Científicos del Instituto Tecnológico de California (Caltech), en EEUU, han descubierto que una hormona implicada en la monogamia y la agresión en animales también promueve la confianza y la cooperación entre seres humanos en situaciones de riesgo.
Los resultados de esta investigación, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), podrían resultar útiles para ayudar a que los grupos cooperen de manera beneficiosa.
En estudios previos realizados con roedores se había constatado que la hormona social en cuestión -conocida como arginina vasopresina (AVP)- promueve la monogamia y el comportamiento paternal, además de la agresividad entre machos.
"Una parte de la cara oculta de la monogamia es que los machos producen más AVP, lo que hace que se comporten de manera agresiva hacia otros machos, potenciales competidores", explica Colin Camerer, uno de los autores del actual estudio.
Camerer y su equipo lanzaron la hipótesis de que la AVP también podría desempeñar un papel en la vinculación social entre individuos, así como ayudar a explicar las tendencias de cooperación de nuestra propia especie.
"Una de las razones por las cuales los seres humanos gobiernan el mundo en lugar de los simios es que nosotros cooperamos en grupos a gran escala", afirma Camerer. "¿Cómo sucede esto? ¿Es un comportamiento similar al del emparejamiento, pero ampliado? De ser así, ¿qué papel juega en él la AVP?", se preguntaba el investigador.
Los resultados de esta investigación, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), podrían resultar útiles para ayudar a que los grupos cooperen de manera beneficiosa.
En estudios previos realizados con roedores se había constatado que la hormona social en cuestión -conocida como arginina vasopresina (AVP)- promueve la monogamia y el comportamiento paternal, además de la agresividad entre machos.
"Una parte de la cara oculta de la monogamia es que los machos producen más AVP, lo que hace que se comporten de manera agresiva hacia otros machos, potenciales competidores", explica Colin Camerer, uno de los autores del actual estudio.
Camerer y su equipo lanzaron la hipótesis de que la AVP también podría desempeñar un papel en la vinculación social entre individuos, así como ayudar a explicar las tendencias de cooperación de nuestra propia especie.
"Una de las razones por las cuales los seres humanos gobiernan el mundo en lugar de los simios es que nosotros cooperamos en grupos a gran escala", afirma Camerer. "¿Cómo sucede esto? ¿Es un comportamiento similar al del emparejamiento, pero ampliado? De ser así, ¿qué papel juega en él la AVP?", se preguntaba el investigador.
Todos a una
Para tratar de dar respuesta a estas preguntas, Camerer y sus colaboradores administraron un spray nasal que contenía AVP o un aerosol nasal libre de hormonas (un placebo) a 59 voluntarios de sexo masculino, con edades comprendidas entre los 19 y los 32 años.
Los sujetos, organizados por pares, a continuación jugaron por ordenador a un juego en el que tenían que elegir si cooperar o no con otro jugador en acciones de riesgo.
Su "seguro" en el juego derivaba del hecho de que, si seguían una acción arriesgada, debían tener claro que los demás también lo harían. Así, cuando cooperaban, ambos jugadores conseguían más puntos de los que obtenían si no cooperaban entre sí. Por otra parte, si un jugador decidía no cooperar, pero su compañero sí, el primero recibía un pago intermedio, mientras que el segundo (cooperativo) no recibía nada.
"El juego está diseñado para imitar situaciones en las que las personas están dispuestas a ayudar, pero sólo si todos los demás también ayudan", explica Camerer. "Piense en lanzar un proyecto en equipo o en un grupo de soldados adentrándose en terreno enemigo. Si una masa crítica coopera, todos sus componentes deben estar de acuerdo. Por lo tanto, lo mejor para cada individuo es ayudar sólo si los demás también lo hacen".
Para asegurar el compromiso de los jugadores, los puntos que estos acumularon en el juego fueron convertidos en dinero real al final de este.
Manipular la cooperación
El experimento demostró que aquellos jugadores que recibieron la AVP antes de la partida fueron significativamente más propensos a cooperar que los que recibieron el placebo.
Esto implica que las intervenciones en un sistema hormonal específico del cerebro humano, podrían servir para manipular la disposición a cooperar, señalan los investigadores.
Para comprender mejor el mecanismo neuronal subyacente a este efecto de la AVP sobre la cooperación en situaciones de riesgo, los investigadores llevaron a cabo el mismo experimento otra vez, pero en este caso con un grupo de 34 hombres cuyos cerebros fueron escaneados con tecnología de imagen de resonancia magnética funcional ( fMRI) mientras ellos jugaban.
Estas exploraciones revelaron que, después de la administración de la AVP y cuando los jugadores decidieron cooperar, una parte del sistema de recompensa del cerebro conocida como parte ventral del globus pallidus (pálido ventral o VP), que se sabe tiene abundancia de receptores de AVP, mostró un cambio en su actividad neuronal. Esto, según Camerer, demuestra que la hormona activa una parte del cerebro que se sabe es rica en receptores de AVP.
¿Podría tener aplicaciones prácticas el descubrimiento de que la AVP aumenta la probabilidad de cooperación en situaciones de riesgo? "Se podría imaginar una situación de alto riesgo, como una operación militar en la que la gente tenga que confiar en los demás (...)". "En ese caso, es posible que se desee administrar AVP, para ayudar a asegurar que todo el mundo coopera", concluye Camerer.
Para tratar de dar respuesta a estas preguntas, Camerer y sus colaboradores administraron un spray nasal que contenía AVP o un aerosol nasal libre de hormonas (un placebo) a 59 voluntarios de sexo masculino, con edades comprendidas entre los 19 y los 32 años.
Los sujetos, organizados por pares, a continuación jugaron por ordenador a un juego en el que tenían que elegir si cooperar o no con otro jugador en acciones de riesgo.
Su "seguro" en el juego derivaba del hecho de que, si seguían una acción arriesgada, debían tener claro que los demás también lo harían. Así, cuando cooperaban, ambos jugadores conseguían más puntos de los que obtenían si no cooperaban entre sí. Por otra parte, si un jugador decidía no cooperar, pero su compañero sí, el primero recibía un pago intermedio, mientras que el segundo (cooperativo) no recibía nada.
"El juego está diseñado para imitar situaciones en las que las personas están dispuestas a ayudar, pero sólo si todos los demás también ayudan", explica Camerer. "Piense en lanzar un proyecto en equipo o en un grupo de soldados adentrándose en terreno enemigo. Si una masa crítica coopera, todos sus componentes deben estar de acuerdo. Por lo tanto, lo mejor para cada individuo es ayudar sólo si los demás también lo hacen".
Para asegurar el compromiso de los jugadores, los puntos que estos acumularon en el juego fueron convertidos en dinero real al final de este.
Manipular la cooperación
El experimento demostró que aquellos jugadores que recibieron la AVP antes de la partida fueron significativamente más propensos a cooperar que los que recibieron el placebo.
Esto implica que las intervenciones en un sistema hormonal específico del cerebro humano, podrían servir para manipular la disposición a cooperar, señalan los investigadores.
Para comprender mejor el mecanismo neuronal subyacente a este efecto de la AVP sobre la cooperación en situaciones de riesgo, los investigadores llevaron a cabo el mismo experimento otra vez, pero en este caso con un grupo de 34 hombres cuyos cerebros fueron escaneados con tecnología de imagen de resonancia magnética funcional ( fMRI) mientras ellos jugaban.
Estas exploraciones revelaron que, después de la administración de la AVP y cuando los jugadores decidieron cooperar, una parte del sistema de recompensa del cerebro conocida como parte ventral del globus pallidus (pálido ventral o VP), que se sabe tiene abundancia de receptores de AVP, mostró un cambio en su actividad neuronal. Esto, según Camerer, demuestra que la hormona activa una parte del cerebro que se sabe es rica en receptores de AVP.
¿Podría tener aplicaciones prácticas el descubrimiento de que la AVP aumenta la probabilidad de cooperación en situaciones de riesgo? "Se podría imaginar una situación de alto riesgo, como una operación militar en la que la gente tenga que confiar en los demás (...)". "En ese caso, es posible que se desee administrar AVP, para ayudar a asegurar que todo el mundo coopera", concluye Camerer.
Referencia bibliográfica:
Claudia Brunnlieba, Gideon Navee, Colin F. Camerere, Stephan Schosser, Bodo Vogtc, Thomas F. Müntea, Marcus Heldmanna. Vasopressin increases human risky cooperative behavior. PNAS (2016). DOI: 10.1073/pnas.1518825113.
Claudia Brunnlieba, Gideon Navee, Colin F. Camerere, Stephan Schosser, Bodo Vogtc, Thomas F. Müntea, Marcus Heldmanna. Vasopressin increases human risky cooperative behavior. PNAS (2016). DOI: 10.1073/pnas.1518825113.