El agujero negro (en el centro) absorbe las capas exteriores del objeto (la bola) y emite radiación en el proceso. Fuente: ESA.
Los astrónomos han sido testigos del despertar de un agujero negro, tras décadas de inactividad. El agujero negro ha devorado un objeto de baja masa -una enana marrón o un planeta gigante- que se le acercó demasiado. Un fenómeno similar ocurrirá pronto con el agujero negro situado en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que engullirá una nube de gas.
El telescopio Integral, de la ESA, fue el primero en alertar del despertar del agujero negro en la galaxia NGC4845, a 47 millones de años luz de distancia. Los telescopios XMM-Newton, de la ESA; Swift, de la NASA; y el detector de rayos X japonés MAXI, a bordo de la Estación Espacial Internacional, también han observado el fenómeno.
Los astrónomos estaban observando otra galaxia con Integral, cuando detectaron un destello muy brillante en rayos X procedente de otra región en el mismo campo de visión. XMM-Newton confirmó que la fuente era NGC4845, una galaxia que nunca había sido detectada en altas energías.
Junto con Swift y MAXI la emisión fue observada a lo largo de todo el año 2011, desde su máximo en enero, cuando el brillo de la galaxia se multiplicó por mil, hasta su desvanecimiento.
“La observación fue completamente inesperada, procedente de una galaxia que ha permanecido tranquila durante al menos 20 o 30 años”, dice Marek Nikolajuk, de la Universidad de Bialystok, Polonia, y autor principal del artículo en Astronomy & Astrophysics.
Analizando las características del destello los astrónomos pudieron determinar que la emisión procedía del halo de material en torno al agujero central de la galaxia. Este objeto destrozaba y se alimentaba de otro de una masa entre 14 y 30 veces la de Júpiter, un rango que se corresponde con el de las enanas marrones –objetos subestelares que carecen de la masa suficiente como para iniciar la fusión del hidrógeno en sus núcleos, como hacen las estrellas-.
El telescopio Integral, de la ESA, fue el primero en alertar del despertar del agujero negro en la galaxia NGC4845, a 47 millones de años luz de distancia. Los telescopios XMM-Newton, de la ESA; Swift, de la NASA; y el detector de rayos X japonés MAXI, a bordo de la Estación Espacial Internacional, también han observado el fenómeno.
Los astrónomos estaban observando otra galaxia con Integral, cuando detectaron un destello muy brillante en rayos X procedente de otra región en el mismo campo de visión. XMM-Newton confirmó que la fuente era NGC4845, una galaxia que nunca había sido detectada en altas energías.
Junto con Swift y MAXI la emisión fue observada a lo largo de todo el año 2011, desde su máximo en enero, cuando el brillo de la galaxia se multiplicó por mil, hasta su desvanecimiento.
“La observación fue completamente inesperada, procedente de una galaxia que ha permanecido tranquila durante al menos 20 o 30 años”, dice Marek Nikolajuk, de la Universidad de Bialystok, Polonia, y autor principal del artículo en Astronomy & Astrophysics.
Analizando las características del destello los astrónomos pudieron determinar que la emisión procedía del halo de material en torno al agujero central de la galaxia. Este objeto destrozaba y se alimentaba de otro de una masa entre 14 y 30 veces la de Júpiter, un rango que se corresponde con el de las enanas marrones –objetos subestelares que carecen de la masa suficiente como para iniciar la fusión del hidrógeno en sus núcleos, como hacen las estrellas-.
¿Un planeta gigante?
Sin embargo los autores advierten en una nota de prensa de la ESA de que este objeto podría tener una masa incluso menor, de apenas unas cuantas veces superior a la de Júpiter, lo que lo situaría en el rango de los planetas gigantes.
Estudios recientes han sugerido que los objetos de masa planetaria de este tipo, que se encuentran flotando libremente en el espacio tras haber sido expulsados de sus sistemas solares originales por interacciones gravitatorias, podrían ser muy comunes en muchas galaxias.
Se estima que el agujero negro en el centro de NGC 4845 tiene una masa 300.000 veces superior a la de nuestro Sol. Y le gusta jugar con su comida: la forma en que la emisión aumentó y decayó revela que hay un retraso de entre dos y tres meses entre la descomposición del objeto y el calentamiento de los residuos en el entorno del agujero negro.
Sin embargo los autores advierten en una nota de prensa de la ESA de que este objeto podría tener una masa incluso menor, de apenas unas cuantas veces superior a la de Júpiter, lo que lo situaría en el rango de los planetas gigantes.
Estudios recientes han sugerido que los objetos de masa planetaria de este tipo, que se encuentran flotando libremente en el espacio tras haber sido expulsados de sus sistemas solares originales por interacciones gravitatorias, podrían ser muy comunes en muchas galaxias.
Se estima que el agujero negro en el centro de NGC 4845 tiene una masa 300.000 veces superior a la de nuestro Sol. Y le gusta jugar con su comida: la forma en que la emisión aumentó y decayó revela que hay un retraso de entre dos y tres meses entre la descomposición del objeto y el calentamiento de los residuos en el entorno del agujero negro.