Cameron Smith es un explorador y arqueólogo cuyas investigaciones le han llevado a interesarse por la expansión de la humanidad por el espacio.
“Cuando pasas mucho tiempo estudiando los restos de civilizaciones antiguas se aprecia por qué cayeron todas ellas. Las civilizaciones poseen una tasa de fracaso del 99 %”, aseguró recientemente Smith en una charla ofrecida en TEDx Brussels, un evento que el pasado mes de diciembre reunió a 25 especialistas de diversas disciplinas.
“Una de las formas de salvaguardar la civilización es lograr que nuestra especie sea multiplanetaria”, añadió. Según el arqueólogo, para alcanzar este objetivo será necesario plantear un paradigma completamente nuevo alejado del explorador espacial individual y planear comunidades diversas de pioneros espaciales. Para ello habrá que “replantear, reimaginar y reconstruir” las tecnologías precisas. Además, tendrá que ser mucho más sencillo y barato acceder al espacio.
Comunidades enviadas al espacio
Puede sonar a argumento de la ciencia ficción, pero este reto está muy presente en la comunidad científica. Francis Godwin afirmó ya en 1567 que será inevitable que la humanidad intente colonizar el espacio.
Grandes pensadores de la actualidad, como Stephen Hawking, apoyan esta idea, según publica la agencia Cordis. El problema, señala Smith, es que la energía y los recursos de que disponemos se dedican a enviar a un grupo reducido de personas al espacio, cuando en realidad deberíamos plantearnos mandar a comunidades grandes.
“Nos hemos limitado a un modelo que consiste en enviar al espacio brevemente a un grupo reducido de personas y traerlos de vuelta —explicó Smith—. Si queremos colonizar el espacio necesitamos personas de todo tipo. Para ello es necesario realizar un cambio de paradigma importante que nos aleje de los individuos y nos acerque a las comunidades y los grupos culturales. Será por tanto necesario contar con una antropología de la colonización espacial”.
“Cuando pasas mucho tiempo estudiando los restos de civilizaciones antiguas se aprecia por qué cayeron todas ellas. Las civilizaciones poseen una tasa de fracaso del 99 %”, aseguró recientemente Smith en una charla ofrecida en TEDx Brussels, un evento que el pasado mes de diciembre reunió a 25 especialistas de diversas disciplinas.
“Una de las formas de salvaguardar la civilización es lograr que nuestra especie sea multiplanetaria”, añadió. Según el arqueólogo, para alcanzar este objetivo será necesario plantear un paradigma completamente nuevo alejado del explorador espacial individual y planear comunidades diversas de pioneros espaciales. Para ello habrá que “replantear, reimaginar y reconstruir” las tecnologías precisas. Además, tendrá que ser mucho más sencillo y barato acceder al espacio.
Comunidades enviadas al espacio
Puede sonar a argumento de la ciencia ficción, pero este reto está muy presente en la comunidad científica. Francis Godwin afirmó ya en 1567 que será inevitable que la humanidad intente colonizar el espacio.
Grandes pensadores de la actualidad, como Stephen Hawking, apoyan esta idea, según publica la agencia Cordis. El problema, señala Smith, es que la energía y los recursos de que disponemos se dedican a enviar a un grupo reducido de personas al espacio, cuando en realidad deberíamos plantearnos mandar a comunidades grandes.
“Nos hemos limitado a un modelo que consiste en enviar al espacio brevemente a un grupo reducido de personas y traerlos de vuelta —explicó Smith—. Si queremos colonizar el espacio necesitamos personas de todo tipo. Para ello es necesario realizar un cambio de paradigma importante que nos aleje de los individuos y nos acerque a las comunidades y los grupos culturales. Será por tanto necesario contar con una antropología de la colonización espacial”.
Taller espacial en casa
Para todo ello, afirma Smith, la tecnología espacial debe abaratarse. En este punto trabaja el arqueólogo y su equipo de la iniciativa Pacific Space Flight.
En su página web, estos se presentan como diseñadores y fabricantes de tecnologías innovadoras para lo que denominan la “Segunda Era Espacial”. Por otra parte, Pacific Space Flight ha colaborado con el programa espacial privado Copenhagen Suborbitals, cuyos responsables lograron construir su propia nave espacial.
Hoy en día, un traje de despegue y reentrada de NASA/ACES cuesta entre 88.000 y 100.000 dólares. Smith opina que estos trajes podrían sustituirse por otro de 2.000 dólares que ofrezca la oportunidad de viajar al espacio en masa. De hecho, los miembros de Pacific Space Flight ya han fabricado alguna de estas vestimentas.
“Construimos el traje en mi casa, que además es mi taller. El traje cumple todas las condiciones de funcionamiento de un traje de despegue y reentrada, conserva el cuerpo a una temperatura adecuada, mantiene la presión y proporciona movilidad a alta presión, ahora incluso a presión lunar”, asegura Smith.
El equipo de Smith logró ensayar sus trajes en la cápsula y el asiento de Copenhaguen Suborbital. Aún se está comprobando su funcionamiento en una amplia gama de condiciones y entornos: “He pasado unas cien horas en el traje, parte de ellas bajo el agua, lastrado en una silla. Me sentaba ahí para descubrir filtraciones. Nuestro traje posee una tasa de filtraciones inferior a la de los trajes Gemini (de la NASA) de la década de los años sesenta”.
El traje también ha sido probado en cámaras de frío y en cámaras de altitud y logró mantener una concentración saludable de oxígeno en sangre. También ha atravesado el Desierto de Simpson, en Australia. “Próximamente lo probaremos en expediciones en globo a gran altitud”, añade Smith y concluye: “La nueva generación de trajes pesará una tercera parte y ocupará un tercio de lo que ocupa ahora”.
Para todo ello, afirma Smith, la tecnología espacial debe abaratarse. En este punto trabaja el arqueólogo y su equipo de la iniciativa Pacific Space Flight.
En su página web, estos se presentan como diseñadores y fabricantes de tecnologías innovadoras para lo que denominan la “Segunda Era Espacial”. Por otra parte, Pacific Space Flight ha colaborado con el programa espacial privado Copenhagen Suborbitals, cuyos responsables lograron construir su propia nave espacial.
Hoy en día, un traje de despegue y reentrada de NASA/ACES cuesta entre 88.000 y 100.000 dólares. Smith opina que estos trajes podrían sustituirse por otro de 2.000 dólares que ofrezca la oportunidad de viajar al espacio en masa. De hecho, los miembros de Pacific Space Flight ya han fabricado alguna de estas vestimentas.
“Construimos el traje en mi casa, que además es mi taller. El traje cumple todas las condiciones de funcionamiento de un traje de despegue y reentrada, conserva el cuerpo a una temperatura adecuada, mantiene la presión y proporciona movilidad a alta presión, ahora incluso a presión lunar”, asegura Smith.
El equipo de Smith logró ensayar sus trajes en la cápsula y el asiento de Copenhaguen Suborbital. Aún se está comprobando su funcionamiento en una amplia gama de condiciones y entornos: “He pasado unas cien horas en el traje, parte de ellas bajo el agua, lastrado en una silla. Me sentaba ahí para descubrir filtraciones. Nuestro traje posee una tasa de filtraciones inferior a la de los trajes Gemini (de la NASA) de la década de los años sesenta”.
El traje también ha sido probado en cámaras de frío y en cámaras de altitud y logró mantener una concentración saludable de oxígeno en sangre. También ha atravesado el Desierto de Simpson, en Australia. “Próximamente lo probaremos en expediciones en globo a gran altitud”, añade Smith y concluye: “La nueva generación de trajes pesará una tercera parte y ocupará un tercio de lo que ocupa ahora”.