Al fin se ha marchado, aunque no sabemos a dónde. Manu Leguineche se fue como vivió: en silencio y aislado, pero muy querido por todos. Universalmente reconocido como una gran persona y un gran profesional que vivió con pasión el periodismo de su época. También quiso apuntarse al nuevo periodismo y se incorporó al proyecto Tendencias (hoy T21) desde sus inicios, allá por 1988, y siguió de cerca sus primeros pasos editoriales. Luego vino la enfermedad, la cruel y larga enfermedad, una experiencia que no merecen los gigantes de la historia, y que para Manu significó que todas las batallas se pierden.

Si, como dicen los físicos, el tiempo y el espacio forman un continuo, nosotros pensamos que la vida y la muerte también pueden representar el tránsito entre los universos múltiples que supone la física. Tal vez en algún lugar de un universo paralelo exista un panteón donde prosigan sus tertulias, partidas de mus y partidos de fútbol, grandes como Manu, Mandela y otros muchos que han jalonado la historia humana diciéndonos con su testimonio que otro mundo es posible y que debemos construirlo en nuestras vidas, aunque la sociedad ignore este oráculo y persista en empeorar las cosas cada año que pasa. Si esto es así, nosotros aspiramos a reencontrarnos con estos gigantes en esta utopía de los universos perdidos y seguir aprendiendo de su sabiduría más allá del tiempo y del espacio.