Ser demasiado sociable puede quitar años de vida, ha descubierto un estudio que analizó el comportamiento de una colonia de 66 marmotas adultas entre 2002 y 2015 en las Montañas Rocosas, según se informa en un comunicado.
Las así llamadas marmotas de vientre amarillo se encuentran en las cordilleras montañosas del suroeste de Canadá y el oeste de Estados Unidos, hasta Nuevo México y al sur en Chihuahua, generalmente por encima de los 2.000 metros de altitud. A esas alturas, la vegetación arbórea es rara o no existe, por lo que el hábitat típico de esta especie son las praderas herbáceas salpicadas de rocas de la montaña.
Los investigadores observaron a través de binoculares, hasta seis horas al día, desde mediados de abril hasta mediados de septiembre, desde una distancia de aproximadamente un campo de fútbol, para evitar influir en su comportamiento.
Lo que descubrieron es que estas ardillas viven mucho más tiempo, en promedio, si son menos sociales y viven más aisladas. Las marmotas son cazadas por zorros, coyotes y, en menor medida, osos.
Aproximadamente el 50 por ciento de las marmotas de vientre amarillo mueren en su primer año de vida. Los especímenes que sobreviven más allá de ese tiempo a menudo viven de cinco a siete años, y algunos incluso viven el doble de tiempo.
Sociabilidad y expectativa de vida
Los investigadores midieron y analizaron sus interacciones sociales y la esperanza de vida. Las marmotas menos sociales vivieron, en promedio, más de dos años más que las más sociales, según la investigación, que se publica en Proceedings of the Royal Society B.
Cuánto más sociales son las marmotas, menos probabilidades tienen de sobrevivir durante el invierno, y viven una vida más corta, explica el autor principal, Daniel Blumstein. Añade que han observado resistencias para que las marmotas adultas sean sociables con otras marmotas femeninas. Esta especie de marmota no es muy social, y para ellos, parece difícil interactuar con otros ejemplares de su especie.
Consideran estos investigadores que las interacciones con otras marmotas podrían aumentar la probabilidad de enfermarse a causa de parásitos y pulgas, y también que pueden conducir a la competencia por los alimentos (comen pasto y vegetación) en momentos en que pueden no ser abundantes.
En lugar de buscar un comportamiento de lucha por los alimentos o por la reproducción, lo que estos investigadores observaron es un comportamiento diferente: las marmotas prefieren jugar, sentarse una junto a la otra, tocarse oacicalarse entre sí.
Estas interacciones sociales, sin embargo, no son muy frecuentes: por lo general, un observador necesitaba ver a un grupo de varias marmotas durante aproximadamente dos o cuatro horas para registrar una de esas interacciones sociales.
También observaron que algunas marmotas viven solas y otras en grupos que pueden variar en tamaño de aproximadamente de 6 a 24 hembras adultas y muchos descendientes, ya que la mayoría de los machos abandonan el grupo familiar.
Señalan los autores que las marmotas hembra menos sociales tienen un mayor éxito reproductivo anual que sus contrapartes más sociales: las hembras que son demasiado sociables no viven tanto tiempo y tienen menos crías cada año. Por lo general, una camada de marmotas suele ser de dos a ocho crías. En condiciones favorables, las marmotas pueden reproducirse todos los años.
Las así llamadas marmotas de vientre amarillo se encuentran en las cordilleras montañosas del suroeste de Canadá y el oeste de Estados Unidos, hasta Nuevo México y al sur en Chihuahua, generalmente por encima de los 2.000 metros de altitud. A esas alturas, la vegetación arbórea es rara o no existe, por lo que el hábitat típico de esta especie son las praderas herbáceas salpicadas de rocas de la montaña.
Los investigadores observaron a través de binoculares, hasta seis horas al día, desde mediados de abril hasta mediados de septiembre, desde una distancia de aproximadamente un campo de fútbol, para evitar influir en su comportamiento.
Lo que descubrieron es que estas ardillas viven mucho más tiempo, en promedio, si son menos sociales y viven más aisladas. Las marmotas son cazadas por zorros, coyotes y, en menor medida, osos.
Aproximadamente el 50 por ciento de las marmotas de vientre amarillo mueren en su primer año de vida. Los especímenes que sobreviven más allá de ese tiempo a menudo viven de cinco a siete años, y algunos incluso viven el doble de tiempo.
Sociabilidad y expectativa de vida
Los investigadores midieron y analizaron sus interacciones sociales y la esperanza de vida. Las marmotas menos sociales vivieron, en promedio, más de dos años más que las más sociales, según la investigación, que se publica en Proceedings of the Royal Society B.
Cuánto más sociales son las marmotas, menos probabilidades tienen de sobrevivir durante el invierno, y viven una vida más corta, explica el autor principal, Daniel Blumstein. Añade que han observado resistencias para que las marmotas adultas sean sociables con otras marmotas femeninas. Esta especie de marmota no es muy social, y para ellos, parece difícil interactuar con otros ejemplares de su especie.
Consideran estos investigadores que las interacciones con otras marmotas podrían aumentar la probabilidad de enfermarse a causa de parásitos y pulgas, y también que pueden conducir a la competencia por los alimentos (comen pasto y vegetación) en momentos en que pueden no ser abundantes.
En lugar de buscar un comportamiento de lucha por los alimentos o por la reproducción, lo que estos investigadores observaron es un comportamiento diferente: las marmotas prefieren jugar, sentarse una junto a la otra, tocarse oacicalarse entre sí.
Estas interacciones sociales, sin embargo, no son muy frecuentes: por lo general, un observador necesitaba ver a un grupo de varias marmotas durante aproximadamente dos o cuatro horas para registrar una de esas interacciones sociales.
También observaron que algunas marmotas viven solas y otras en grupos que pueden variar en tamaño de aproximadamente de 6 a 24 hembras adultas y muchos descendientes, ya que la mayoría de los machos abandonan el grupo familiar.
Señalan los autores que las marmotas hembra menos sociales tienen un mayor éxito reproductivo anual que sus contrapartes más sociales: las hembras que son demasiado sociables no viven tanto tiempo y tienen menos crías cada año. Por lo general, una camada de marmotas suele ser de dos a ocho crías. En condiciones favorables, las marmotas pueden reproducirse todos los años.
¿Y los humanos?
Los investigadores destacan que este descubrimiento de la marmota es importante porque entre los humanos, cuánto más sociales somos, mayor es la expectativa de vida.
Lo comprobó un análisis de 148 estudios basados en 309.000 casos que se publicó en 2010 en PLOS Medicine. Este artículo explica que las personas que son menos sociables pagan un precio en expectativa de vida que es casi tan grande como si hubieran fumado un paquete de cigarrillos al día. Efectos similares se han encontrado en primates altamente sociales.
Según los autores de la investigación sobre las marmotas, los humanos que tenemos relaciones sociales intensas vivimos más tiempo porque las relaciones sociales pueden protegernos de los factores estresantes de la vida.
Ahora bien, ¿cuáles podrían ser las implicaciones del nuevo estudio para los humanos? ¿Deberíamos todos ser más sociales? ¿Algunas personas que son menos sociales experimentan resultados negativos si se ven forzadas a ser más sociables, en un centro para personas mayores, por ejemplo?
Estas son preguntas que vale la pena preguntar, señala Blumstein. Ser sociable tiene beneficios, pero estamos encontrando algunas consecuencias negativas del hecho de ser demasiado sociales. Al estudiar una especie que no quiere ser social, estamos encontrando ideas que no habríamos encontrado estudiando sólo primates sociales, concluye.
Los investigadores destacan que este descubrimiento de la marmota es importante porque entre los humanos, cuánto más sociales somos, mayor es la expectativa de vida.
Lo comprobó un análisis de 148 estudios basados en 309.000 casos que se publicó en 2010 en PLOS Medicine. Este artículo explica que las personas que son menos sociables pagan un precio en expectativa de vida que es casi tan grande como si hubieran fumado un paquete de cigarrillos al día. Efectos similares se han encontrado en primates altamente sociales.
Según los autores de la investigación sobre las marmotas, los humanos que tenemos relaciones sociales intensas vivimos más tiempo porque las relaciones sociales pueden protegernos de los factores estresantes de la vida.
Ahora bien, ¿cuáles podrían ser las implicaciones del nuevo estudio para los humanos? ¿Deberíamos todos ser más sociales? ¿Algunas personas que son menos sociales experimentan resultados negativos si se ven forzadas a ser más sociables, en un centro para personas mayores, por ejemplo?
Estas son preguntas que vale la pena preguntar, señala Blumstein. Ser sociable tiene beneficios, pero estamos encontrando algunas consecuencias negativas del hecho de ser demasiado sociales. Al estudiar una especie que no quiere ser social, estamos encontrando ideas que no habríamos encontrado estudiando sólo primates sociales, concluye.
Referencia
Strong social relationships are associated with decreased longevity in a facultatively social mammal. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 2018; 285 (1871): 20171934 DOI: 10.1098/rspb.2017.1934
Strong social relationships are associated with decreased longevity in a facultatively social mammal. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 2018; 285 (1871): 20171934 DOI: 10.1098/rspb.2017.1934