El estrés es uno de los principales causantes de depresión, trastornos psicológicos y alteraciones orgánicas. Afecta de forma directa e indirecta a la salud. Por un lado, facilita la aparición de enfermedades o acelera el progreso de alguna ya existente y, por otro, estimula conductas nocivas o reduce la aparición de conductas saludables.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2020 la depresión se constituirá como la tercera causa de enfermedad, al lado de los problemas coronarios y los accidentes de tráfico. Será además la primera causa de incapacidad.
Estas alteraciones o trastornos que perjudican nuestra salud son promovidos, en la mayor parte de los casos, por la sociedad actual tan acelerada en la que vivimos. Es una sociedad cada vez más estresante y exigente a diferentes niveles, ya sea físico, social y/o laboral, lo que repercute negativamente en nuestra salud y bienestar.
De sobra es conocido que técnicas como la meditación y el yoga pueden ayudarnos a superar estos obstáculos. ¿Pero, hasta que punto logran ayudarnos? Un estudio publicado en la revista PLOS ONE, realizado por un equipo de investigadores pertenecientes al Hospital de Massachusetts en colaboración con la Universidad de Harvard han demostrado que el beneficio es tal, que puede llegar a reducir las visitas a los centros de salud en un 43%.
Para ello, han realizado un estudio epidemiológico en pacientes que presentaban quejas crónicas relacionadas con el estrés, tanto físico como psicológico. Estos pacientes participaron en un programa ya conocido, el programa 3RP The Relaxion Response Resilency Program.
Tras un año en dicho programa, compararon el uso que hicieron los pacientes de los recursos sanitarios antes y después de la participación en el mismo. Comprobando que existía una reducción significativa del nivel de enfermedades, así como, el empleo de los recursos sanitarios.
Beneficios del programa
Cuando no sabemos gestionar determinadas situaciones o tenemos la sensación que nos superan, poco a poco nuestro estado vital se va reduciendo, alterando nuestro bienestar tanto vital como social. Ante esta situación, probablemente, nos hemos planteado en algún momento, ¿debería acudir al médico? y como lo soluciono, ¿con medicación?
Pues bien, el programa 3RP reduce este tipo de cuestiones mediante la práctica de ejercicios concretos que inducen respuestas de relajación ante determinadas situaciones que alteren nuestro bienestar vital. Tal y como está demostrado, calmar la mente y reducir distracciones hace que aumentemos la absorción y retención de otras habilidades.
Por tanto, el objetivo es proporcionar herramientas necesarias para reducir y gestionar las manifestaciones clínicas del estrés, reducir la ansiedad y aumentar la resilencia de las personas (cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida). Una serie de respuestas que pueden ser inducidas por actividades como la meditación y ejercicios de atención plena, apoyo social, entrenamiento mental, psicología positiva y entrenamiento de habilidades cognitivas.
Este tipo de actividades, en definitiva, apoyan a la persona para que recupere el funcionamiento equilibrado que tenía antes del incidente que precipitó la crisis. Y lo hacen mediante la adquisición de capacidades de resistencia y enfrentamiento, así como, saber gestionar situaciones adversas de diferente origen que nos vayan surgiendo en la vida sin que alteren de forma negativa nuestra existencia. Dejando, por tanto, de requerir de forma continua la asistencia sanitaria.
El programa 3PR se centra en áreas como éstas, gestión y manifestación clínica del estrés, así como, en la reducción de la ansiedad. El empleo de este tipo de programas ha logrado reducir la necesidad del tratamiento del dolor crónico, mejora de parámetros cardiovasculares, digestivos, sanguíneos, musculares, neurológicos y pulmonares, así como, reducción del tratamiento a nivel psiquiátrico, según afirman los investigadores.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2020 la depresión se constituirá como la tercera causa de enfermedad, al lado de los problemas coronarios y los accidentes de tráfico. Será además la primera causa de incapacidad.
Estas alteraciones o trastornos que perjudican nuestra salud son promovidos, en la mayor parte de los casos, por la sociedad actual tan acelerada en la que vivimos. Es una sociedad cada vez más estresante y exigente a diferentes niveles, ya sea físico, social y/o laboral, lo que repercute negativamente en nuestra salud y bienestar.
De sobra es conocido que técnicas como la meditación y el yoga pueden ayudarnos a superar estos obstáculos. ¿Pero, hasta que punto logran ayudarnos? Un estudio publicado en la revista PLOS ONE, realizado por un equipo de investigadores pertenecientes al Hospital de Massachusetts en colaboración con la Universidad de Harvard han demostrado que el beneficio es tal, que puede llegar a reducir las visitas a los centros de salud en un 43%.
Para ello, han realizado un estudio epidemiológico en pacientes que presentaban quejas crónicas relacionadas con el estrés, tanto físico como psicológico. Estos pacientes participaron en un programa ya conocido, el programa 3RP The Relaxion Response Resilency Program.
Tras un año en dicho programa, compararon el uso que hicieron los pacientes de los recursos sanitarios antes y después de la participación en el mismo. Comprobando que existía una reducción significativa del nivel de enfermedades, así como, el empleo de los recursos sanitarios.
Beneficios del programa
Cuando no sabemos gestionar determinadas situaciones o tenemos la sensación que nos superan, poco a poco nuestro estado vital se va reduciendo, alterando nuestro bienestar tanto vital como social. Ante esta situación, probablemente, nos hemos planteado en algún momento, ¿debería acudir al médico? y como lo soluciono, ¿con medicación?
Pues bien, el programa 3RP reduce este tipo de cuestiones mediante la práctica de ejercicios concretos que inducen respuestas de relajación ante determinadas situaciones que alteren nuestro bienestar vital. Tal y como está demostrado, calmar la mente y reducir distracciones hace que aumentemos la absorción y retención de otras habilidades.
Por tanto, el objetivo es proporcionar herramientas necesarias para reducir y gestionar las manifestaciones clínicas del estrés, reducir la ansiedad y aumentar la resilencia de las personas (cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida). Una serie de respuestas que pueden ser inducidas por actividades como la meditación y ejercicios de atención plena, apoyo social, entrenamiento mental, psicología positiva y entrenamiento de habilidades cognitivas.
Este tipo de actividades, en definitiva, apoyan a la persona para que recupere el funcionamiento equilibrado que tenía antes del incidente que precipitó la crisis. Y lo hacen mediante la adquisición de capacidades de resistencia y enfrentamiento, así como, saber gestionar situaciones adversas de diferente origen que nos vayan surgiendo en la vida sin que alteren de forma negativa nuestra existencia. Dejando, por tanto, de requerir de forma continua la asistencia sanitaria.
El programa 3PR se centra en áreas como éstas, gestión y manifestación clínica del estrés, así como, en la reducción de la ansiedad. El empleo de este tipo de programas ha logrado reducir la necesidad del tratamiento del dolor crónico, mejora de parámetros cardiovasculares, digestivos, sanguíneos, musculares, neurológicos y pulmonares, así como, reducción del tratamiento a nivel psiquiátrico, según afirman los investigadores.
Consecuencias del estrés
Aunque parezca paradójico tenemos que tener en cuenta que no todo el estrés es negativo. El ser humano necesita un determinado grado de estrés o tensión. Este permite mantenernos con un nivel de activación óptimo, lo que nos capacita para responder a determinadas demandas ambientales, adaptándonos, creciendo o sobreviviendo.
La inactivación o pasividad, lo que hace es provocarnos una apatía total o indiferencia que mantiene los niveles de rendimiento muy bajos. Y esto podría conllevar también depresión y estrés por inactividad, así como, generación de otras enfermedades.
Determinados niveles de estrés suponen un proceso natural de adaptación ante situaciones críticas, algo que nos ha permitido sobrevivir, adaptarnos a los cambios, superar obstáculos, cambios y dificultades con las que nos encontramos a diario.
Ante este tipo de situaciones nuestro cuerpo se prepara. Para ello, se ponen en funcionamiento una serie de mecanismos y reacciones psicofisiológicas que nos ayudan a enfrentarnos a esa situación, o bien, a huir de ella. Pero, como todo, el exceso es perjudicial.
Las situaciones estresantes implican un gasto energético tanto a nivel psicológico como físico. Por lo que si permanecen en el tiempo, lo que conocemos como estrés crónico, nuestro organismo comienza a dar señales de alerta que se manifestarán en forma de diferentes dolencias y enfermedades, que nos impedirán, o por lo menos obstaculizarán, la realización de nuestras actividades diarias.
En un futuro
Sthal y su equipo de investigación, proponen que este tipo de programas deberían ser aplicados a todas las poblaciones. Ya que es un tipo de intervención que no implica riesgo alguno para el paciente y produce beneficios sustanciales para éstos frente a una amplia variedad de enfermedades.
Por otro lado, el efecto a largo plazo que presenta este tipo de intervenciones en poblaciones sanas no está claro. No obstante, los datos obtenidos en este estudio sugieren que las intervenciones cuerpo-mente quizá deberían instituirse como una forma de cuidado preventivo similar a las vacunas o la educación vial. Pues es probable que sean útiles para que la propia población tenga capacidad para autocuidarse y gestionar los problemas, ya que conllevan un riesgo insignificante y el costo producido podría ayudar a minimizar la demanda de los recursos sanitarios.
Concluyen que los resultados obtenidos con este tipo de programas son excelentes. Pero, a los especialistas podría surgirles una duda y es ¿qué tipo de pacientes resultarían más beneficiados tras someterse a estos tratamientos?
El análisis realizado por el equipo liderado por James E. Sthal, hacen algunas sugerencias sobre que categorías resultarían más beneficiadas. Entre estas categorías, se encuentran los pacientes con problemas de salud mental, problemas neurológicos, problemas a nivel muscular, así como, pacientes con preocupaciones gastrointestinales, especialmente aquellos a los que les acompaña un elevado nivel de estrés.
Aunque parezca paradójico tenemos que tener en cuenta que no todo el estrés es negativo. El ser humano necesita un determinado grado de estrés o tensión. Este permite mantenernos con un nivel de activación óptimo, lo que nos capacita para responder a determinadas demandas ambientales, adaptándonos, creciendo o sobreviviendo.
La inactivación o pasividad, lo que hace es provocarnos una apatía total o indiferencia que mantiene los niveles de rendimiento muy bajos. Y esto podría conllevar también depresión y estrés por inactividad, así como, generación de otras enfermedades.
Determinados niveles de estrés suponen un proceso natural de adaptación ante situaciones críticas, algo que nos ha permitido sobrevivir, adaptarnos a los cambios, superar obstáculos, cambios y dificultades con las que nos encontramos a diario.
Ante este tipo de situaciones nuestro cuerpo se prepara. Para ello, se ponen en funcionamiento una serie de mecanismos y reacciones psicofisiológicas que nos ayudan a enfrentarnos a esa situación, o bien, a huir de ella. Pero, como todo, el exceso es perjudicial.
Las situaciones estresantes implican un gasto energético tanto a nivel psicológico como físico. Por lo que si permanecen en el tiempo, lo que conocemos como estrés crónico, nuestro organismo comienza a dar señales de alerta que se manifestarán en forma de diferentes dolencias y enfermedades, que nos impedirán, o por lo menos obstaculizarán, la realización de nuestras actividades diarias.
En un futuro
Sthal y su equipo de investigación, proponen que este tipo de programas deberían ser aplicados a todas las poblaciones. Ya que es un tipo de intervención que no implica riesgo alguno para el paciente y produce beneficios sustanciales para éstos frente a una amplia variedad de enfermedades.
Por otro lado, el efecto a largo plazo que presenta este tipo de intervenciones en poblaciones sanas no está claro. No obstante, los datos obtenidos en este estudio sugieren que las intervenciones cuerpo-mente quizá deberían instituirse como una forma de cuidado preventivo similar a las vacunas o la educación vial. Pues es probable que sean útiles para que la propia población tenga capacidad para autocuidarse y gestionar los problemas, ya que conllevan un riesgo insignificante y el costo producido podría ayudar a minimizar la demanda de los recursos sanitarios.
Concluyen que los resultados obtenidos con este tipo de programas son excelentes. Pero, a los especialistas podría surgirles una duda y es ¿qué tipo de pacientes resultarían más beneficiados tras someterse a estos tratamientos?
El análisis realizado por el equipo liderado por James E. Sthal, hacen algunas sugerencias sobre que categorías resultarían más beneficiadas. Entre estas categorías, se encuentran los pacientes con problemas de salud mental, problemas neurológicos, problemas a nivel muscular, así como, pacientes con preocupaciones gastrointestinales, especialmente aquellos a los que les acompaña un elevado nivel de estrés.
Referencia bibliográfica:
Sthal JE, Michelle L. Dossett ML, LaJoie AS, Denninger JW, Mehta DH, Goldman R, Fricchione GL y Benson H. Relaxation Response and Resiliency Training and Its Effect on Healthcare Resource Utilization. PLOS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0140212.
Sthal JE, Michelle L. Dossett ML, LaJoie AS, Denninger JW, Mehta DH, Goldman R, Fricchione GL y Benson H. Relaxation Response and Resiliency Training and Its Effect on Healthcare Resource Utilization. PLOS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0140212.