Un estudio reciente realizado en Estados Unidos anima a pensar en la vejez como un remanso de paz, que llega tras haber superado las vicisitudes vitales, al menos en una gran parte de los casos.
Según los resultados de dicha investigación, realizada en el Population Research Center de la Universidad de Tejas en Austin, a partir de los 60 años nos alcanzan sentimientos de paz, de calma, de satisfacción y de alivio.
Los investigadores Catherine Ross y John Mirowsky explican, en la revista especializada Social Science and Medicine, que con la edad la calidad de las emociones puede cambiar de un tono negativo a uno positivo. Asimismo, los sentimientos también pueden pasar de más activos a más pasivos.
Madurez y decadencia
El cambio positivo en los sentimientos humanos con la vejez es coherente con la perspectiva que otorga la madurez, señalan los científicos. El paso de sentimientos activos (agitación) a sentimientos pasivos (serenidad) concuerda con la perspectiva del declive. La edad, en definitiva, indica al mismo tiempo madurez y decadencia.
Investigaciones previas sobre las emociones de la gente mayor se habían centrado en las emociones negativas de ésta, explica la Universidad de Tejas en un comunicado. Sin embargo, una segunda dimensión subyacente de las emociones es la dimensión –menos investigada- de las emociones activas en contraposición a las emociones pasivas. Esta dimensión resulta esencial para poder explicar la manera en que los sentimientos humanos se transforman a medida que la gente envejece.
Según Ross, “la combinación pasivo/positiva revela que la satisfacción, la calma y el alivio son algunas de las emociones más comunes entre la gente mayor. Aquellas emociones a la vez activas y negativas, como la ansiedad o la ira, son especialmente raras entre los ancianos”.
A esta conclusión llegaron los investigadores tras examinar un total de 1.450 respuestas de la Encuesta General de la Sociedad de Estados Unidos (del año 1996), llevada a cabo por el National Opinion Research Center, y que incluyó a gente de 18 años en adelante.
Otras variables
La distribución por género de la muestra empleada por los investigadores fue de un 56% de mujeres y de un 44% de hombres, con una distribución racial del 81% de blancos, un 14% de afroamericanos y de un 5% de otras razas.
Los participantes en esta encuesta habían respondido a preguntas como “cuantos días durante la pasada semana se ha sentido usted… mal, triste, solo, ansioso y tenso, preocupado, indignado, tranquilo, aliviado, feliz, etc.”. Los científicos agruparon las emociones descritas por los encuestados en cuatro categorías: activas, pasivas, positivas y negativas.
Además de descubrir la abundancia de sensaciones positivas y pasivas que invaden a los ancianos, la investigación sirvió para revelar que las mujeres tienen en general más emociones negativas que positivas, y más emociones pasivas que activas que los hombres.
Asimismo, los participantes con niveles más altos de ingresos y de educación disfrutaban de emociones significativamente más positivas que las personas con niveles bajos de ingresos y estudios.
Bienestar general
El presente estudio respalda los resultados de una investigación anterior llevada a cabo en la Universidad de Chicago (Estados Unidos). En un comunicado de dicha universidad, publicado el pasado abril, la profesora de sociología Yang Yang, autora del estudio, declaró que “comprender la felicidad es importante para calibrar nuestra calidad de vida. La medida de nuestra felicidad refleja la medida en que la sociedad cubre las necesidades de la gente”.
Yang Yang describió también sus hallazgos en otro artículo aparecido en la American Sociological Review, publicación oficial de la American Sociological Association.
Su estudio abarcó el análisis de las respuestas de más de 28.000 personas de edades comprendidas entre los 18 y los 88 años, revelando que las personas con más edad son las que se consideran más felices.
Según Yang, esto se debe a que, con la edad se desarrollan características psicosociales positivas, como la autoestima. Los signos de madurez contribuyen a desarrollar a su vez un bienestar general.
Cuestión de experiencia
Por último, en 2006, otro estudio de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (también Estados Unidos), llevado a cabo con un total de 540 adultos de diversas edades, reveló que la vejez trae consigo cierta felicidad, a veces inesperada para los jóvenes y para los propios mayores.
La razón de este bienestar, según publicó el Journal of Happiness Studies: el hecho de que, con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida. Por esa razón, es en la vejez cuando somos más capaces de sentirnos más felices a pesar de que, objetivamente, hayamos entrado en la decadencia física.
Según los resultados de dicha investigación, realizada en el Population Research Center de la Universidad de Tejas en Austin, a partir de los 60 años nos alcanzan sentimientos de paz, de calma, de satisfacción y de alivio.
Los investigadores Catherine Ross y John Mirowsky explican, en la revista especializada Social Science and Medicine, que con la edad la calidad de las emociones puede cambiar de un tono negativo a uno positivo. Asimismo, los sentimientos también pueden pasar de más activos a más pasivos.
Madurez y decadencia
El cambio positivo en los sentimientos humanos con la vejez es coherente con la perspectiva que otorga la madurez, señalan los científicos. El paso de sentimientos activos (agitación) a sentimientos pasivos (serenidad) concuerda con la perspectiva del declive. La edad, en definitiva, indica al mismo tiempo madurez y decadencia.
Investigaciones previas sobre las emociones de la gente mayor se habían centrado en las emociones negativas de ésta, explica la Universidad de Tejas en un comunicado. Sin embargo, una segunda dimensión subyacente de las emociones es la dimensión –menos investigada- de las emociones activas en contraposición a las emociones pasivas. Esta dimensión resulta esencial para poder explicar la manera en que los sentimientos humanos se transforman a medida que la gente envejece.
Según Ross, “la combinación pasivo/positiva revela que la satisfacción, la calma y el alivio son algunas de las emociones más comunes entre la gente mayor. Aquellas emociones a la vez activas y negativas, como la ansiedad o la ira, son especialmente raras entre los ancianos”.
A esta conclusión llegaron los investigadores tras examinar un total de 1.450 respuestas de la Encuesta General de la Sociedad de Estados Unidos (del año 1996), llevada a cabo por el National Opinion Research Center, y que incluyó a gente de 18 años en adelante.
Otras variables
La distribución por género de la muestra empleada por los investigadores fue de un 56% de mujeres y de un 44% de hombres, con una distribución racial del 81% de blancos, un 14% de afroamericanos y de un 5% de otras razas.
Los participantes en esta encuesta habían respondido a preguntas como “cuantos días durante la pasada semana se ha sentido usted… mal, triste, solo, ansioso y tenso, preocupado, indignado, tranquilo, aliviado, feliz, etc.”. Los científicos agruparon las emociones descritas por los encuestados en cuatro categorías: activas, pasivas, positivas y negativas.
Además de descubrir la abundancia de sensaciones positivas y pasivas que invaden a los ancianos, la investigación sirvió para revelar que las mujeres tienen en general más emociones negativas que positivas, y más emociones pasivas que activas que los hombres.
Asimismo, los participantes con niveles más altos de ingresos y de educación disfrutaban de emociones significativamente más positivas que las personas con niveles bajos de ingresos y estudios.
Bienestar general
El presente estudio respalda los resultados de una investigación anterior llevada a cabo en la Universidad de Chicago (Estados Unidos). En un comunicado de dicha universidad, publicado el pasado abril, la profesora de sociología Yang Yang, autora del estudio, declaró que “comprender la felicidad es importante para calibrar nuestra calidad de vida. La medida de nuestra felicidad refleja la medida en que la sociedad cubre las necesidades de la gente”.
Yang Yang describió también sus hallazgos en otro artículo aparecido en la American Sociological Review, publicación oficial de la American Sociological Association.
Su estudio abarcó el análisis de las respuestas de más de 28.000 personas de edades comprendidas entre los 18 y los 88 años, revelando que las personas con más edad son las que se consideran más felices.
Según Yang, esto se debe a que, con la edad se desarrollan características psicosociales positivas, como la autoestima. Los signos de madurez contribuyen a desarrollar a su vez un bienestar general.
Cuestión de experiencia
Por último, en 2006, otro estudio de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (también Estados Unidos), llevado a cabo con un total de 540 adultos de diversas edades, reveló que la vejez trae consigo cierta felicidad, a veces inesperada para los jóvenes y para los propios mayores.
La razón de este bienestar, según publicó el Journal of Happiness Studies: el hecho de que, con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida. Por esa razón, es en la vejez cuando somos más capaces de sentirnos más felices a pesar de que, objetivamente, hayamos entrado en la decadencia física.