Foto: AP.
A menudo, las supersticiones son consideradas como irracionales e insignificantes. Sin embargo, un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Colonia, en Alemania, ha revelado que verdaderamente influyen en la eficacia de ciertas acciones.
Lyssan Damish, psicólogo social de dicha Universidad y una de las autoras de la investigación, junto a sus colaboradores Barbara Stoberock y Thomas Mussweiler, sentía interés por la actitud supersticiosa de los deportistas en partidos y encuentros deportivos.
Según explica Lyssan Damish, en declaraciones recogidas en un comunicado de la revista Psychological Science, en muchos deportes se observa cómo a menudo los deportistas, incluso los más famosos, mantienen sus propias supersticiones y amuletos de la buena suerte.
Por ejemplo, el jugador de baloncesto de la NBA, Michael Jordan, llevaba siempre los pantalones cortos de su equipo universitario debajo del uniforme de los Chicago Bulls cada vez que jugaba un partido con este equipo. La FIFA ha dedicado algunos de sus informes a las supersticiones de los jugadores y de los entrenadores.
Damish pensó que las creencias supersticiosas podían influir realmente en el éxito del juego de los deportistas, al incrementar su confianza. Para comprobarlo empíricamente, la investigadora y sus colaboradores diseñaron un conjunto de experimentos en los que se activaron las creencias supersticiosas de los participantes, con el fin de constatar hasta qué punto éstas funcionaban.
Cuatro experimentos
Los científicos idearon cuatro experimentos en los que la superstición de los voluntarios fue incrementada mediante una frase, una acción (como cruzar los dedos) o un talismán de la buena suerte.
Según publica la revista Physorg, los efectos de las creencias supersticiosas fueron medidos en el rendimiento de los participantes en actividades de agilidad motora, memoria, resolución de anagramas o jugando al golf.
En el primer experimento, a los voluntarios se les entregó, bien una “pelota de golf de la suerte”, bien una pelota de golf corriente, y se les pidió que jugaran con ellas al golf. En el segundo experimento, los participantes tuvieron que realizar una tarea de agilidad motora que consistió en inclinar un cubo con una red de 36 agujeros hasta conseguir introducir en ellos 36 bolas.
En este caso, a la mitad de los voluntarios se les indicó, simplemente, que debían iniciar el juego, mientras que a la otra mitad se les dijo una frase del tipo “cruzaré los dedos por ti”.
En el tercer y cuarto experimento, los participantes llevaron talismanes de la buena suerte propios, que los investigadores les quitaron diciéndoles que los iban a fotografiar. Sólo a la mitad de los voluntarios les fueron devueltos sus talismanes, mientras que al resto se les dijo que había habido problemas con la cámara, y los talismanes debían permanecer en otra sala.
Antes de realizar la tarea del tercer experimento, a los participantes se les realizó un cuestionario para evaluar su grado de confianza y optimismo con respecto a ella. Esta tarea consistió en un ejercicio de memoria en el que los voluntarios tenían que emparejar cartas colocadas boca abajo.
En el cuarto experimento, de nuevo una mitad de los participantes pudo tener sus talismanes, mientras que la otra mitad no. También completaron un cuestionario, antes de realizar un anagrama que consistió en formar todas las palabras que pudieron a partir de un grupo de ocho letras.
Lyssan Damish, psicólogo social de dicha Universidad y una de las autoras de la investigación, junto a sus colaboradores Barbara Stoberock y Thomas Mussweiler, sentía interés por la actitud supersticiosa de los deportistas en partidos y encuentros deportivos.
Según explica Lyssan Damish, en declaraciones recogidas en un comunicado de la revista Psychological Science, en muchos deportes se observa cómo a menudo los deportistas, incluso los más famosos, mantienen sus propias supersticiones y amuletos de la buena suerte.
Por ejemplo, el jugador de baloncesto de la NBA, Michael Jordan, llevaba siempre los pantalones cortos de su equipo universitario debajo del uniforme de los Chicago Bulls cada vez que jugaba un partido con este equipo. La FIFA ha dedicado algunos de sus informes a las supersticiones de los jugadores y de los entrenadores.
Damish pensó que las creencias supersticiosas podían influir realmente en el éxito del juego de los deportistas, al incrementar su confianza. Para comprobarlo empíricamente, la investigadora y sus colaboradores diseñaron un conjunto de experimentos en los que se activaron las creencias supersticiosas de los participantes, con el fin de constatar hasta qué punto éstas funcionaban.
Cuatro experimentos
Los científicos idearon cuatro experimentos en los que la superstición de los voluntarios fue incrementada mediante una frase, una acción (como cruzar los dedos) o un talismán de la buena suerte.
Según publica la revista Physorg, los efectos de las creencias supersticiosas fueron medidos en el rendimiento de los participantes en actividades de agilidad motora, memoria, resolución de anagramas o jugando al golf.
En el primer experimento, a los voluntarios se les entregó, bien una “pelota de golf de la suerte”, bien una pelota de golf corriente, y se les pidió que jugaran con ellas al golf. En el segundo experimento, los participantes tuvieron que realizar una tarea de agilidad motora que consistió en inclinar un cubo con una red de 36 agujeros hasta conseguir introducir en ellos 36 bolas.
En este caso, a la mitad de los voluntarios se les indicó, simplemente, que debían iniciar el juego, mientras que a la otra mitad se les dijo una frase del tipo “cruzaré los dedos por ti”.
En el tercer y cuarto experimento, los participantes llevaron talismanes de la buena suerte propios, que los investigadores les quitaron diciéndoles que los iban a fotografiar. Sólo a la mitad de los voluntarios les fueron devueltos sus talismanes, mientras que al resto se les dijo que había habido problemas con la cámara, y los talismanes debían permanecer en otra sala.
Antes de realizar la tarea del tercer experimento, a los participantes se les realizó un cuestionario para evaluar su grado de confianza y optimismo con respecto a ella. Esta tarea consistió en un ejercicio de memoria en el que los voluntarios tenían que emparejar cartas colocadas boca abajo.
En el cuarto experimento, de nuevo una mitad de los participantes pudo tener sus talismanes, mientras que la otra mitad no. También completaron un cuestionario, antes de realizar un anagrama que consistió en formar todas las palabras que pudieron a partir de un grupo de ocho letras.
La superstición funciona
Los resultados obtenidos de estos cuatro experimentos demostraron que las supersticiones, realmente, sirven para aumentar el rendimiento individual. Así, en el juego de golf aquellos participantes que tenían la “bola de la suerte” realizaron su tarea significativamente mejor que los otros.
En el segundo experimento, aquellos individuos a los que se les había dicho una frase relacionada con la buena suerte la realizaron la tarea de agilidad motora más rápido y mejor que los demás.
En el tercer y cuarto experimentos se comprobó que el rendimiento mejoraba en función de los cambios en la percepción individual de la auto-eficacia, relacionados con el hecho de tener o no los talismanes de la suerte respectivos. Estos talismanes hacían sentir a los participantes más confiados y capaces de resolver sus tareas.
Asimismo, los resultados obtenidos en el cuarto experimento demostraron que el rendimiento de los voluntarios aumentó porque sus creencias supersticiosas los impulsaron a ser más persistentes en su tarea, y a intentarla con más ahínco.
Como condiciona
Esta investigación sería la primera que constata que las supersticiones positivas afectan de manera beneficiosa al rendimiento futuro y también es la primera en demostrar que la superstición funciona incluso cuando es activada por otras personas.
El estudio aporta asimismo una explicación sobre el funcionamiento de las supersticiones. En cada caso, éstas funcionaron otorgando a los participantes mayor confianza en sus propias capacidades, lo que a su vez hizo aumentar el rendimiento de éstos, así como su ánimo y su persistencia hasta obtener el éxito deseado.
En un estudio futuro, Damisch y sus colaboradores analizarán los efectos de las supersticiones negativas, para ver como afectan éstas al empeño y al rendimiento en determinadas tareas.
Los investigadores han detallado los resultados de la presente investigación en un artículo aparecido en la revista Psychological Science, que publica la Association for Psychological Science de Estados Unidos.
Los resultados obtenidos de estos cuatro experimentos demostraron que las supersticiones, realmente, sirven para aumentar el rendimiento individual. Así, en el juego de golf aquellos participantes que tenían la “bola de la suerte” realizaron su tarea significativamente mejor que los otros.
En el segundo experimento, aquellos individuos a los que se les había dicho una frase relacionada con la buena suerte la realizaron la tarea de agilidad motora más rápido y mejor que los demás.
En el tercer y cuarto experimentos se comprobó que el rendimiento mejoraba en función de los cambios en la percepción individual de la auto-eficacia, relacionados con el hecho de tener o no los talismanes de la suerte respectivos. Estos talismanes hacían sentir a los participantes más confiados y capaces de resolver sus tareas.
Asimismo, los resultados obtenidos en el cuarto experimento demostraron que el rendimiento de los voluntarios aumentó porque sus creencias supersticiosas los impulsaron a ser más persistentes en su tarea, y a intentarla con más ahínco.
Como condiciona
Esta investigación sería la primera que constata que las supersticiones positivas afectan de manera beneficiosa al rendimiento futuro y también es la primera en demostrar que la superstición funciona incluso cuando es activada por otras personas.
El estudio aporta asimismo una explicación sobre el funcionamiento de las supersticiones. En cada caso, éstas funcionaron otorgando a los participantes mayor confianza en sus propias capacidades, lo que a su vez hizo aumentar el rendimiento de éstos, así como su ánimo y su persistencia hasta obtener el éxito deseado.
En un estudio futuro, Damisch y sus colaboradores analizarán los efectos de las supersticiones negativas, para ver como afectan éstas al empeño y al rendimiento en determinadas tareas.
Los investigadores han detallado los resultados de la presente investigación en un artículo aparecido en la revista Psychological Science, que publica la Association for Psychological Science de Estados Unidos.