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Un riñón bioartificial reducirá el riesgo de rechazo a los trasplantes

Un proyecto europeo, que finalizará en 2015, pretende crear órganos a partir de un innovador polímero


El proyecto europeo Supocosys está cerca de conseguir la producción de varias partes de un riñón bioartificial a partir de un polímero innovador que podría reducir el riesgo de rechazo a los trasplantes. El proyecto, que acabará en 2015, pretende formar polímeros supramoleculares, es decir, sistemas formados por macromoléculas que se unen mediante enlaces específicos que controlan su ensamblaje y comportamiento.


Cordis/T21
29/10/2013

La Universidad Tecnológica de Eindhoven (Países Bajos). Imagen: Arno van den Tillaart. Fuente: Wikipedia.
La Universidad Tecnológica de Eindhoven (Países Bajos). Imagen: Arno van den Tillaart. Fuente: Wikipedia.
Varios científicos financiados con fondos comunitarios están cerca de lograr producir varias partes de un riñón bioartificial a partir de un polímero innovador que podría reducir el riesgo de rechazo de los trasplantes por parte del cuerpo humano.

Diversos biomateriales pueden introducirse en el cuerpo humano para sustituir o complementar una función biológica, lo que permite alargar la vida de los pacientes. Sin embargo, su uso sigue siendo limitado porque todavía no se ha conseguido que se integren plenamente con las células y los tejidos vivos y este hecho puede desencadenar un rechazo.

El proyecto Supocosys, informa la agencia Cordis, trata de poner fin a este problema. Para ello se está investigando un material novedoso que se puede utilizar para diseñar, sintetizar y autoensamblar biomateriales capaces de adaptar sus propiedades a las células humanas de un modo dinámico. Estos materiales adaptables se utilizarán para fabricar partes de un riñón bioartificial y así demostrar sus propiedades.

Estos materiales podrían tener más aplicaciones médicas, como la mejora del tratamiento de diálisis, la reducción de los rechazos en los trasplantes o su aplicación como suturas innovadoras.

El equipo del proyecto trabaja bajo la dirección de Egbart Willem Meijer, investigador de la Universidad Tecnológica de Eindhoven (Países Bajos) y beneficiario de una subvención del Consejo Europeo de Investigación (CEI) en 2009. Su objetivo es la formación de polímeros supramoleculares, es decir, sistemas formados por macromoléculas que se unen mediante enlaces específicos que controlan su ensamblaje y comportamiento.

Los polímeros supramoleculares son estructuras desordenadas o en ovillo (random coils) con las propiedades mecánicas de plásticos y elastómeros. Tienen la capacidad de transformarse, reciclarse y autorrepararse y se crean por autoensamblaje.

Otra característica que las hace únicas es que se pueden transformar a temperaturas bajas y después manipularse con facilidad. Meijer está aprovechando estas propiedades para perfeccionar los materiales y dotar a los sistemas macromoleculares de funciones aún más complejas.

Hasta 2015

Durante los cinco años del proyecto, cuya finalización está prevista en marzo de 2015, los investigadores diseñarán, sintetizarán y autoensamblarán materiales de polímeros supramoleculares que adaptan sus propiedades en función de estímulos externos.

El equipo de Meijer, en colaboración con Patricia Dankers, también de la Universidad Tecnológica de Eindhoven y beneficiaria de una subvención inicial del CEI en 2012, fabricará partes de un prototipo de riñón artificial que podría contribuir a la mejora de las técnicas de diálisis o a la creación de un dispositivo de diálisis portátil. Este trabajo también tiene el potencial de mejorar el índice de éxito de los trasplantes, ya que el riesgo de rechazo se vería reducido.

Con esta nueva clase de materiales, Meijer logró demostrar que los polímeros cuentan con propiedades excelentes y únicas pese a estar unidos por interacciones más débiles que las cadenas largas.

El proyecto Supocosys está financiado con 1,95 millones de euros mediante una subvención avanzada del programa Ideas del Consejo Europeo de Investigación. Esta subvención se concede a investigadores científicos independientes cuya trayectoria les ha situado a la cabeza de sus campos de investigación respectivos.

El proyecto recibió otra subvención de 150.000 euros en 2011 cuyo objetivo es ayudar a que la investigación teórica financiada por el CEI pueda llevarse hasta la primera fase de una innovación que pueda comercializarse. Mediante el proyecto se estudia cómo comercializar la tecnología en el mercado.



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