Un grupo internacional de científicos ambientales ha puesto en marcha un proyecto para poner en valor las iniciativas positivas que se están desarrollando en el mundo con espíritu innovador, colaborativo y sostenible, informa la Universidad McGill en un comunicado.
Los investigadores ya han analizado 100 de las más de 500 iniciativas que han sido aportadas a la página web de este proyecto científico, denominado Good Anthropocene. El término Antropoceno, acuñado en el año 2000 por el Nobel de Química Paul Crutzen, considera que el impacto humano sobre la Tierra generado una nueva era geológica.
En el website del proyecto, diferentes colectivos de todo el mundo implicados en iniciativas sostenibles y participativas pueden integrarse y formar parte de la investigación. Por España se han anotado tres proyectos, el partido político Podemos, el proyecto Arid (Adaptative Resilience in Drylands) y un proyecto para recuperar los sistemas tradicionales de riego. De los proyectos presentados, los investigadores seleccionan aquellos que tienen un potencial real de transformación social.
A partir de los proyectos analizados, los investigadores han identificado ya algunas de las tendencias generales que pueden desempeñar un papel significativo en la creación de un futuro más justo y sostenible.
Elena Bennett, que lidera este proyecto, explica en NYT que estamos bombardeados, casi continuamente, con visiones negativas del futuro que nos impiden hacer el trabajo necesario para que el planeta sea cada día más seguro, más sano y más justo.
Añade que como los científicos están centrados en identificar y solucionar problemas, la visión del mundo que transmiten deja a la sociedad sin inspiración para afrontar los desafíos desde una perspectiva diferente, que es el objetivo del proyecto.
Escenarios disruptivos
Señala que el objetivo es utilizar las iniciativas ambientales y sociales innovadoras para construir escenarios de futuros disruptivos, que sean a la vez realistas y positivos, ya que “no podemos construir lo que no podemos imaginar”.
En una entrevista concedida a La Presse, Bennet explica que lo que en el fondo pretende este proyecto es dotar de base científica al optimismo medioambiental. Este optimismo se basa en el compromiso de la gente con la transformación del medio, aunque no sepan cómo hacerlo.
En un artículo publicado en Frontiers in Ecology, los artífices de esta investigación explican que enfatizar los elementos esperanzadores de las iniciativas analizadas les permitirá entender los valores y características que constituyen el buen antropoceno. También les ayudará a determinar los procesos que conducen a la aparición y crecimiento de iniciativas que cambian las relaciones humano-ambientales, y por último a generar escenarios de futuro creativos surgidos de la experiencia.
Añaden que el proyecto se basa en un enfoque novedoso para pensar en el futuro a partir de experiencias prácticas, visiones del mundo, valores y regiones diferentes, que podrían acelerar la adopción de nuevas vías para alcanzar un cambio transformador. Consideran que hay aspectos de estas experiencias que pueden utilizarse, por separado o en combinación con otras, para construir un futuro mejor y más sostenible.
Los investigadores ya han analizado 100 de las más de 500 iniciativas que han sido aportadas a la página web de este proyecto científico, denominado Good Anthropocene. El término Antropoceno, acuñado en el año 2000 por el Nobel de Química Paul Crutzen, considera que el impacto humano sobre la Tierra generado una nueva era geológica.
En el website del proyecto, diferentes colectivos de todo el mundo implicados en iniciativas sostenibles y participativas pueden integrarse y formar parte de la investigación. Por España se han anotado tres proyectos, el partido político Podemos, el proyecto Arid (Adaptative Resilience in Drylands) y un proyecto para recuperar los sistemas tradicionales de riego. De los proyectos presentados, los investigadores seleccionan aquellos que tienen un potencial real de transformación social.
A partir de los proyectos analizados, los investigadores han identificado ya algunas de las tendencias generales que pueden desempeñar un papel significativo en la creación de un futuro más justo y sostenible.
Elena Bennett, que lidera este proyecto, explica en NYT que estamos bombardeados, casi continuamente, con visiones negativas del futuro que nos impiden hacer el trabajo necesario para que el planeta sea cada día más seguro, más sano y más justo.
Añade que como los científicos están centrados en identificar y solucionar problemas, la visión del mundo que transmiten deja a la sociedad sin inspiración para afrontar los desafíos desde una perspectiva diferente, que es el objetivo del proyecto.
Escenarios disruptivos
Señala que el objetivo es utilizar las iniciativas ambientales y sociales innovadoras para construir escenarios de futuros disruptivos, que sean a la vez realistas y positivos, ya que “no podemos construir lo que no podemos imaginar”.
En una entrevista concedida a La Presse, Bennet explica que lo que en el fondo pretende este proyecto es dotar de base científica al optimismo medioambiental. Este optimismo se basa en el compromiso de la gente con la transformación del medio, aunque no sepan cómo hacerlo.
En un artículo publicado en Frontiers in Ecology, los artífices de esta investigación explican que enfatizar los elementos esperanzadores de las iniciativas analizadas les permitirá entender los valores y características que constituyen el buen antropoceno. También les ayudará a determinar los procesos que conducen a la aparición y crecimiento de iniciativas que cambian las relaciones humano-ambientales, y por último a generar escenarios de futuro creativos surgidos de la experiencia.
Añaden que el proyecto se basa en un enfoque novedoso para pensar en el futuro a partir de experiencias prácticas, visiones del mundo, valores y regiones diferentes, que podrían acelerar la adopción de nuevas vías para alcanzar un cambio transformador. Consideran que hay aspectos de estas experiencias que pueden utilizarse, por separado o en combinación con otras, para construir un futuro mejor y más sostenible.
Seis Temas nucleares
De momento, los investigadores ya han identificado seis campos de actuación en torno a los cuales se focalizan los proyectos analizados y que puede constituir los pilares de un profundo cambio social.
Agroecología. Los proyectos integrados en este epígrafe adoptan por lo general enfoques socio-ecológicos para la mejora de los campos de cultivo. Un ejemplo es Satoyama, una iniciativa japonesa para la colaboración entre comunidades urbanas y rurales destinada a incorporar la biodiversidad a las actividades productivas.
Urbanismo ecológico. Esta categoría engloba a los proyectos que se centran en la mejora de la habitabilidad de las zonas urbanas. Un ejemplo, Highline Park, en la ciudad de Nueva York , que usa líneas de ferrocarril abandonadas para crear espacios urbanos en los que el arte, la educación y la recreación se cruzan y se hacen accesibles a todos.
Conocimiento futuro. Abarca proyectos que enfatizan los nuevos conocimientos y la educación para transformar las sociedades locales. Un ejemplo es Greenmatter, un programa Sudafricano que proporcionar habilidades a nivel de postgrado para la conservación de la biodiversidad.
Transformación Urbana. En este concepto se engloban proyectos destinados a crear nuevos tipos de interacciones socio-ecológicos en el espacio urbano. Un ejemplo es Sukhomajri pueblo del Himalaya que se hizo famoso en la década de 1980 por la forma en que habían utilizado sus bosques y agua para su beneficio.
Futuros Justos. Son proyectos tienen como objetivo crear oportunidades para la toma de decisiones más equitativa. Un ejemplo es Lüneburg 2030+, el proyecto de futuro de esta ciudad alemana que tiene por objeto convertirla en un lugar más sostenible, habitable y justo.
Futuro Sostenible. Abarca a los movimientos sociales que persiguen construir futuros más justos y sostenibles. Un ejemplo es Granja Hack, proyecto en el que los agricultores usan Internet para compartir nuevas ideas acerca de la producción de alimentos y herramientas para mejorar la agricultura sostenible y la economía rural.
De momento, los investigadores ya han identificado seis campos de actuación en torno a los cuales se focalizan los proyectos analizados y que puede constituir los pilares de un profundo cambio social.
Agroecología. Los proyectos integrados en este epígrafe adoptan por lo general enfoques socio-ecológicos para la mejora de los campos de cultivo. Un ejemplo es Satoyama, una iniciativa japonesa para la colaboración entre comunidades urbanas y rurales destinada a incorporar la biodiversidad a las actividades productivas.
Urbanismo ecológico. Esta categoría engloba a los proyectos que se centran en la mejora de la habitabilidad de las zonas urbanas. Un ejemplo, Highline Park, en la ciudad de Nueva York , que usa líneas de ferrocarril abandonadas para crear espacios urbanos en los que el arte, la educación y la recreación se cruzan y se hacen accesibles a todos.
Conocimiento futuro. Abarca proyectos que enfatizan los nuevos conocimientos y la educación para transformar las sociedades locales. Un ejemplo es Greenmatter, un programa Sudafricano que proporcionar habilidades a nivel de postgrado para la conservación de la biodiversidad.
Transformación Urbana. En este concepto se engloban proyectos destinados a crear nuevos tipos de interacciones socio-ecológicos en el espacio urbano. Un ejemplo es Sukhomajri pueblo del Himalaya que se hizo famoso en la década de 1980 por la forma en que habían utilizado sus bosques y agua para su beneficio.
Futuros Justos. Son proyectos tienen como objetivo crear oportunidades para la toma de decisiones más equitativa. Un ejemplo es Lüneburg 2030+, el proyecto de futuro de esta ciudad alemana que tiene por objeto convertirla en un lugar más sostenible, habitable y justo.
Futuro Sostenible. Abarca a los movimientos sociales que persiguen construir futuros más justos y sostenibles. Un ejemplo es Granja Hack, proyecto en el que los agricultores usan Internet para compartir nuevas ideas acerca de la producción de alimentos y herramientas para mejorar la agricultura sostenible y la economía rural.
Gran cambio ambiental
"Estoy entusiasmada con este proyecto porque representa un gran cambio para que los científicos ambientales empiecen a mirar las cosas positivamente", dice Elena Bennett.
"Es también un distanciamiento de la típica perspectiva académica de mirar las cosas de arriba hacia abajo, en la que los científicos determinamos todas las definiciones”, añade.
“Hemos animado a las personas implicadas a definir lo que hace que un proyecto sea "bueno", en parte porque no queríamos ser guiados sólo por nuestras sensibilidades propias de la cultura europea o norteamericana. Queríamos ver una variedad de ideas sobre lo que la gente quiere del futuro", concluye.
"Semillas del buen Antropoceno" es un proyecto internacional dirigido por la Universidad de McGill de Canadá, el Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo, en Suecia, y el Centro de Sistemas Complejos en Transición (CST) en la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica. Forma parte de la iniciativa "puntos brillantes - Semillas de un buen Antropoceno", un proyecto financiado FutureEarth.
"Estoy entusiasmada con este proyecto porque representa un gran cambio para que los científicos ambientales empiecen a mirar las cosas positivamente", dice Elena Bennett.
"Es también un distanciamiento de la típica perspectiva académica de mirar las cosas de arriba hacia abajo, en la que los científicos determinamos todas las definiciones”, añade.
“Hemos animado a las personas implicadas a definir lo que hace que un proyecto sea "bueno", en parte porque no queríamos ser guiados sólo por nuestras sensibilidades propias de la cultura europea o norteamericana. Queríamos ver una variedad de ideas sobre lo que la gente quiere del futuro", concluye.
"Semillas del buen Antropoceno" es un proyecto internacional dirigido por la Universidad de McGill de Canadá, el Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo, en Suecia, y el Centro de Sistemas Complejos en Transición (CST) en la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica. Forma parte de la iniciativa "puntos brillantes - Semillas de un buen Antropoceno", un proyecto financiado FutureEarth.
Referencia
Bright spots: seeds of a good Anthropocene. Frontiers in Ecology and the Environment. Volume 14, Issue 8, pages 441–448, October 2016. DOI: 10.1002/fee.1309
Bright spots: seeds of a good Anthropocene. Frontiers in Ecology and the Environment. Volume 14, Issue 8, pages 441–448, October 2016. DOI: 10.1002/fee.1309