La ciudad brasileña de Curitiba
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anticipó el pasado día 7 de julio, poco antes del comienzo de la Cumbre del G-8 (los ocho países más ricos de la Tierra) celebrada en Gleneagles (Escocia), que habría acuerdo entre los miembros de este grupo de poderosos en lo que respecta a las medidas para detener el cambio climático, acuerdo que sin embargo no implicaría de momento que Washington acepte el Protocolo de Kyoto.
El Protocolo de Kyoto prevé que, entre 2008 y 2012, los países ricos deban reducir como media el 5% de sus emisiones de gas carbónico, teniendo como base los índices de 1990. El protocolo de Kyoto ha sido ratificado por 141 países, entre ellos todos los integrantes del G-8 menos Estados Unidos, que se ha negado a aceptarlo al considerarlo un suicidio económico.
El acuerdo sobre medioamabiente alcanzado en el G-8 se ajustó a lo anticipado por Bush, desvelando una nueva actitud de su Administración. El origen de este cambio de actitud puede encontrarse en un proceso social que preocupa a la Casa Blanca: la revolución de numerosas ciudades norteamericanas que pretenden acatar localmente las premisas de dicho Protocolo.
Mientras el Gobierno federal de Estados Unidos se niega a firmar el Protocolo de Kyoto argumentando que podría dañar la economía del país, a mediados del pasado mes de junio 150 ciudades estadounidenses adoptaron una resolución por la que se comprometían a respetar los objetivos de Kyoto.
Millones de ciudadanos a favor
Según explica la revista canadiense Sciencepress, esta revuelta de las ciudades comenzó el pasado enero en Seattle, en el Estado de Washington. En su discurso sobre el estado de la ciudad, el alcalde Grez Nickels se preguntó en voz alta por qué no se podían respetar localmente los objetivos de dicho Protocolo, sentando así las bases de una revolución social sin precedentes.
Otras ciudades, como Los Ángeles, Boston, Nueva York o Denver, se unieron después a esta inquietud, que ha terminado en resolución. El 30 de marzo de 2005, diez alcaldes que representan a nada menos que a tres millones de estadounidenses lanzaron oficialmente un llamamiento a sus colegas con el fin de que se unieran con ellos en el compromiso de reducir en un 7% las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera en sus localidades.
Hoy son ya 156 alcaldes representantes de 32 millones de habitantes los que han firmado el Mayor's Climate Agreement (el Acuerdo de los Alcaldes para el Clima), cuyo objetivo es alcanzar o superar los objetivos del Protocolo de Kyoto en sus comunidades. El 13 de junio, en un congreso anual de alcaldes, fue adoptada una resolución unánime a este respecto.
Movimiento internacional
Al mismo tiempo que todo esto sucedía, el pasado cinco de junio emergió un movimiento internacional. Aprovechando las Jornadas Anuales de Medioambiente de las Naciones Unidas, 50 alcaldes de varios países reunidos en San Francisco firmaron el Urban Environmental Accords (el Acuerdo Medioambiental Urbano), que fija 21 objetivos para un desarrollo urbano sostenible.
Esta firma ponía fin a un encuentro de cinco días organizado por el gobernador de California, el actor Arnold Schwarzenegger, que propuso un vasto plan de reducción de gases provocadores del efecto invernadero: una reducción para 2010 a los niveles de 2000, y en 2020 a los niveles de 1990. Para el año 2050, si se cumplen las expectativas, las emisiones californianas deberán haberse reducido en un 80% con respecto a las que había en el año 1990.
En la actualidad, si California fuera un país independiente ocuparía el décimo lugar en el mundo en lo que a emisión de gases de efecto invernadero se refiere. En Nueva York, al mismo tiempo, el gobernador de la ciudad adoptaba una reglamentación que obligará a los coches en venta a limitar su capacidad de emisión de gases a partir del año 2009.
Primeros intentos
Estas iniciativas locales y urbanas se iniciaron en los años 80, cuando la ciudad canadiense de Toronto propuso reducir en un 42% las emisiones contaminantes de sus industrias. Sin embargo, la falta de firmeza de los suscesivos gobiernos de Canadá no ha ayudado a que este objetivo se cumpla.
En Brasil existe otra ciudad que ha intentado respetar el medioambiente: Curitiba. Con más de millón y medio de habitantes, en el centro de esta ciudad están prohibidos los coches y las calles están reservadas sólo a los autobuses. Millones de árboles han sido plantados y los billetes de autobús se ofertan a cambio de materiales de reciclaje. En la Cumbre de Río de 1992, esta ciudad fue calificada como la ciudad más verde del mundo.
Brasil ostenta además la mayor representación de Sudamérica en la Campaña Ciudades por la Protección del Clima (CCP), integrada por 550 municipios de todo el mundo, que representan el 8% de las emisiones de efecto invernadero.
El Protocolo de Kyoto prevé que, entre 2008 y 2012, los países ricos deban reducir como media el 5% de sus emisiones de gas carbónico, teniendo como base los índices de 1990. El protocolo de Kyoto ha sido ratificado por 141 países, entre ellos todos los integrantes del G-8 menos Estados Unidos, que se ha negado a aceptarlo al considerarlo un suicidio económico.
El acuerdo sobre medioamabiente alcanzado en el G-8 se ajustó a lo anticipado por Bush, desvelando una nueva actitud de su Administración. El origen de este cambio de actitud puede encontrarse en un proceso social que preocupa a la Casa Blanca: la revolución de numerosas ciudades norteamericanas que pretenden acatar localmente las premisas de dicho Protocolo.
Mientras el Gobierno federal de Estados Unidos se niega a firmar el Protocolo de Kyoto argumentando que podría dañar la economía del país, a mediados del pasado mes de junio 150 ciudades estadounidenses adoptaron una resolución por la que se comprometían a respetar los objetivos de Kyoto.
Millones de ciudadanos a favor
Según explica la revista canadiense Sciencepress, esta revuelta de las ciudades comenzó el pasado enero en Seattle, en el Estado de Washington. En su discurso sobre el estado de la ciudad, el alcalde Grez Nickels se preguntó en voz alta por qué no se podían respetar localmente los objetivos de dicho Protocolo, sentando así las bases de una revolución social sin precedentes.
Otras ciudades, como Los Ángeles, Boston, Nueva York o Denver, se unieron después a esta inquietud, que ha terminado en resolución. El 30 de marzo de 2005, diez alcaldes que representan a nada menos que a tres millones de estadounidenses lanzaron oficialmente un llamamiento a sus colegas con el fin de que se unieran con ellos en el compromiso de reducir en un 7% las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera en sus localidades.
Hoy son ya 156 alcaldes representantes de 32 millones de habitantes los que han firmado el Mayor's Climate Agreement (el Acuerdo de los Alcaldes para el Clima), cuyo objetivo es alcanzar o superar los objetivos del Protocolo de Kyoto en sus comunidades. El 13 de junio, en un congreso anual de alcaldes, fue adoptada una resolución unánime a este respecto.
Movimiento internacional
Al mismo tiempo que todo esto sucedía, el pasado cinco de junio emergió un movimiento internacional. Aprovechando las Jornadas Anuales de Medioambiente de las Naciones Unidas, 50 alcaldes de varios países reunidos en San Francisco firmaron el Urban Environmental Accords (el Acuerdo Medioambiental Urbano), que fija 21 objetivos para un desarrollo urbano sostenible.
Esta firma ponía fin a un encuentro de cinco días organizado por el gobernador de California, el actor Arnold Schwarzenegger, que propuso un vasto plan de reducción de gases provocadores del efecto invernadero: una reducción para 2010 a los niveles de 2000, y en 2020 a los niveles de 1990. Para el año 2050, si se cumplen las expectativas, las emisiones californianas deberán haberse reducido en un 80% con respecto a las que había en el año 1990.
En la actualidad, si California fuera un país independiente ocuparía el décimo lugar en el mundo en lo que a emisión de gases de efecto invernadero se refiere. En Nueva York, al mismo tiempo, el gobernador de la ciudad adoptaba una reglamentación que obligará a los coches en venta a limitar su capacidad de emisión de gases a partir del año 2009.
Primeros intentos
Estas iniciativas locales y urbanas se iniciaron en los años 80, cuando la ciudad canadiense de Toronto propuso reducir en un 42% las emisiones contaminantes de sus industrias. Sin embargo, la falta de firmeza de los suscesivos gobiernos de Canadá no ha ayudado a que este objetivo se cumpla.
En Brasil existe otra ciudad que ha intentado respetar el medioambiente: Curitiba. Con más de millón y medio de habitantes, en el centro de esta ciudad están prohibidos los coches y las calles están reservadas sólo a los autobuses. Millones de árboles han sido plantados y los billetes de autobús se ofertan a cambio de materiales de reciclaje. En la Cumbre de Río de 1992, esta ciudad fue calificada como la ciudad más verde del mundo.
Brasil ostenta además la mayor representación de Sudamérica en la Campaña Ciudades por la Protección del Clima (CCP), integrada por 550 municipios de todo el mundo, que representan el 8% de las emisiones de efecto invernadero.
Megalópolis. Rossworx.
Ciudades para la Protección del Clima
Ciudades para la Protección del Clima (Cities for Climate Protection - CCP) es una campaña del Consejo Internacional para las Iniciativas Ambientales Locales (International Council for Local Environmental Initiatives - ICLEI), una agencia ambiental internacional para los gobiernos locales.
La campaña, que se puso en marcha en 1993, ofrece un marco de acción para que los gobiernos locales desarrollen una programa estratégico de lucha contra el calentamiento global y la contaminación atmosférica, mejorando a su vez la calidad de vida de la comunidad.
Su objetivo es crear un movimiento mundial de gobiernos locales que adopten políticas e implementen medidas para reducir las emisiones locales de gases de efecto invernadero y así mejorar la calidad del aire y la sustentabilidad urbana.
La campaña "Ciudades para la Protección del Clima" nace a partir de un proyecto de reducción del CO2 en las ciudades llevado a cabo entre 1991 y 1993 por un grupo de trabajo de diversos países, cuyo resultado se materializa en un documento sobre metodologías, procedimientos estandarizados y ejemplos de buenas prácticas (five-milestone framework) y un programa informático diseñado de acuerdo con las necesidades de los ayuntamientos.
En todos los continentes
En Latinoamérica participan de la campaña Argentina, con dos ciudades, Brasil con siete ciudades, Chile y Colombia con una ciudad cada una y México, también con siete municipios. Un total de 18 ciudades que ya están procurando, según la realidad local, medidas de prevención y soluciones en el combate a la contaminación urbana.
De África participan ocho ciudades, de Estados Unidos y Canadá 18, de Asia 40 ciudades, de Europa (Inglaterra, Alemania, Bélgica e Italia) 130 y de Oceanía, 140.
Las ciudades más emblemáticas de este proceso son Chicago, por su programa de reciclaje que le permite reducir 150,000 toneladas de CO2 cada año, Potchefstroom, en Sudáfrica, por su sistema de recuperación de metano que reduce emisiones en un 78%, Cagayan, en Filipinas, por su sistema de eficiencia energética que impide la emisión de 850 toneladas deCO2/año.
Próxima red de ciudades españolas
En España, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se ha propuesto crear una red de ciudades comprometida en la lucha contra el cambio climático. Considera que, aunque son muchos los ayuntamientos que están cumpliendo los compromisos de la Agenda 21, es necesario impulsar un "tercer núcleo" municipal en el que participen todas aquellas localidades que están desarrollando y encauzando las exigencias Kyoto para eliminar las consecuencias del efecto invernadero.
Un nuevo poder social está emergiendo: lo local afirma su protagonismo en un contexto global. Aunque las ciudades, que tienen 8.000 años de historia, han sido siempre centros de poder y creadoras de civilización, la crisis urbana global derivada de la globalización ha provocado que muchas ciudades del mundo no puedan proporcionar a sus habitantes ni siquiera las necesidades básicas debido entre otras cosas a que muchas de las decisiones que causan estos problemas están fuera de su competencia.
Como consecuencia de esta cambio de poder a favor de lo global, en las grandes ciudades existe hoy más pobreza, violencia étnica y racial, crimen y personas sin hogar, al mismo tiempo que el medio ambiente se degrada en las áreas urbanas.
Protagonismo urbano recuperado
En los últimos 40 años la población urbana se ha incrementado de manera alarmante y en los próximos 30 años el 90 por ciento del crecimiento de la población se dará en las áreas urbanas. Hoy alrededor de la mitad de los habitantes de mundo viven en las ciudades o cerca de ellas.
Las ciudades se han convertido por ello en fuente de prosperidad y progreso, por un lado, pero también en origen de agudos problemas sociales. Su poder ha quedado hasta ahora restringido a lo local, en un contexto global caracterizado por grandes intereses que fluyen de un lado a otro del mundo (la deslocalización es uno de sus efectos) y en el que los poderes locales poco o nada tienen que decidir, salvo la gestión de decisiones tomadas fuera de su ámbito geográfico o político.
El desarrollo sostenible y la urgente de necesidad de dar respuestas a problemas locales por encima incluso de planteamientos globales, se ha convertido en una oportunidad para dar un protagonismo renovado a las ciudades.
Ciudades para la Protección del Clima (Cities for Climate Protection - CCP) es una campaña del Consejo Internacional para las Iniciativas Ambientales Locales (International Council for Local Environmental Initiatives - ICLEI), una agencia ambiental internacional para los gobiernos locales.
La campaña, que se puso en marcha en 1993, ofrece un marco de acción para que los gobiernos locales desarrollen una programa estratégico de lucha contra el calentamiento global y la contaminación atmosférica, mejorando a su vez la calidad de vida de la comunidad.
Su objetivo es crear un movimiento mundial de gobiernos locales que adopten políticas e implementen medidas para reducir las emisiones locales de gases de efecto invernadero y así mejorar la calidad del aire y la sustentabilidad urbana.
La campaña "Ciudades para la Protección del Clima" nace a partir de un proyecto de reducción del CO2 en las ciudades llevado a cabo entre 1991 y 1993 por un grupo de trabajo de diversos países, cuyo resultado se materializa en un documento sobre metodologías, procedimientos estandarizados y ejemplos de buenas prácticas (five-milestone framework) y un programa informático diseñado de acuerdo con las necesidades de los ayuntamientos.
En todos los continentes
En Latinoamérica participan de la campaña Argentina, con dos ciudades, Brasil con siete ciudades, Chile y Colombia con una ciudad cada una y México, también con siete municipios. Un total de 18 ciudades que ya están procurando, según la realidad local, medidas de prevención y soluciones en el combate a la contaminación urbana.
De África participan ocho ciudades, de Estados Unidos y Canadá 18, de Asia 40 ciudades, de Europa (Inglaterra, Alemania, Bélgica e Italia) 130 y de Oceanía, 140.
Las ciudades más emblemáticas de este proceso son Chicago, por su programa de reciclaje que le permite reducir 150,000 toneladas de CO2 cada año, Potchefstroom, en Sudáfrica, por su sistema de recuperación de metano que reduce emisiones en un 78%, Cagayan, en Filipinas, por su sistema de eficiencia energética que impide la emisión de 850 toneladas deCO2/año.
Próxima red de ciudades españolas
En España, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se ha propuesto crear una red de ciudades comprometida en la lucha contra el cambio climático. Considera que, aunque son muchos los ayuntamientos que están cumpliendo los compromisos de la Agenda 21, es necesario impulsar un "tercer núcleo" municipal en el que participen todas aquellas localidades que están desarrollando y encauzando las exigencias Kyoto para eliminar las consecuencias del efecto invernadero.
Un nuevo poder social está emergiendo: lo local afirma su protagonismo en un contexto global. Aunque las ciudades, que tienen 8.000 años de historia, han sido siempre centros de poder y creadoras de civilización, la crisis urbana global derivada de la globalización ha provocado que muchas ciudades del mundo no puedan proporcionar a sus habitantes ni siquiera las necesidades básicas debido entre otras cosas a que muchas de las decisiones que causan estos problemas están fuera de su competencia.
Como consecuencia de esta cambio de poder a favor de lo global, en las grandes ciudades existe hoy más pobreza, violencia étnica y racial, crimen y personas sin hogar, al mismo tiempo que el medio ambiente se degrada en las áreas urbanas.
Protagonismo urbano recuperado
En los últimos 40 años la población urbana se ha incrementado de manera alarmante y en los próximos 30 años el 90 por ciento del crecimiento de la población se dará en las áreas urbanas. Hoy alrededor de la mitad de los habitantes de mundo viven en las ciudades o cerca de ellas.
Las ciudades se han convertido por ello en fuente de prosperidad y progreso, por un lado, pero también en origen de agudos problemas sociales. Su poder ha quedado hasta ahora restringido a lo local, en un contexto global caracterizado por grandes intereses que fluyen de un lado a otro del mundo (la deslocalización es uno de sus efectos) y en el que los poderes locales poco o nada tienen que decidir, salvo la gestión de decisiones tomadas fuera de su ámbito geográfico o político.
El desarrollo sostenible y la urgente de necesidad de dar respuestas a problemas locales por encima incluso de planteamientos globales, se ha convertido en una oportunidad para dar un protagonismo renovado a las ciudades.