Malos hábitos de sueño durante la adolescencia pueden influir en el desarrollo de comportamiento nocivos, como la adicción al alcohol y otras sustancias. Imagen: Jellaluna. Fuente: flickr Licencia: Creative Commons Attribution 2.0 Generic.
El consumo de alcohol por parte de los adolescentes es una preocupación para muchos padres. En nuestro país, según datos de la Encuesta Escolar sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) 2012-2013 presentados en 2014, este consumo ha ido en aumento en los últimos años entre los escolares de entre 14 y 18 años. Pero, ¿cuál es la mejor manera de evitar que los menores beban?
Algunos progenitores consideran que la mejor manera de hacerlo es enseñar a sus hijos a beber con responsabilidad, dándoles permiso para hacerlo en primer lugar en sus propias casas.
Sin embargo, en 2010, un estudio de la Radboud University Nijmegen, de Holanda, señaló que esta estrategia educativa no es una buena idea. Según sus resultados, obtenidos tras el análisis de 428 familias holandesas con niños de entre 13 y 15 años, los hijos adolescentes de padres que optan por esta actitud presentaban un riesgo elevado de desarrollar problemas relacionados con la bebida. Entre ellos, la dificultad para sacar los estudios, el absentismo escolar o las peleas con otros jóvenes.
A raíz de estas constataciones, los científicos holandeses recomendaron que, si se quiere reducir el riesgo de que los hijos se alcoholicen durante la adolescencia, se debe intentar retrasar lo más posible la edad en que éstos empiezan a beber.
La importancia de un diálogo continuado
Ahora, una nueva investigación realizada por especialistas de la Universidad de Búfalo (EEUU), en la que se analizó la manera en que los niños y adolescentes desarrollan su actitud ante el alcohol, incide de nuevo en la importancia de una actitud restrictiva de los padres hacia la bebida, para evitar el alcoholismo entre los adolescentes.
Según este estudio, los padres suelen ser muy claros a este respecto con sus hijos pequeños, a los que normalmente hablan de los peligros del alcohol en la infancia. Sin embargo, tienden a relajar esa vigilancia y a abandonar las conversaciones sobre el alcohol y sus efectos negativos cuando sus hijos se convierten en adolescentes.
Este hecho, según declaraciones de Craig Colder, psicólogo al cargo de la investigación, recogidas en un comunicado de la Universidad de Búfalo, tiene como consecuencia que se rompan las reglas sobre el consumo de alcohol establecidas durante la infancia. De hecho, cuanto más rápidamente se da esa ‘relajación’ de los padres a este respecto, “más rápidamente se produce el inicio en el consumo de bebidas alcohólicas” de los hijos, afirma Colder.
A esta conclusión se llegó tras realizar tres evaluaciones anuales de 378 padres y adolescentes. En la primera evaluación, los niños tenían de 10 a 11 años (edad en que la mayoría de los niños aún no se han iniciado en la bebida). La evaluación se repitió dos veces más, los dos años siguientes. Colder planea ahora hacer un seguimiento a esta mismas personas durante tres años más, para conocer más a fondo la evolución de la relación entre los adolescente y la bebida.
Algunos progenitores consideran que la mejor manera de hacerlo es enseñar a sus hijos a beber con responsabilidad, dándoles permiso para hacerlo en primer lugar en sus propias casas.
Sin embargo, en 2010, un estudio de la Radboud University Nijmegen, de Holanda, señaló que esta estrategia educativa no es una buena idea. Según sus resultados, obtenidos tras el análisis de 428 familias holandesas con niños de entre 13 y 15 años, los hijos adolescentes de padres que optan por esta actitud presentaban un riesgo elevado de desarrollar problemas relacionados con la bebida. Entre ellos, la dificultad para sacar los estudios, el absentismo escolar o las peleas con otros jóvenes.
A raíz de estas constataciones, los científicos holandeses recomendaron que, si se quiere reducir el riesgo de que los hijos se alcoholicen durante la adolescencia, se debe intentar retrasar lo más posible la edad en que éstos empiezan a beber.
La importancia de un diálogo continuado
Ahora, una nueva investigación realizada por especialistas de la Universidad de Búfalo (EEUU), en la que se analizó la manera en que los niños y adolescentes desarrollan su actitud ante el alcohol, incide de nuevo en la importancia de una actitud restrictiva de los padres hacia la bebida, para evitar el alcoholismo entre los adolescentes.
Según este estudio, los padres suelen ser muy claros a este respecto con sus hijos pequeños, a los que normalmente hablan de los peligros del alcohol en la infancia. Sin embargo, tienden a relajar esa vigilancia y a abandonar las conversaciones sobre el alcohol y sus efectos negativos cuando sus hijos se convierten en adolescentes.
Este hecho, según declaraciones de Craig Colder, psicólogo al cargo de la investigación, recogidas en un comunicado de la Universidad de Búfalo, tiene como consecuencia que se rompan las reglas sobre el consumo de alcohol establecidas durante la infancia. De hecho, cuanto más rápidamente se da esa ‘relajación’ de los padres a este respecto, “más rápidamente se produce el inicio en el consumo de bebidas alcohólicas” de los hijos, afirma Colder.
A esta conclusión se llegó tras realizar tres evaluaciones anuales de 378 padres y adolescentes. En la primera evaluación, los niños tenían de 10 a 11 años (edad en que la mayoría de los niños aún no se han iniciado en la bebida). La evaluación se repitió dos veces más, los dos años siguientes. Colder planea ahora hacer un seguimiento a esta mismas personas durante tres años más, para conocer más a fondo la evolución de la relación entre los adolescente y la bebida.
La mala calidad del sueño puede influir
Otra investigación reciente también ha arrojado resultados interesantes a este respecto. Realizada por expertos de la Universidad Estatal de Idaho (en EEUU) ha revelado que las dificultades para dormir en los adolescentes pueden predecir problemas posteriores vinculados al alcohol, como un consumo excesivo, la conducción bajo los efectos del alcohol o un comportamiento sexual de riesgo vinculado al consumo de bebidas y otras sustancias.
Investigaciones previas habían establecido que el cansancio elevado en la infancia servía de indicador de una respuesta de inhibición inferior en la edad adulta (al alcohol y otras sustancias adictivas). En el presente estudio, se examinó si las dificultades de sueño y las horas de sueño en la adolescencia también podían predecir problemas con dichas sustancias.
Para ello, se hicieron entrevistas y cuestionarios a 6.504 adolescentes (52% niñas y 48% niños) durante tres periodos de tiempo: 1994-1995, 1996, y 2001-2002. Se constató que las dificultades para dormir detectadas en la primera tanda de entrevistas predijeron significativamente los problemas interpersonales detectados en la segunda tanda de entrevistas y relacionados con el alcohol, el consumo excesivo de alcohol, la conducción bajo los efectos del alcohol, las situaciones sexuales de riesgo y los problemas relacionados con las drogas.
Los investigadores destacan, en consecuencia, la importancia del papel de los padres en los hábitos de sueño de sus hijos adolescentes: "Si los menores tienen dificultades para dormir es importante que los padres hablen con ellos y averigüen los factores que pueden estar causando el problema. Los padres podrían explicar a sus hijos, además, la importancia que el sueño tiene para ellos y hacerles ver que el sueño condiciona el desarrollo del cerebro y, por tanto, el autocontrol y el comportamiento. Los padres también pueden ayudar a sus hijos a mantener un horario regular de sueño; así como controlar las actividades de sus hijos antes de dormir, por ejemplo, evitando que pasen parte de la noche jugando a videojuegos o chateando con sus amigos”.
Otra investigación reciente también ha arrojado resultados interesantes a este respecto. Realizada por expertos de la Universidad Estatal de Idaho (en EEUU) ha revelado que las dificultades para dormir en los adolescentes pueden predecir problemas posteriores vinculados al alcohol, como un consumo excesivo, la conducción bajo los efectos del alcohol o un comportamiento sexual de riesgo vinculado al consumo de bebidas y otras sustancias.
Investigaciones previas habían establecido que el cansancio elevado en la infancia servía de indicador de una respuesta de inhibición inferior en la edad adulta (al alcohol y otras sustancias adictivas). En el presente estudio, se examinó si las dificultades de sueño y las horas de sueño en la adolescencia también podían predecir problemas con dichas sustancias.
Para ello, se hicieron entrevistas y cuestionarios a 6.504 adolescentes (52% niñas y 48% niños) durante tres periodos de tiempo: 1994-1995, 1996, y 2001-2002. Se constató que las dificultades para dormir detectadas en la primera tanda de entrevistas predijeron significativamente los problemas interpersonales detectados en la segunda tanda de entrevistas y relacionados con el alcohol, el consumo excesivo de alcohol, la conducción bajo los efectos del alcohol, las situaciones sexuales de riesgo y los problemas relacionados con las drogas.
Los investigadores destacan, en consecuencia, la importancia del papel de los padres en los hábitos de sueño de sus hijos adolescentes: "Si los menores tienen dificultades para dormir es importante que los padres hablen con ellos y averigüen los factores que pueden estar causando el problema. Los padres podrían explicar a sus hijos, además, la importancia que el sueño tiene para ellos y hacerles ver que el sueño condiciona el desarrollo del cerebro y, por tanto, el autocontrol y el comportamiento. Los padres también pueden ayudar a sus hijos a mantener un horario regular de sueño; así como controlar las actividades de sus hijos antes de dormir, por ejemplo, evitando que pasen parte de la noche jugando a videojuegos o chateando con sus amigos”.
Referencias bibliográficas:
Jennifer M. Zehe, Craig R. Colder. A latent growth curve analysis of alcohol-use specific parenting and adolescent alcohol use. Addictive Behaviors (2014. DOI: 10.1016/j.addbeh.2014.05.003.
Maria M. Wong, Gail C. Robertson, Rachel B. Dyson. Prospective Relationship Between Poor Sleep and Substance-Related Problems in a National Sample of Adolescents. Alcoholism: Clinical and Experimental Research (2015). DOI: 10.1111/acer.12618.
Jennifer M. Zehe, Craig R. Colder. A latent growth curve analysis of alcohol-use specific parenting and adolescent alcohol use. Addictive Behaviors (2014. DOI: 10.1016/j.addbeh.2014.05.003.
Maria M. Wong, Gail C. Robertson, Rachel B. Dyson. Prospective Relationship Between Poor Sleep and Substance-Related Problems in a National Sample of Adolescents. Alcoholism: Clinical and Experimental Research (2015). DOI: 10.1111/acer.12618.