La revista Search, de ciencia, religión y cultura, ha publicado un artículo firmado por el periodista estadounidense Nick Street, en el que se describe cómo una serie de investigadores norteamericanos están aplicando la meditación para ayudar a los veteranos de la guerra de Irak que han vuelto a casa traumatizados.
La sección de atención a veteranos de guerra del sistema sanitario de Estados Unidos podría estar pasando de los antidepresivos a las técnicas de meditación para tratar de ayudar a sus soldados traumatizados, señala Street.
Por ejemplo, explica el periodista, científicos de la Universidad de Emory y del Hospital V.A. de Atlanta han sometido a voluntarios diagnosticados con trastorno por estrés postraumático a entrenamientos en técnicas de atención y ejercicios de respiración, como medio de reducción de sus síntomas psicológicos.
Así, los soldados están conectando con las antiguas tradiciones de monjes y yogis, activando los intrincados sistemas neuronales de ciertas partes de sus cerebros, encargadas de la regulación de la atención y de la emoción.
Estas técnicas les permiten cultivar la atención en la respiración, volver sobre sus sentimientos dolorosos, y desarrollar en sus mentes un espacio de tranquilidad, incluso ante situaciones que les generen estrés. Según Street, más de doscientos centros médicos de Estados Unidos ofrecen actualmente programas de reducción del estrés basados en la meditación.
Explicación neurocientífica
La explicación neurocientífica de la utilidad de la meditación para el tratamiento del estrés postraumático es la siguiente: tres redes de neuronas de una región del cerebro llamada la corteza prefrontal serían las responsables de diversos aspectos de la atención, como la alerta, la orientación o el control ejecutivo.
Los datos obtenidos de imágenes del cerebro tomadas con exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI) han demostrado que a medida que la sangre rica en oxígeno llega a estas redes neuronales durante la meditación, la actividad en la amígdala y otras estructuras del sistema límbico (asociado con las emociones y los recuerdos de sucesos emocionales) comienza a disminuir.
Según explica Susan Smalley, investigadora de la Universidad de California en Los Ángeles y fundadora del Mindful Awareness Research Center, lo que se ha descubierto es que la corteza prefrontal puede aquietar a la amígdala, y que este sistema de retroalimentación parece modular toda la estructura límbica (el sistema límbico está formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales).
En otras palabras, que ejercer este tipo de meditación atenta permite “calmar” las emociones y controlar las respuestas fisiológicas correspondientes.
También para personas con déficit de atención
Pero la meditación no resultaría útil sólo para los veteranos de guerra. Susan Smalley, que se especializó en trastornos psiquiátricos infantiles y que ha estudiado los efectos de la práctica de la atención en grupos de niños con déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ha descubierto que la meditación puede ayudar también a los adolescentes con este trastorno.
Según Smalley, parece como si la práctica de la meditación afectara directamente a la atención ejecutiva en personas con TDAH. De hecho, afirma, cuantas más dificultades de atención presenta un niño, más puede beneficiarse de esta práctica.
En concreto, la meditación que aplica Smalley consiste en entrenar a las personas para que, simplemente, noten sus pensamientos, de manera que puedan observarlos desde un lugar más neutral. Con el tiempo, esta práctica permite que los meditadores centren su atención más allá de aquellos pensamientos relacionados con hechos del pasado, en la experiencia del momento presente.
A medida que avanzan en sus prácticas, la relación recíproca entre la atención ejecutiva y el sistema límbico mejora, por lo que la gente comienza a sentirse menos “inundada” por sentimientos o pensamientos no deseados.
Cuerpo y mente
Pero los científicos van más allá, y señalan que no sólo los veteranos de guerra o las personas con déficit de atención pueden beneficiarse de la meditación porque una parte significativa de la población está traumatizada por experiencias que, simplemente, forman parte de nuestra sociedad.
La inestabilidad económica y política y, en general, el ruido de fondo de la era moderna, juegan un papel importante en nuestra vida, que se refleja en comportamientos adictivos, en la violencia vial o doméstica y otras muchas expresiones de ansiedad y depresión.
Asimismo, los neurocientíficos afirman que la meditación favorece cambios no sólo en el cerebro, sino también en el resto del cuerpo: a medida que se incrementa el flujo de sangre en los centros de atención de la corteza prefrontal y se altera el sistema límbico, también se modifican los sistemas cardiovascular y nervioso del cuerpo.
Todo esto acaba modificando sutilmente las interrelaciones funcionales del resto del organismo. Según Smalley, estos cambios fisiológicos en el cuerpo incluso podrán generar cambios genéticos que llegarán a influir en todo el organismo.
La sección de atención a veteranos de guerra del sistema sanitario de Estados Unidos podría estar pasando de los antidepresivos a las técnicas de meditación para tratar de ayudar a sus soldados traumatizados, señala Street.
Por ejemplo, explica el periodista, científicos de la Universidad de Emory y del Hospital V.A. de Atlanta han sometido a voluntarios diagnosticados con trastorno por estrés postraumático a entrenamientos en técnicas de atención y ejercicios de respiración, como medio de reducción de sus síntomas psicológicos.
Así, los soldados están conectando con las antiguas tradiciones de monjes y yogis, activando los intrincados sistemas neuronales de ciertas partes de sus cerebros, encargadas de la regulación de la atención y de la emoción.
Estas técnicas les permiten cultivar la atención en la respiración, volver sobre sus sentimientos dolorosos, y desarrollar en sus mentes un espacio de tranquilidad, incluso ante situaciones que les generen estrés. Según Street, más de doscientos centros médicos de Estados Unidos ofrecen actualmente programas de reducción del estrés basados en la meditación.
Explicación neurocientífica
La explicación neurocientífica de la utilidad de la meditación para el tratamiento del estrés postraumático es la siguiente: tres redes de neuronas de una región del cerebro llamada la corteza prefrontal serían las responsables de diversos aspectos de la atención, como la alerta, la orientación o el control ejecutivo.
Los datos obtenidos de imágenes del cerebro tomadas con exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI) han demostrado que a medida que la sangre rica en oxígeno llega a estas redes neuronales durante la meditación, la actividad en la amígdala y otras estructuras del sistema límbico (asociado con las emociones y los recuerdos de sucesos emocionales) comienza a disminuir.
Según explica Susan Smalley, investigadora de la Universidad de California en Los Ángeles y fundadora del Mindful Awareness Research Center, lo que se ha descubierto es que la corteza prefrontal puede aquietar a la amígdala, y que este sistema de retroalimentación parece modular toda la estructura límbica (el sistema límbico está formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales).
En otras palabras, que ejercer este tipo de meditación atenta permite “calmar” las emociones y controlar las respuestas fisiológicas correspondientes.
También para personas con déficit de atención
Pero la meditación no resultaría útil sólo para los veteranos de guerra. Susan Smalley, que se especializó en trastornos psiquiátricos infantiles y que ha estudiado los efectos de la práctica de la atención en grupos de niños con déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ha descubierto que la meditación puede ayudar también a los adolescentes con este trastorno.
Según Smalley, parece como si la práctica de la meditación afectara directamente a la atención ejecutiva en personas con TDAH. De hecho, afirma, cuantas más dificultades de atención presenta un niño, más puede beneficiarse de esta práctica.
En concreto, la meditación que aplica Smalley consiste en entrenar a las personas para que, simplemente, noten sus pensamientos, de manera que puedan observarlos desde un lugar más neutral. Con el tiempo, esta práctica permite que los meditadores centren su atención más allá de aquellos pensamientos relacionados con hechos del pasado, en la experiencia del momento presente.
A medida que avanzan en sus prácticas, la relación recíproca entre la atención ejecutiva y el sistema límbico mejora, por lo que la gente comienza a sentirse menos “inundada” por sentimientos o pensamientos no deseados.
Cuerpo y mente
Pero los científicos van más allá, y señalan que no sólo los veteranos de guerra o las personas con déficit de atención pueden beneficiarse de la meditación porque una parte significativa de la población está traumatizada por experiencias que, simplemente, forman parte de nuestra sociedad.
La inestabilidad económica y política y, en general, el ruido de fondo de la era moderna, juegan un papel importante en nuestra vida, que se refleja en comportamientos adictivos, en la violencia vial o doméstica y otras muchas expresiones de ansiedad y depresión.
Asimismo, los neurocientíficos afirman que la meditación favorece cambios no sólo en el cerebro, sino también en el resto del cuerpo: a medida que se incrementa el flujo de sangre en los centros de atención de la corteza prefrontal y se altera el sistema límbico, también se modifican los sistemas cardiovascular y nervioso del cuerpo.
Todo esto acaba modificando sutilmente las interrelaciones funcionales del resto del organismo. Según Smalley, estos cambios fisiológicos en el cuerpo incluso podrán generar cambios genéticos que llegarán a influir en todo el organismo.