El océano alberga una inmensa cantidad de energía renovable y limpia, y podría convertirse en una importante solución a los problemas energéticos de nuestro mundo, si científicos e ingenieros consiguen desarrollar los dispositivos necesarios para extraer esa energía del mar.
Uno de los intentos más recientes es el del proyecto Anaconda Wave Energy Converter, de la compañía Chekmate Seaenergy, del Reino Unido.
Aunque se encuentra aún en los estadios iniciales de su desarrollo, sus creadores consideran que Anaconda podría suponer el ahorro de muchos millones de toneladas de dióxido de carbono, una vez que se convierta en generador de energía de gran potencia.
Nuevo concepto
Según explican los científicos, Anaconda es un nuevo concepto de conversión de la energía de las olas. Consiste en un tubo de caucho lleno de agua, que se coloca en el mar. Está cerrado por sus dos extremos, y se ancla en el fondo oceánico colocado frente a las corrientes.
Cuando las olas golpean el tubo de caucho lleno de agua, se forma en el agua interior un abombamiento que viaja a una velocidad que viene determinada tanto por la geometría del tubo como por las propiedades del material que lo forman.
Anaconda está diseñado para que la velocidad de este abombamiento esté cercana a la de las olas exteriores. En estas condiciones, los abombamientos aumentan a medida que avanzan por el tubo, reuniendo la energía del oleaje. Así, según explica el Engineering and Physical Sciences Research Council, la ola que viaja por fuera del tubo, junto al abombamiento interior del agua de éste, hace que dicho abombamiento sea cada vez mayor, y que alcance la turbina con la máxima potencia.
Aunque, hasta el momento, los científicos sólo han probado un modelo a escala, de 25 centímetros de ancho por ocho de largo, se espera que el modelo definitivo llegue a tener 200 metros de largo y siete metros de diámetro.
Con este tamaño, podrá generar un megavatio de energía a un precio de 12 céntimos por kilovatio/hora o quizás algo menos, un coste que resultaría competitivo frente al de otras tecnologías de energía mareomotriz.
Dispositivo ligero
El Anaconda definitivo estará fabricado con 100 toneladas de caucho, por lo que será excepcionalmente ligero en relación con el nivel de potencia que generará. Según sus creadores, este aparato no se parece a ninguna otra estructura marina.
Comparte, eso sí, algunas características con el Pelamis Wave Energy Converter, que desarrollado por la compañía escocesa Pelamis Wave Power, supuso la primera máquina a escala comercial del mundo generadora de electricidad a partir de la energía de las olas. En 2004 se instaló con éxito el primer prototipo del Pelamis en el European Marine Energy Centre de Orkney (Escocia).
Según los científicos, a pesar de estas características comunes entre el Pelamis y el Anaconda, este último sería mucho más adaptable, poseería mayor autonomía, y no seguiría necesariamente el movimiento de la superficie del agua.
Antes de que llegue a estar en pleno funcionamiento, hay planeados aún tres tipos de experimentos para obtener mediciones de las presiones internas, de los desplazamientos del tubo o de las fuerzas de amarre, entre otros factores. Los resultados aportarán nuevos conocimientos sobre los mecanismos del dispositivo
El océano como fuente energética
El modelo, señaló uno de los científicos del proyecto, el profesor de la Universidad de Southampton, John Chaplin, será más ligero y barato que otros diseños para la explotación energética de las olas. Por otro lado, su flexiblidad permitirá que tenga mayores posibilidades de supervivencia a las condiciones climáticas severas y a las grandes olas.
Este proyecto se engloba en otros que intentan sacar partido al océano como fuente energética. Y es que del mar se puede obtener energía de tres formas distintas: a partir de las mareas, de las olas o de los gradientes de temperatura.
En este último caso, se aprovecha la diferencia de temperatura entre el agua del fondo y de la superficie marina. En algunos proyectos se ha usado el agua caliente de la superficie para poner amoniaco en ebullición, y luego el agua fría del fondo para refrigerar este amoniaco y devolverlo al estado líquido. En este ciclo, el amoniaco pasa por una turbina generando electricidad.
En general, tal y como publicamos anteriormente en Tendencias21, cada vez es mayor el interés por el mar como fuente de energía. Diversos proyectos han intentado en los últimos años hacer más eficientes los recursos tecnológicos hidráulicos de generación de energía, imprescindibles en el actual contexto medioambiental y de la creciente demanda energética.
Uno de los intentos más recientes es el del proyecto Anaconda Wave Energy Converter, de la compañía Chekmate Seaenergy, del Reino Unido.
Aunque se encuentra aún en los estadios iniciales de su desarrollo, sus creadores consideran que Anaconda podría suponer el ahorro de muchos millones de toneladas de dióxido de carbono, una vez que se convierta en generador de energía de gran potencia.
Nuevo concepto
Según explican los científicos, Anaconda es un nuevo concepto de conversión de la energía de las olas. Consiste en un tubo de caucho lleno de agua, que se coloca en el mar. Está cerrado por sus dos extremos, y se ancla en el fondo oceánico colocado frente a las corrientes.
Cuando las olas golpean el tubo de caucho lleno de agua, se forma en el agua interior un abombamiento que viaja a una velocidad que viene determinada tanto por la geometría del tubo como por las propiedades del material que lo forman.
Anaconda está diseñado para que la velocidad de este abombamiento esté cercana a la de las olas exteriores. En estas condiciones, los abombamientos aumentan a medida que avanzan por el tubo, reuniendo la energía del oleaje. Así, según explica el Engineering and Physical Sciences Research Council, la ola que viaja por fuera del tubo, junto al abombamiento interior del agua de éste, hace que dicho abombamiento sea cada vez mayor, y que alcance la turbina con la máxima potencia.
Aunque, hasta el momento, los científicos sólo han probado un modelo a escala, de 25 centímetros de ancho por ocho de largo, se espera que el modelo definitivo llegue a tener 200 metros de largo y siete metros de diámetro.
Con este tamaño, podrá generar un megavatio de energía a un precio de 12 céntimos por kilovatio/hora o quizás algo menos, un coste que resultaría competitivo frente al de otras tecnologías de energía mareomotriz.
Dispositivo ligero
El Anaconda definitivo estará fabricado con 100 toneladas de caucho, por lo que será excepcionalmente ligero en relación con el nivel de potencia que generará. Según sus creadores, este aparato no se parece a ninguna otra estructura marina.
Comparte, eso sí, algunas características con el Pelamis Wave Energy Converter, que desarrollado por la compañía escocesa Pelamis Wave Power, supuso la primera máquina a escala comercial del mundo generadora de electricidad a partir de la energía de las olas. En 2004 se instaló con éxito el primer prototipo del Pelamis en el European Marine Energy Centre de Orkney (Escocia).
Según los científicos, a pesar de estas características comunes entre el Pelamis y el Anaconda, este último sería mucho más adaptable, poseería mayor autonomía, y no seguiría necesariamente el movimiento de la superficie del agua.
Antes de que llegue a estar en pleno funcionamiento, hay planeados aún tres tipos de experimentos para obtener mediciones de las presiones internas, de los desplazamientos del tubo o de las fuerzas de amarre, entre otros factores. Los resultados aportarán nuevos conocimientos sobre los mecanismos del dispositivo
El océano como fuente energética
El modelo, señaló uno de los científicos del proyecto, el profesor de la Universidad de Southampton, John Chaplin, será más ligero y barato que otros diseños para la explotación energética de las olas. Por otro lado, su flexiblidad permitirá que tenga mayores posibilidades de supervivencia a las condiciones climáticas severas y a las grandes olas.
Este proyecto se engloba en otros que intentan sacar partido al océano como fuente energética. Y es que del mar se puede obtener energía de tres formas distintas: a partir de las mareas, de las olas o de los gradientes de temperatura.
En este último caso, se aprovecha la diferencia de temperatura entre el agua del fondo y de la superficie marina. En algunos proyectos se ha usado el agua caliente de la superficie para poner amoniaco en ebullición, y luego el agua fría del fondo para refrigerar este amoniaco y devolverlo al estado líquido. En este ciclo, el amoniaco pasa por una turbina generando electricidad.
En general, tal y como publicamos anteriormente en Tendencias21, cada vez es mayor el interés por el mar como fuente de energía. Diversos proyectos han intentado en los últimos años hacer más eficientes los recursos tecnológicos hidráulicos de generación de energía, imprescindibles en el actual contexto medioambiental y de la creciente demanda energética.