Las neuronas que procesan la información sensorial, como el tacto y la visión, están dispuestas con precisión y forman mapas que resultan cruciales para la transformación de la percepción en conocimiento.

Un estudio ha revelado que el hecho de nacer provoca en ratones una reducción de una sustancia química cerebral llamada serotonina, lo que a su vez ayuda a que se formen esos “mapas sensoriales”, que hacen posible dicha transformación.

En general, los mapas sensoriales son áreas del cerebro que responden a la estimulación sensorial, y que están espacialmente organizadas de acuerdo a alguna característica de la estimulación sensorial.

La investigación ha constatado, más concretamente, que el nacimiento de las crías de ratón es lo que provoca una reducción de los niveles de serotonina en el cerebro del recién nacido, lo que da lugar a la formación de los circuitos neuronales de la corteza barril (regiones de coloración oscura de cuatro capas de la corteza somatosensorial) y del núcleo geniculado lateral (NGL), un área del cerebro que procesa la información visual.

Los hallazgos arrojan luz sobre el papel clave de un evento ambiental dramático en el desarrollo de los circuitos neuronales, y revelan que el nacimiento en sí es uno de los factores desencadenantes que preparan a los recién nacidos para su supervivencia fuera del útero materno.

“Nuestros resultados demuestran claramente que el nacimiento tiene un papel activo en la formación del cerebro y en su maduración", explica el autor principal del estudio, Hiroshi Kawasaki, de la Universidad de Kanazawa en Japón, en declaraciones recogidas por Eurekalert.

"Hemos descubierto que el hecho de nacer regula la formación de circuitos neuronales no sólo en el sistema somatosensorial, sino también en el sistema visual. Por lo tanto, parece razonable especular que el nacimiento en realidad juega un papel más amplio para varias regiones del cerebro”, continúa Kawasaki.

Debido a que la serotonina también juega un papel clave en los trastornos mentales, es posible que las anomalías en los procesos de nacimiento y sus efectos sobre la señalización de la serotonina y el desarrollo cerebral subsiguiente pudieran aumentar el riesgo de enfermedades psiquiátricas, concluyen los científicos.


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