.

Schirmer y sus colaboradores concluyen que: “Las voces emocionales producen cambios en la memoria a largo plazo, así como capturan la atención del oyente. Influyen asimismo en la facilidad con que las palabras habladas son reconocidas posteriormente y en el tipo de emociones que se asigna a cada término. Por tanto, las voces, como cualquier otra señal emocional, afectan a los oyentes más allá del presente inmediato”.

Referencia bibliográfica:

Schirmer A et al. Vocal emotions influence verbal memory: neural correlates and inter-individual differences. Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience. DOI 10.3758/s13415-012-0132-8.



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1.Publicado por alberto rodríguez-sedano el 14/12/2012 11:46
En este tema conviene advertir que conviene una distinción grado: el afecto y la emoción no son lo más constante en las palabras sino todo lo contrario. La relación de las palabras con las emociones no es una intimidad de la propia emoción, como si fuera un continuo de ella, sino, mejor visto, una distancia (con ella).

De hecho, si las emociones fuesen propiedades y relaciones absolutamente íntimas no serían comunicables; el uso de las palabras sería, prácticamente, imposible. Así pues, las emociones, muy al contrario de la moda irreflexiva de la neurociencia, pertenecen a categorías distantes, no íntimas; y su verdadero interés está en el concepto alrededor del que se unan; la emociones, en tanto entes independientes, son inasibles a la reflexión.

2.Publicado por CachiBrasil el 21/12/2012 01:49
El psiquismo humano cuenta con tres funciones básicas: La intelectual, la emocional y la motriz... Estas tres funciones trabajan en estructura; y cuando una está actuando, las otras concomitan. Las palabras son articulaciones intelectuales, sin duda, pero la emoción no está ausente y puede ser de agrado o desagrado en la persona que las articula o las escucha. El tipo de emoción presente facilitará o dificultará su memorización.

3.Publicado por CachiBrasil el 21/12/2012 19:26
Es errado decir que "las palabras contienen emociones"... Errado y vacío de significado conceptual.
Las palabras, como expresiones exterrnas de pensamientos, responden a la función intelectual del psiquismo humano.
Pero el psiquismo trabaja también con una función emocional, que trabaja en concomitancia con la intelectual.
Así siendo, hablamos de una estructura indisoluble, en la que el intelecto y la emotividad trabajan en conjunto, pudiendo ser de manera unitiva o contradictoria.

4.Publicado por CachiBrasil el 22/12/2012 17:19
Es excesivo (y a mi modo de ver, errado), decir que "las palabras contienen emociones"...
Las palabras son configuraciones de pensamientos. La función intelectual del pensar trabaja concomitantemente con la función emocional en la estructura del psiquismo humano, razón por la cual ningún pensamiento está exento de un tono emotivo, que puede variar desde el agrado hasta el desagrado. Así siendo, cuando las palabras expresan pensamientos, vienen acompañadas de los tonos emotivos concomitantes.

5.Publicado por alberto rodríguez-sedano el 31/12/2012 13:47
Hola, Cachi. ¿Cómo está usted?. Me pregunto si su idea de “concomitancia” (que, en alguna medida, apruebo) no es sino un cambio formal de la causalidad sin cambio sustancial. En pocas palabras, ¡no cambia nada!; es una extensión sin fondo, como hablar a un sordo más alto para que nos oiga. La modificación interna pasa desapercibida entre la totalidad en la que se la sumerge. El esquema causal es sustituido por otro esquema, ciertamente, algo más sutil que, en sus aspectos decisivos, deja el cambio igual; apenas hay cambio porque el peso de sus diferencias (como que sea intelectual, emotivo, etc.) no es la cuestión primera a la que se enfrenta: lo más inmediato que está a la espera y, entretanto, queda igual.

Dicho muy sencillamente, está claro que en las palabras hay alguna representación emocional; seguramente, por ello mismo, las palabras mismas son otra cosa que ha dejado de ser y ha pasado a ser sustituido. Este cambio es su piedra de toque fenomenológica y, probablemente, su único verdadero interés (interés, claro está, filosófico). Sin ir más lejos, un análisis de las palabras, como si las palabras contuviesen algo por ellas solas, no dice nada. ¿Y qué uso de las palabras va a producir su modificación interna si lo externo a ellas no está en el concepto que permitiría seguirles la pista, esto es, que fuesen a parar al mismo sitio desde el que las palabras debieran ser vistas?

Termino este comentario señalando que el uso emotivo de lenguaje tiene una deuda acústica (*) que, en coherencia con la totalidad de modificaciones producidas por debajo de ella, termina en una distancia insensible a ella.

(*) No oculto que este sentido acústico es una metáfora sensible y, por tanto, sin otra correspondencia que su “licencia” (es una herramienta retórica, no un uso sintético de la razón). Aunque la sensibilidad actúe como una totalidad (o como una parte de ésta que no sea sino más de lo mismo), su aspecto decisivo se deja sin poner en claro. Su “sitio” sigue sin estar a la vista; muy al contrario, su ocupación (el sitio que es ocupado) es, básicamente, ruido de fondo (un montón de sillas vacías en un sitio oculto y en reserva). Este sitio, por supuesto, no es la sensibilidad. ¿O nos entenderíamos con palabras si, unos y otros, imitásemos las palabras (y su concomitancia) a la perfección?

Saludos

6.Publicado por CachiBrasil el 04/01/2013 20:49
Sr. Alberto: He leído con atención su comentario, que parece orientado a discutir y negar el mío, aunque parece no haber entendido lo que dije y se limita a un bello malabarismo lingüístico de tipo semiológico..
Concomitancia significa simultaneidad de acciones de elmentos de una estructura en sí misma indisoluble. Por ejemplo, cuando Ud. registra un estado de ánimo depresivo, su respiración y su postura corporal va a acompañar su estado de ánimo y Ud. puede operar sobre su estado de ánimo desde su postura corporal, adoptando una que corresponda a un estado de ánimo positivo.
Esta estructura existe entre pensamiento, sentimiento y acción, siendo las palabras externalizaciones del pensamiento. Por lo tanto, no debería sorprenderle que sus palabras, al expresar un pensamiento, se encuentren asociadas al estado emotivo en que se encuentra.
Las concomitancias son mucho más que la simplicidad de la causa y efecto lineal y podemos hablar de una ley universal de concomitancia, quye se expresa así:
"Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede"
Así de simple.

7.Publicado por Alberto Rodríguez-Sedano el 10/01/2013 14:15
Hola, Cachi. Gracias por su atención. Lo que discuto es la relación que hay entre las palabras y las emociones. Fuera de esto, no niego nada de lo que dice usted.

Las emociones no se prestan a ser manejadas como otras tantas cosas que son perfectamente manejables; la representación de las emociones carece de garantía. Este es un problema epistemológico que, en buena medida, deja la psicología y la fisiología asociada a ésta un lado; ora la que está inmediatamente delante, ora la que está inmediatamente detrás (*).

Me referí a un cambio insustancial porque si, como usted señala, “todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede”, debiera haber algo que no le pertenezca a la emoción de suyo. ¿Y no será, por tanto, la idea de una palabra relacionada con una emoción (emoción y sentimiento no son la misma cosa) una diferencia establecida sin una categoría que permita establecer su diferencia?. ¿O su relación sigue una pauta (causal o concomitante, igual me da) si descansa en su incógnita (**)?

(*) Esta manipulación en el orden de las emociones muestra que lo que está presente de la emoción no es la emoción misma sino su sustitución. ¿Así pues, de qué trata una concomitancia si su totalidad no depende de una totalidad sino de las más leves modificaciones que la alteran?


(**) Con esto quiero decir que para mirar a las emociones tenemos que hacer uso de una idea elaborada para que el contenido emocional sea pensable. A este respecto, los contenidos emocionales no corren a la par que los del pensamiento; los pensamientos, si acaso, vienen después (***).

(***) Esto no parece haber sido comprendido por el moderno estudio de las emociones. Dicho fenomenológicamente, el contenido de las emociones no ocupa el mismo lugar en el pensamiento que el lugar que el pensamiento tiene para él.

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