Medición de las ondas cerebrales de los estudiantes mientras experimentan con videojuegos que simulan entornos para robots autónomos. Crédito: Douglas Levere, Universidad de Búfalo.
Investigadores de la Universidad de Búfalo, en Nueva York, han convocado a 25 personas para estudiar sus ondas cerebrales y movimientos oculares mientras se entretienen con un videojuego.
La finalidad de este experimento es usar la información obtenida para construir una Inteligencia Artificial (IA) avanzada que pueda coordinar la actividad de flotas de robots militares autónomos en un campo de batalla o en una situación de emergencia.
La universidad ha recibido una financiación de 316.000 dólares aportados por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa, más conocida por su acrónimo DARPA, que pertenece al Pentágono y está especializada en el desarrollo de nuevas tecnologías de uso militar.
La IA avanzada que los investigadores pretenden obtener de esta investigación debe tener la capacidad de coordinar la actividad de 250 robots autónomos, tanto en el suelo como en el aire, para que esta flota robótica pueda navegar y ser operativa en entornos impredecibles.
Esa IA avanzada será una forma de inteligencia artificial conocida como inteligencia de enjambre, inspirada en los sistemas biológicos.
Su finalidad es dotar a un sistema formado por agentes simples de la capacidad de interactuar entre ellos y con el entorno, de tal forma que consigan entre todos adoptar un comportamiento global complejo.
El objetivo de esta investigación es desarrollar una inteligencia de enjambre aplicada a un conjunto de robots simples y baratos que les permita dominar una reacción de comportamiento compleja.
Sentido de la investigación
La experiencia de estudiar las ondas cerebrales de 25 jóvenes mientras interactúan con un videojuego ahorrará mucho tiempo a la programación de cada uno de los robots.
Cada persona participará en seis o siete juegos, de entre cinco y diez minutos de duración cada uno, con diferentes configuraciones aleatorias y niveles de complejidad.
Son juegos de estrategia que se basan en el tiempo necesario para tomar decisiones sobre el uso de recursos para construir unidades y derrotar a los rivales. Siguen la tónica de los conocidos videojuegos de estrategia StarCraft, Stellaris y Company of Heroes (CoH).
La experiencia servirá para medir las estrategias de los participantes en las decisiones que deben tomar en cada momento del juego y obtener los algoritmos que serán necesarios después para la programación de los robots.
Además de registrar las decisiones que toman los jugadores, los investigadores rastrearán sus movimientos oculares con cámaras de alta velocidad y su actividad cerebral a través de electroencefalogramas.
La finalidad de este experimento es usar la información obtenida para construir una Inteligencia Artificial (IA) avanzada que pueda coordinar la actividad de flotas de robots militares autónomos en un campo de batalla o en una situación de emergencia.
La universidad ha recibido una financiación de 316.000 dólares aportados por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa, más conocida por su acrónimo DARPA, que pertenece al Pentágono y está especializada en el desarrollo de nuevas tecnologías de uso militar.
La IA avanzada que los investigadores pretenden obtener de esta investigación debe tener la capacidad de coordinar la actividad de 250 robots autónomos, tanto en el suelo como en el aire, para que esta flota robótica pueda navegar y ser operativa en entornos impredecibles.
Esa IA avanzada será una forma de inteligencia artificial conocida como inteligencia de enjambre, inspirada en los sistemas biológicos.
Su finalidad es dotar a un sistema formado por agentes simples de la capacidad de interactuar entre ellos y con el entorno, de tal forma que consigan entre todos adoptar un comportamiento global complejo.
El objetivo de esta investigación es desarrollar una inteligencia de enjambre aplicada a un conjunto de robots simples y baratos que les permita dominar una reacción de comportamiento compleja.
Sentido de la investigación
La experiencia de estudiar las ondas cerebrales de 25 jóvenes mientras interactúan con un videojuego ahorrará mucho tiempo a la programación de cada uno de los robots.
Cada persona participará en seis o siete juegos, de entre cinco y diez minutos de duración cada uno, con diferentes configuraciones aleatorias y niveles de complejidad.
Son juegos de estrategia que se basan en el tiempo necesario para tomar decisiones sobre el uso de recursos para construir unidades y derrotar a los rivales. Siguen la tónica de los conocidos videojuegos de estrategia StarCraft, Stellaris y Company of Heroes (CoH).
La experiencia servirá para medir las estrategias de los participantes en las decisiones que deben tomar en cada momento del juego y obtener los algoritmos que serán necesarios después para la programación de los robots.
Además de registrar las decisiones que toman los jugadores, los investigadores rastrearán sus movimientos oculares con cámaras de alta velocidad y su actividad cerebral a través de electroencefalogramas.
Entorno simulado para demostrar cómo los robots autónomos de aire y tierra pueden trabajar juntos imitando ondas cerebrales humanas. Crédito: Douglas Levere, Universidad de Búfalo.
Algoritmos de IA
Los investigadores utilizarán los datos obtenidos de los participantes para crear algoritmos de inteligencia artificial que guíen el comportamiento de los robots autónomos aéreos y terrestres.
El objetivo no es crear un sistema de inteligencia artificial que imite el comportamiento de los jugadores, sino que se comporte según la misma lógica que provoca las actuaciones humanas: en esos consiste el sistema de inteligencia avanzada pretendido.
El resultado final será que centenares de robots implicados en una misma misión, puedan adaptarse, por ejemplo, a un escenario de pérdida de visibilidad por humo mediante algoritmos basados en el comportamiento de los jugadores del experimento.
El objetivo final es bastante disruptivo, porque muchas de las aplicaciones que se realizan en la actualidad para la IA son para entornos deterministas y previsibles.
Lo que pretende esta investigación es proporcionar a robots la misma capacidad que tenemos los seres humanos para reaccionar a situaciones imprevistas (no programadas).
Eso es lo que pretende captar el experimento de la Universidad de Búfalo y transmitir a una máquina compleja de 250 unidades robóticas.
La IA ha experimentado recientemente significativos progresos, como la capacidad de reconstruir pensamientos humanos, de leer la mente, o de escuchar los pensamientos.
La nueva investigación va todavía más lejos, al pretender replicar en máquinas reacciones humanas en entornos abiertos, aprendidas durante un videojuego.
Los investigadores utilizarán los datos obtenidos de los participantes para crear algoritmos de inteligencia artificial que guíen el comportamiento de los robots autónomos aéreos y terrestres.
El objetivo no es crear un sistema de inteligencia artificial que imite el comportamiento de los jugadores, sino que se comporte según la misma lógica que provoca las actuaciones humanas: en esos consiste el sistema de inteligencia avanzada pretendido.
El resultado final será que centenares de robots implicados en una misma misión, puedan adaptarse, por ejemplo, a un escenario de pérdida de visibilidad por humo mediante algoritmos basados en el comportamiento de los jugadores del experimento.
El objetivo final es bastante disruptivo, porque muchas de las aplicaciones que se realizan en la actualidad para la IA son para entornos deterministas y previsibles.
Lo que pretende esta investigación es proporcionar a robots la misma capacidad que tenemos los seres humanos para reaccionar a situaciones imprevistas (no programadas).
Eso es lo que pretende captar el experimento de la Universidad de Búfalo y transmitir a una máquina compleja de 250 unidades robóticas.
La IA ha experimentado recientemente significativos progresos, como la capacidad de reconstruir pensamientos humanos, de leer la mente, o de escuchar los pensamientos.
La nueva investigación va todavía más lejos, al pretender replicar en máquinas reacciones humanas en entornos abiertos, aprendidas durante un videojuego.