Fuente: Wikimedia Commons.
Un equipo de sismólogos del Georgia Institute of Technology (GeorgiaTech), de Estados Unidos, ha desarrollado un sistema que permitirá alertar a las poblaciones costeras de la inminencia de un tsunami, tan sólo unos minutos después de producirse el terremoto inicial.
Según publica el GeorgiaTech en un comunicado, este sistema, bautizado como RTerg (Real-Time Earthquake Energy), reducirá el número de muertes por tsunami porque dará más tiempo a los habitantes de áreas susceptibles de padecer uno de estos fenómenos para ponerse a salvo.
Andrew Newman, uno de los desarrolladores del RTerg y profesor de la School of Earth and Atmospheric Sciences, afirma que este sistema ya determinó con éxito que el terremoto de magnitud 7.8 que afectó a Sumatra en 2010 provocaría un tsunami destructivo.
Olas gigantes
Cuando se produce un terremoto, lo normal es que una extensa zona de subducción (en la que se da el proceso de hundimiento de una placa litosférica bajo otra) se rompa a una velocidad media de tres kilómetros por segundo, y a una profundidad de entre 20 y 50 metros por debajo de la superficie terrestre.
Dada esta profundidad, las deformaciones verticales de la corteza que provoca el terremoto son aplanadas horizontalmente, por lo que el tamaño de elevación de la corteza tiende a ser pequeño.
En consecuencia, si el terremoto se produce en el océano, las olas resultantes pueden medir alrededor de 20 centímetros, en el caso de terremotos de magnitud 7,8, como el de Sumatra.
Sin embargo, los maremotos que dan lugar a tsunamis funcionan de un modo distinto. Cuando éstos se producen, la ruptura de la corteza se da más lentamente (a una velocidad de alrededor de un kilómetro o kilómetro y medio por segundo) y se propaga hacia arriba, provocando elevaciones verticales en la corteza mucho más altas de lo normal.
Según publica el GeorgiaTech en un comunicado, este sistema, bautizado como RTerg (Real-Time Earthquake Energy), reducirá el número de muertes por tsunami porque dará más tiempo a los habitantes de áreas susceptibles de padecer uno de estos fenómenos para ponerse a salvo.
Andrew Newman, uno de los desarrolladores del RTerg y profesor de la School of Earth and Atmospheric Sciences, afirma que este sistema ya determinó con éxito que el terremoto de magnitud 7.8 que afectó a Sumatra en 2010 provocaría un tsunami destructivo.
Olas gigantes
Cuando se produce un terremoto, lo normal es que una extensa zona de subducción (en la que se da el proceso de hundimiento de una placa litosférica bajo otra) se rompa a una velocidad media de tres kilómetros por segundo, y a una profundidad de entre 20 y 50 metros por debajo de la superficie terrestre.
Dada esta profundidad, las deformaciones verticales de la corteza que provoca el terremoto son aplanadas horizontalmente, por lo que el tamaño de elevación de la corteza tiende a ser pequeño.
En consecuencia, si el terremoto se produce en el océano, las olas resultantes pueden medir alrededor de 20 centímetros, en el caso de terremotos de magnitud 7,8, como el de Sumatra.
Sin embargo, los maremotos que dan lugar a tsunamis funcionan de un modo distinto. Cuando éstos se producen, la ruptura de la corteza se da más lentamente (a una velocidad de alrededor de un kilómetro o kilómetro y medio por segundo) y se propaga hacia arriba, provocando elevaciones verticales en la corteza mucho más altas de lo normal.
Andrew Newman. Fuente: GeorgiaTech.
Como resultado, las olas también aumentan, pudiendo alcanzar alturas de entre 10 y 20 metros, en entornos cercanos a las costas. Esto fue lo que ocurrió con el terremoto de Sumatra, que provocó olas de hasta 17 metros por las que murieron alrededor de 430 personas.
Mediciones con algoritmos
En definitiva, los terremotos que provocan tsunamis son más lentos, duran más y propagan una energía menos eficiente. Según explican los creadores del RTerg en un artículo aparecido en Geophysical Research Letters, los elementos que mide el RTerg son el tamaño de las olas, un tiempo de duración excesivo de la ruptura de la corteza, un movimiento de ésta predominantemente a escasa profundidad, y las deficiencias en ratios de energía a tiempo real.
Todas estas mediciones son realizadas por el sistema mediante algoritmos. Una vez que la detección es realizada, el RTerg envía una alerta al Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, y también al United States Geological Survey's National Earthquake Information Center.
El proceso completo sería el siguiente: el RTerg recibe una notificación, procedente de alguno de los centros de alerta por tsunami, de que se ha producido un terremoto. Esta notificación señala al sistema la localización del terremoto, su profundidad y su magnitud aproximada.
Si la magnitud del terremoto es de 6,5 o más, en un minuto el sistema recibe, además, otros datos sobre el fenómeno, procedentes de unas 150 estaciones sísmicas de todo el mundo. Una vez recopilados estos datos, el RTerg aplica sus algoritmos a cada segundo de ruptura, y determina si el terremoto se convertirá en un terremoto tsunami.
Media hora para ponerse a salvo
Newman y sus colaboradores ya habían utilizado registros sismológicos de terremotos tsunami previos, como los ocurridos en Nicaragua en 1992 y en Java en 2006, pero el terremoto de Sumatra fue el primero que se produjo cuando el RTerg ya estaba funcionando a tiempo real.
En este caso, el sistema identificó el fenómeno como un terremoto tsunami potencial en tan sólo ocho minutos y medio, y mandó la notificación unos instantes después. Una vez que el RTerg se aplique a un sistema de producción de alarmas, será aún más valioso como herramienta de prevención porque los analistas podrán evaluar los resultados de los algoritmos, afirman los científicos.
En la mayoría de los casos de terremotos tsunami, las inundaciones costeras no se producen hasta 30 ó 40 minutos después de que se produzca el terremoto. Por tanto, si el RTerg puede lanzar un aviso en alrededor de 10 minutos, quedarán unos 20 ó 30 minutos para que la población se ponga a salvo, afirma Newman.
En la actualidad, Newman y sus colaboradores trabajan en mejoras del RTerg que permitirán reducir en un minuto de tiempo la emisión de alerta. Además, están planeándose reescribir los algoritmos para que éstos puedan ser utilizados en todos los centros de alerta internacionales.
Mediciones con algoritmos
En definitiva, los terremotos que provocan tsunamis son más lentos, duran más y propagan una energía menos eficiente. Según explican los creadores del RTerg en un artículo aparecido en Geophysical Research Letters, los elementos que mide el RTerg son el tamaño de las olas, un tiempo de duración excesivo de la ruptura de la corteza, un movimiento de ésta predominantemente a escasa profundidad, y las deficiencias en ratios de energía a tiempo real.
Todas estas mediciones son realizadas por el sistema mediante algoritmos. Una vez que la detección es realizada, el RTerg envía una alerta al Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, y también al United States Geological Survey's National Earthquake Information Center.
El proceso completo sería el siguiente: el RTerg recibe una notificación, procedente de alguno de los centros de alerta por tsunami, de que se ha producido un terremoto. Esta notificación señala al sistema la localización del terremoto, su profundidad y su magnitud aproximada.
Si la magnitud del terremoto es de 6,5 o más, en un minuto el sistema recibe, además, otros datos sobre el fenómeno, procedentes de unas 150 estaciones sísmicas de todo el mundo. Una vez recopilados estos datos, el RTerg aplica sus algoritmos a cada segundo de ruptura, y determina si el terremoto se convertirá en un terremoto tsunami.
Media hora para ponerse a salvo
Newman y sus colaboradores ya habían utilizado registros sismológicos de terremotos tsunami previos, como los ocurridos en Nicaragua en 1992 y en Java en 2006, pero el terremoto de Sumatra fue el primero que se produjo cuando el RTerg ya estaba funcionando a tiempo real.
En este caso, el sistema identificó el fenómeno como un terremoto tsunami potencial en tan sólo ocho minutos y medio, y mandó la notificación unos instantes después. Una vez que el RTerg se aplique a un sistema de producción de alarmas, será aún más valioso como herramienta de prevención porque los analistas podrán evaluar los resultados de los algoritmos, afirman los científicos.
En la mayoría de los casos de terremotos tsunami, las inundaciones costeras no se producen hasta 30 ó 40 minutos después de que se produzca el terremoto. Por tanto, si el RTerg puede lanzar un aviso en alrededor de 10 minutos, quedarán unos 20 ó 30 minutos para que la población se ponga a salvo, afirma Newman.
En la actualidad, Newman y sus colaboradores trabajan en mejoras del RTerg que permitirán reducir en un minuto de tiempo la emisión de alerta. Además, están planeándose reescribir los algoritmos para que éstos puedan ser utilizados en todos los centros de alerta internacionales.