Las infecciones hospitalarias podrían reducirse un 75% haciendo pequeños cambios en la ventilación, según un estudio llevado a cabo por ingenieros de la Universidad británica de Leeds.
En la mayor parte de los casos, los médicos y profesionales que trabajan en los hospitales hacen bien su trabajo. Sin embargo, una vez acabado éste los pacientes se enfrentan a nuevos enemigos invisibles: las infecciones.
Los hospitales de todo el mundo cada vez están más preocupados por el riesgo de infecciones entre pacientes, especialmente debidas a “super virus” que muestran una gran resistencia los antibióticos. Las cifras al respecto son, desde luego, preocupantes. Uno de cada diez pacientes ingresados en un centro hospitalario contraerá algún tipo de infección durante su estancia.
El grupo de investigación de Ingeniería del Control de Patógenos de la Universidad británica de Leeds ha descubierto que haciendo pequeños cambios en el diseño del sistema de ventilación y de las salas se pueden controlar brotes serios de infecciones transmitidas por el aire, como la tuberculosis, gripe, síndromes respiratorios agudos y otros bien conocidos en los hospitales, como el acinetobacter o el Staphylococcus.
“Hay evidencia de que entre el 10% y el 20% de las infecciones se producen a través del aire. Hasta ahora, su papel en la cadena de la infección ha sido largamente ignorado. Los médicos han puesto mucha más atención en la importancia de lavarse las manos o evitar el contacto físico”, advierte el doctor Andrew Sleigh, que ha dirigido esta investigación, en un comunicado de la Universidad.
Para realizar este estudio, los investigadores Katherine Roberts y Abigail Hathway usaron un sistema láser para medir el número y el tamaño de las partículas presentes en el aire de las salas del Hospital Universitario St James. En concreto, tomaron muestras del aire cada 30 minutos durante una jornada laboral normal. También hicieron un muestreo de microorganismos presentes en el aire y, paralelamente, llevaron un control del tipo de actividad que se estaba llevando en cada una de las salas.
Actividades normales
Con los datos recogidos, los investigadores han llegado a la conclusión de que actividades humanas tan corrientes en un hospital, como la ronda de los médicos y enfermeras, cambiar las camas y cerrar o abrir las cortinas están directamente relacionados con picos en la presencia de partículas en el aire de las habitaciones.
“Aunque ciertas enfermedades como la tuberculosis está claro que se transmiten por el aire, otras también pueden elegir este medio para transmitirse. Muchas bacterias son llevadas por partículas, como de piel humana, y pueden extenderse por el aire dentro de las habitaciones gracias a actividades rutinarias. Esto puede aumentar el riesgo de infección de los pacientes”, comenta Sleigh.
Para conocer las implicaciones de estos descubrimientos, los responsables del estudio han necesitado la opinión de ingenieros, microbiólogos, matemáticos y médicos. De esta forma han podido abarcar el problema desde puntos de vista muy distintos.
Modelos informáticos
En otros aspectos del estudio ha sido necesaria la utilización de modelos informáticos para comprender los riesgos de infección a través del aire.
Por ejemplo, la ingeniera Catherine Noakes, que también participó en el estudio, usó un modelo computacional para estudiar una habitación infectada con tuberculosis en Perú. Este modelo le ha permitió predecir cómo las partículas viajaban por el aire de una cama a otra de los pacientes, extendiendo los patógenos por toda la estancia.
Estudiando una habitación con dos camas en el hospital Dos de Mayo del Lima llegó a la conclusión de que, poniendo algún tipo de barrera física entre ambas camas y cambiando la dirección de la ventilación cada cierto tiempo, el movimiento de las partículas por la habitación se veía muy reducido.
Con estos simples cambios, sobre todo en lo referente a la ventilación, el riesgo de transmisión de agentes patógenos a través del aire se podría reducir un 75% sin tener que aumentar el suministro de aire en la habitación, lo cual consume, además, mucha electricidad.
El acercamiento de los ingenieros a este grave problema fue muy diferente al que hacen los médicos. Éste no fue clínico, sino físico y se limitaron a observar cómo circula el aire en la habitación de un hospital.
Parte del trabajo de la doctora Noakes también consistió en calcular el riesgo de un brote contagioso en el medio hospitalario, teniendo en cuenta factores como la temperatura y la humedad. Noakes llegó a la conclusión de que, en algunos casos, un aumento de menos de un 10% del nivel de ventilación en las habitaciones sería suficiente para prevenir un brote.
Los responsables sanitarios del Perú ya están teniendo en cuenta estas consideraciones para evitar, en la medida de lo posible, las infecciones en sus hospitales. Los descubrimientos de este estudio también formarán parte de las nuevas pautas para la ventilación de instalaciones hospitalarias en el Reino Unido.
En la mayor parte de los casos, los médicos y profesionales que trabajan en los hospitales hacen bien su trabajo. Sin embargo, una vez acabado éste los pacientes se enfrentan a nuevos enemigos invisibles: las infecciones.
Los hospitales de todo el mundo cada vez están más preocupados por el riesgo de infecciones entre pacientes, especialmente debidas a “super virus” que muestran una gran resistencia los antibióticos. Las cifras al respecto son, desde luego, preocupantes. Uno de cada diez pacientes ingresados en un centro hospitalario contraerá algún tipo de infección durante su estancia.
El grupo de investigación de Ingeniería del Control de Patógenos de la Universidad británica de Leeds ha descubierto que haciendo pequeños cambios en el diseño del sistema de ventilación y de las salas se pueden controlar brotes serios de infecciones transmitidas por el aire, como la tuberculosis, gripe, síndromes respiratorios agudos y otros bien conocidos en los hospitales, como el acinetobacter o el Staphylococcus.
“Hay evidencia de que entre el 10% y el 20% de las infecciones se producen a través del aire. Hasta ahora, su papel en la cadena de la infección ha sido largamente ignorado. Los médicos han puesto mucha más atención en la importancia de lavarse las manos o evitar el contacto físico”, advierte el doctor Andrew Sleigh, que ha dirigido esta investigación, en un comunicado de la Universidad.
Para realizar este estudio, los investigadores Katherine Roberts y Abigail Hathway usaron un sistema láser para medir el número y el tamaño de las partículas presentes en el aire de las salas del Hospital Universitario St James. En concreto, tomaron muestras del aire cada 30 minutos durante una jornada laboral normal. También hicieron un muestreo de microorganismos presentes en el aire y, paralelamente, llevaron un control del tipo de actividad que se estaba llevando en cada una de las salas.
Actividades normales
Con los datos recogidos, los investigadores han llegado a la conclusión de que actividades humanas tan corrientes en un hospital, como la ronda de los médicos y enfermeras, cambiar las camas y cerrar o abrir las cortinas están directamente relacionados con picos en la presencia de partículas en el aire de las habitaciones.
“Aunque ciertas enfermedades como la tuberculosis está claro que se transmiten por el aire, otras también pueden elegir este medio para transmitirse. Muchas bacterias son llevadas por partículas, como de piel humana, y pueden extenderse por el aire dentro de las habitaciones gracias a actividades rutinarias. Esto puede aumentar el riesgo de infección de los pacientes”, comenta Sleigh.
Para conocer las implicaciones de estos descubrimientos, los responsables del estudio han necesitado la opinión de ingenieros, microbiólogos, matemáticos y médicos. De esta forma han podido abarcar el problema desde puntos de vista muy distintos.
Modelos informáticos
En otros aspectos del estudio ha sido necesaria la utilización de modelos informáticos para comprender los riesgos de infección a través del aire.
Por ejemplo, la ingeniera Catherine Noakes, que también participó en el estudio, usó un modelo computacional para estudiar una habitación infectada con tuberculosis en Perú. Este modelo le ha permitió predecir cómo las partículas viajaban por el aire de una cama a otra de los pacientes, extendiendo los patógenos por toda la estancia.
Estudiando una habitación con dos camas en el hospital Dos de Mayo del Lima llegó a la conclusión de que, poniendo algún tipo de barrera física entre ambas camas y cambiando la dirección de la ventilación cada cierto tiempo, el movimiento de las partículas por la habitación se veía muy reducido.
Con estos simples cambios, sobre todo en lo referente a la ventilación, el riesgo de transmisión de agentes patógenos a través del aire se podría reducir un 75% sin tener que aumentar el suministro de aire en la habitación, lo cual consume, además, mucha electricidad.
El acercamiento de los ingenieros a este grave problema fue muy diferente al que hacen los médicos. Éste no fue clínico, sino físico y se limitaron a observar cómo circula el aire en la habitación de un hospital.
Parte del trabajo de la doctora Noakes también consistió en calcular el riesgo de un brote contagioso en el medio hospitalario, teniendo en cuenta factores como la temperatura y la humedad. Noakes llegó a la conclusión de que, en algunos casos, un aumento de menos de un 10% del nivel de ventilación en las habitaciones sería suficiente para prevenir un brote.
Los responsables sanitarios del Perú ya están teniendo en cuenta estas consideraciones para evitar, en la medida de lo posible, las infecciones en sus hospitales. Los descubrimientos de este estudio también formarán parte de las nuevas pautas para la ventilación de instalaciones hospitalarias en el Reino Unido.