No sólo las enfermedades son contagiosas, los bostezos también. Aunque la mayoría de la gente es consciente de este fenómeno, normalmente por propia experiencia, nadie hasta ahora había dado con una explicación científica del mismo.

Investigadores del Museo de Historia Natural de la Universidad de Pisa y del Instituto de Ciencias y Tecnologías Cognitivas del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR-ISTC) acaban de dar con la primera pista conductual que indica que el contagio de un bostezo es un efecto rápido y frecuente que se produce entre dos personas que comparten un lazo empático, como por ejemplo amigos y familiares.

En el estudio se recopiló información de más de cien adultos de Italia y Madagascar durante un periodo de doce meses. En él se incluyó a más de 400 «parejas de bostezo» de distintas nacionalidades y grados de familiaridad: desconocidos, conocidos, amigos y familiares. El equipo los observó a todos en distintos contextos diarios, como en el tren, el trabajo o durante las comidas.

El análisis estadístico de estas situaciones mostró que la presencia y la frecuencia del contagio de los bostezos depende, sobre todo, de la calidad de la relación que une al que bosteza con el "contagiado". De hecho, es más probable que una persona "devuelva" el bostezo si el que bostezó en primer lugar es un ser querido.

El estudio reveló en este sentido una tendencia: la tasa de contagio fue mayor en respuesta a los familiares, a continuación a los conocidos y por último a los desconocidos.

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