La primera simulación informática de lo que ocurrió el 11 de septiembre de 2001 en el Pentágono ha sido realizada por ingenieros, informáticos y expertos en grafismo multimedia de la Universidad de Purdue, Indiana, Estados Unidos.
Se trata de un ejercicio gigantesco de matemáticas, física e informática que pretende contribuir a prevenir posibles episodios similares en el futuro cuando se planifique la construcción de un edificio.
Cada décima de segundo de lo ocurrido ha representado el equivalente a 95 horas de cálculos informáticos muy precisos basados en el peso del avión, su velocidad, cantidad de carburante, etc.
La velocidad, determinante
El factor determinante de la tragedia, según esta simulación, no fue el carburante del aparato, sino su velocidad, ya que en esas condiciones el avión es como una salchicha que se deshace por el impacto.
La mayoría de los accidentes aéreos que vemos en las películas, simulados por ordenador, no se desarrollan según las leyes de la física, sino en función de su espectacularidad, por lo que es imposible hacerse una visión realista de lo que ocurrió en el Pentágono si no se desarrolla un modelo como el conseguido en la Universidad de Purdue.
Aunque los investigadores de esta Universidad aseguran que la finalidad del complejo ejercicio realizado es de tipo preventivo, en la práctica su teoría viene a derrumbar la hipótesis de que no hubo un avión contra el Pentágono el 11 de septiembre, tal como sostiene Thierry Meyssan en su polémica obra La gran impostura.
Esta teoría, que se basa en la ausencia de restos significativos del avión siniestrado después de la colisión, se descalifica en la simulación, que puede seguirse en Internet.
Lo que ocurrió, previsiblemente, es que el avión se fracturó en mil pedazos al penetrar en la fortaleza del edificio, construido con una arquitectura a base de columnas que deshicieron la estructura del avión en unos tres segundos.
Se trata de un ejercicio gigantesco de matemáticas, física e informática que pretende contribuir a prevenir posibles episodios similares en el futuro cuando se planifique la construcción de un edificio.
Cada décima de segundo de lo ocurrido ha representado el equivalente a 95 horas de cálculos informáticos muy precisos basados en el peso del avión, su velocidad, cantidad de carburante, etc.
La velocidad, determinante
El factor determinante de la tragedia, según esta simulación, no fue el carburante del aparato, sino su velocidad, ya que en esas condiciones el avión es como una salchicha que se deshace por el impacto.
La mayoría de los accidentes aéreos que vemos en las películas, simulados por ordenador, no se desarrollan según las leyes de la física, sino en función de su espectacularidad, por lo que es imposible hacerse una visión realista de lo que ocurrió en el Pentágono si no se desarrolla un modelo como el conseguido en la Universidad de Purdue.
Aunque los investigadores de esta Universidad aseguran que la finalidad del complejo ejercicio realizado es de tipo preventivo, en la práctica su teoría viene a derrumbar la hipótesis de que no hubo un avión contra el Pentágono el 11 de septiembre, tal como sostiene Thierry Meyssan en su polémica obra La gran impostura.
Esta teoría, que se basa en la ausencia de restos significativos del avión siniestrado después de la colisión, se descalifica en la simulación, que puede seguirse en Internet.
Lo que ocurrió, previsiblemente, es que el avión se fracturó en mil pedazos al penetrar en la fortaleza del edificio, construido con una arquitectura a base de columnas que deshicieron la estructura del avión en unos tres segundos.