Un equipo internacional formado por 174 científicos de centros de investigación de 28 países ha analizado la relación entre las combinaciones de productos químicos comúnmente encontrados en nuestro entorno y el desarrollo del cáncer.
Para la investigación, fueron seleccionados un total de 85 productos químicos no considerados cancerígenos para los seres humanos. Según informan los científicos en la revista Carcinogenesis, el análisis de todos ellos reveló que su presencia conjunta, sin embargo, sí puede propiciar 50 mecanismos orgánicos relacionados con el cáncer.
Una preocupación por los efectos sobre la salud de la combinación y adición de todos estos productos de uso cotidiano fue lo que llevó a la organización Getting To Know Cancer de Canadá a investigar dichos efectos.
El trabajo fue realizado dentro del marco del Proyecto Halifax de dicha organización, dedicado tanto a la búsqueda de terapias avanzadas contra esta enfermedad como al estudio del potencial carcinogénico de la exposición a bajas dosis de mezclas de productos químicos en nuestro entorno.
Uno de cada cinco cánceres
Uno de los responsables de la investigación, Hemad Yasaei, biólogo de la Brunel University de Londres y especialista en los cambios genéticos y moleculares que se producen cuando se desarrolla cáncer, explica en un comunicado de dicha universidad que "esta investigación respalda la idea de que los productos químicos que no se consideran perjudiciales por sí mismos, al combinarse y acumularse en nuestro cuerpo, pueden desencadenar cáncer, y podrían estar detrás de la epidemia mundial de cáncer que estamos presenciando”.
Por eso, añade, “necesitamos urgentemente destinar más recursos a la investigación de los efectos de la exposición a bajas dosis de mezclas de sustancias químicas en los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el agua que bebemos".
Esta idea la respalda Francis Martin, investigador de la Universidad de Lancaster responsable, en este mismo estudio, del análisis de la influencia de dichas exposiciones ambientales sobre el metabolismo disfuncional del cáncer. Según Martin, "a pesar del aumento de la incidencia de muchos tipos de cáncer”, aún se destina “muy poca investigación al papel fundamental de los agentes ambientales que causan la enfermedad”.
La necesidad de que se hagan más estudios sobre el tema la revelan algunas estimaciones actuales que señalan que la exposición a combinaciones de productos químicos cotidianos podrían estar causando uno de cada cinco cánceres a nivel global actualmente, alertan los autores del trabajo.
Para la investigación, fueron seleccionados un total de 85 productos químicos no considerados cancerígenos para los seres humanos. Según informan los científicos en la revista Carcinogenesis, el análisis de todos ellos reveló que su presencia conjunta, sin embargo, sí puede propiciar 50 mecanismos orgánicos relacionados con el cáncer.
Una preocupación por los efectos sobre la salud de la combinación y adición de todos estos productos de uso cotidiano fue lo que llevó a la organización Getting To Know Cancer de Canadá a investigar dichos efectos.
El trabajo fue realizado dentro del marco del Proyecto Halifax de dicha organización, dedicado tanto a la búsqueda de terapias avanzadas contra esta enfermedad como al estudio del potencial carcinogénico de la exposición a bajas dosis de mezclas de productos químicos en nuestro entorno.
Uno de cada cinco cánceres
Uno de los responsables de la investigación, Hemad Yasaei, biólogo de la Brunel University de Londres y especialista en los cambios genéticos y moleculares que se producen cuando se desarrolla cáncer, explica en un comunicado de dicha universidad que "esta investigación respalda la idea de que los productos químicos que no se consideran perjudiciales por sí mismos, al combinarse y acumularse en nuestro cuerpo, pueden desencadenar cáncer, y podrían estar detrás de la epidemia mundial de cáncer que estamos presenciando”.
Por eso, añade, “necesitamos urgentemente destinar más recursos a la investigación de los efectos de la exposición a bajas dosis de mezclas de sustancias químicas en los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el agua que bebemos".
Esta idea la respalda Francis Martin, investigador de la Universidad de Lancaster responsable, en este mismo estudio, del análisis de la influencia de dichas exposiciones ambientales sobre el metabolismo disfuncional del cáncer. Según Martin, "a pesar del aumento de la incidencia de muchos tipos de cáncer”, aún se destina “muy poca investigación al papel fundamental de los agentes ambientales que causan la enfermedad”.
La necesidad de que se hagan más estudios sobre el tema la revelan algunas estimaciones actuales que señalan que la exposición a combinaciones de productos químicos cotidianos podrían estar causando uno de cada cinco cánceres a nivel global actualmente, alertan los autores del trabajo.
Cóctel químico en alimentos
Por otra parte, el pasado mes de marzo concluyó el mayor proyecto de investigación realizado en Dinamarca sobre los efectos en la salud humana de los cócteles químicos (de pesticidas y otras sustancias) presentes en alimentos.
Este estudio, que duró cuatro años y en el que se utilizó un nuevo modelo matemático de análisis, reveló que incluso pequeñas dosis de sustancias químicas en lo que comemos pueden tener efectos negativos significativos sobre la salud, si están presentes juntas.
Según informó la Universidad Técnica de Dinamarca, estos resultados señalan la necesidad de reducir la ingesta, a través de lo que comemos, de productos químicos que son disruptores endocrinos, tales como los ftalatos (sustancias añadidas a los plásticos de envases) o los productos químicos fluorados (usados en la agricultura y en productos farmacéuticos), con el fin de evitar daños en la salud humana.
En general, un disruptor o perturbador endocrino (PE) es una sustancia química, ajena al cuerpo humano, capaz de alterar el equilibrio hormonal de este y de producir ciertos tipos de cáncer hormonodependientes, como el cáncer de mama o de tiroides.
Peligrosamente juntos
En el año 2013, otra investigación de la Texas Tech University de EEUU alertó de la peligrosidad de la combinación de una sustancia química, el arsénico, con los estrógenos, hormonas sexuales que genera el organismo cuyo comportamiento puede ser emulado por sustancias químicas como las que generan –de nuevo- los plásticos de los embalajes.
Por separado y a muy bajas dosis, ambas cosas no amenazan la salud, pero juntas sí, pues pueden causar cáncer de próstata, , comprobaron entonces los científicos.
El arsénico se encuentra en el humo del tabaco, pero también puede hallarse en el agua potable de algunas regiones como India, México e incluso Lubbock (Texas), señalaron los investigadores. ¿Qué pasaría si se mezcla con los ‘estrógenos’ de los envases de alimentos?
La coexposición tendría un gran impacto, se constató en células de próstata cultivadas en laboratorio: tiende a detener la expresión de ciertos genes responsables de controlar la conversión de dichas células en cancerígenas.
A raíz de estos resultados, los investigadores norteamericanos también advirtieron de la necesidad de medir la seguridad de las sustancias químicas no solo individualmente, sino en combinación con otras. “En el mundo real, estamos expuestos a muchas sustancias a la vez”, advirtieron, y “la mayoría de los cánceres están causados por influencias del entorno. Solo entre un 5 y un 10% de ellos se debe a la predisposición genética”.
También en 2013, un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente ya advertía de la necesidad de más datos científicos para identificar los efectos de diferentes combinaciones de estas sustancias químicas (especialmente de los perturbadores endocrinos) a los que los seres humanos y los animales salvajes están cada vez más expuestos.
Por otra parte, el pasado mes de marzo concluyó el mayor proyecto de investigación realizado en Dinamarca sobre los efectos en la salud humana de los cócteles químicos (de pesticidas y otras sustancias) presentes en alimentos.
Este estudio, que duró cuatro años y en el que se utilizó un nuevo modelo matemático de análisis, reveló que incluso pequeñas dosis de sustancias químicas en lo que comemos pueden tener efectos negativos significativos sobre la salud, si están presentes juntas.
Según informó la Universidad Técnica de Dinamarca, estos resultados señalan la necesidad de reducir la ingesta, a través de lo que comemos, de productos químicos que son disruptores endocrinos, tales como los ftalatos (sustancias añadidas a los plásticos de envases) o los productos químicos fluorados (usados en la agricultura y en productos farmacéuticos), con el fin de evitar daños en la salud humana.
En general, un disruptor o perturbador endocrino (PE) es una sustancia química, ajena al cuerpo humano, capaz de alterar el equilibrio hormonal de este y de producir ciertos tipos de cáncer hormonodependientes, como el cáncer de mama o de tiroides.
Peligrosamente juntos
En el año 2013, otra investigación de la Texas Tech University de EEUU alertó de la peligrosidad de la combinación de una sustancia química, el arsénico, con los estrógenos, hormonas sexuales que genera el organismo cuyo comportamiento puede ser emulado por sustancias químicas como las que generan –de nuevo- los plásticos de los embalajes.
Por separado y a muy bajas dosis, ambas cosas no amenazan la salud, pero juntas sí, pues pueden causar cáncer de próstata, , comprobaron entonces los científicos.
El arsénico se encuentra en el humo del tabaco, pero también puede hallarse en el agua potable de algunas regiones como India, México e incluso Lubbock (Texas), señalaron los investigadores. ¿Qué pasaría si se mezcla con los ‘estrógenos’ de los envases de alimentos?
La coexposición tendría un gran impacto, se constató en células de próstata cultivadas en laboratorio: tiende a detener la expresión de ciertos genes responsables de controlar la conversión de dichas células en cancerígenas.
A raíz de estos resultados, los investigadores norteamericanos también advirtieron de la necesidad de medir la seguridad de las sustancias químicas no solo individualmente, sino en combinación con otras. “En el mundo real, estamos expuestos a muchas sustancias a la vez”, advirtieron, y “la mayoría de los cánceres están causados por influencias del entorno. Solo entre un 5 y un 10% de ellos se debe a la predisposición genética”.
También en 2013, un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente ya advertía de la necesidad de más datos científicos para identificar los efectos de diferentes combinaciones de estas sustancias químicas (especialmente de los perturbadores endocrinos) a los que los seres humanos y los animales salvajes están cada vez más expuestos.
Referencias bibliográficas:
Justin Treas, Tulika Tyagi, Kamaleshwar P. Singh. Chronic exposure to arsenic, estrogen, and their combination causes increased growth and transformation in human prostate epithelial cells potentially by hypermethylation-mediated silencing ofMLH1. The Prostate (2013). DOI: 10.1002/pros.22701.
W. H. Goodson, L. Lowe, et al. Assessing the carcinogenic potential of low-dose exposures to chemical mixtures in the environment: the challenge ahead. Carcinogenesis (2015). DOI: 10.1093/carcin/bgv039.
Justin Treas, Tulika Tyagi, Kamaleshwar P. Singh. Chronic exposure to arsenic, estrogen, and their combination causes increased growth and transformation in human prostate epithelial cells potentially by hypermethylation-mediated silencing ofMLH1. The Prostate (2013). DOI: 10.1002/pros.22701.
W. H. Goodson, L. Lowe, et al. Assessing the carcinogenic potential of low-dose exposures to chemical mixtures in the environment: the challenge ahead. Carcinogenesis (2015). DOI: 10.1093/carcin/bgv039.