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Las embarazadas varían la genética del embrión, sea o no suyo el óvulo  23/09/2015

Microscopía electrónica de la unión de un exoma materno a una célula de embrión de ratón. Fuente: IVI.

Investigadores de la Fundación del Instituto Valenciano de Infertilidad (de titularidad privada) han demostrado la comunicación entre gestante y embrión, suficiente para modificar el genoma del futuro bebé.

Con este trabajo, los autores han confirmado la conocida como hipótesis Barker. Formulada por el epidemiólogo inglés David Barker en 1990, afirma que “lo que sucede en el útero materno es más importante que lo que sucede tras el nacimiento”.

El hallazgo sostiene que la madre puede variar la información genética del hijo, incluso si el óvulo es de una donante o si se recurre a un vientre de alquiler (gestante subrogada).

Además, este estudio alerta a aquellas personas que optan por un vientre de alquiler (en los países en los que está legalmente permitido) sobre la importancia de la madre de sustitución y el papel que desempeña en dicho vínculo con el embrión.

“Este hallazgo muestra un intercambio entre endometrio y embrión, algo que ya sospechábamos por la coincidencia de algunos rasgos físicos entre madres e hijos de ovodonación, así como por la incidencia de enfermedades en los niños relacionados con patologías maternas durante la gestación, como obesidad o tabaquismo”, señala el investigador Felipe Vilella.

La transmisión de moléculas entre gestante y embrión se produce antes de que este se implante en el endometrio. Esto es así porque cuando se produce la fecundación, el embrión tarda unos cinco días en trasladarse desde las trompas de Falopio hasta la cavidad uterina. Una vez allí, la implantación no se produce hasta las siguientes 24 a 36 horas, momento en que se adhiere al endometrio.

Durante ese tiempo es cuando la gestante secreta su líquido endometrial con información genética que es tomada por el embrión, modificando así su desarrollo. Esta información no es otra que microARNs que se internalizan al embrión y lo modifican transcripcionalmente, lo que hace que se expresen proteínas que favorecen su implantación. “Es como si la madre le dijera al embrión "mi endometrio está listo”, explica Villela.

“Esta comunicación puede provocar que en el embrión se expresen o se inhiban funciones específicas, como muestra la transmisión de diversas enfermedades”, afirman los autores.


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SINC

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