Estados Unidos ha sucumbido a una atracción gravitatoria que le lleva a un renacimiento que muchos todavía se niegan a reconocer, destaca en un artículo The Washington Post, comentando la victoria de Obama en su carrera hacia la presidencia.

Lo primero que ha quedado claro, señala el diario norteamericano, es que Estados Unidos está preparado para tener un presidente de raza negra. Es mucho, conociendo la historia del país y sus antecedentes de esclavitud y racismo. Pero la cuestión es: ¿cuánta capacidad de cambio más refleja esta elección?

The Nation, que califica la victoria de Obama como la “última derrota de la supremacía blanca”, va más lejos y señala que el cambio que se avecina irá mucho más lejos de lo que nadie hoy pueda imaginarse por la propia dinámica de la vida. Sitúa el origen del triunfo de Obama en Luther King y otros mártires de los derechos civiles.

Más circunspecto, The Washington Post señala que las elecciones reflejan sobre todo el carácter de una nación, su temperamento y estado de ánimo, sin que por ello pueda explicarse claramente el por qué del triunfo de Obama en este momento de la historia del país.

Reconoce la importancia de los latinos y afroamericanos en la evolución que ha llevado a la situación actual. Pero también se refiere a la generación Milennials, los hijos de la Generación X, jóvenes adictos a la tecnología, sobre-estimulados por la sociedad actual y que, sin ser rebeldes o escépticos como sus antecesores, son optimistas y colaboradores.

Para The Washington Post, esta generación, independientemente de su raza u origen social, está ayudando a definir estos tiempos a través de su dominio de Internet y de sus ideas fronterizas sobre la interacción social. Forman parte del escenario que ha aupado a Obama a la Casa Blanca y pueden haber encontrado por fin a su primer presidente, señala el diario.

A ellos hay que añadir el movimiento de los californianos y los nuevos inmigrantes a Estados como New Mexico, Colorado y Nevada, que también está cambiando la imagen de la “ciudad sobre la colina” que pretende ser modelo para el resto del mundo.

Los análisis son lúcidos para explicar el inédito relevo en la Casa Blanca, pero luego viene el día a día, los retos a los que se enfrenta Obama (particularmente la crisis económica o la guerra de Irak), que poco saben del color o la historia de un presidente y que reclaman visiones mucho más audaces y una libertad de acción que el propio sistema norteamericano no concede totalmente a sus elegidos. Esta evidencia recuerda, salvando todas las distancias, al hombre acorralado que describiera Graham Greene en “El revés de la trama”.