Wycliffe
El lenguaje humano es un milagro cuyo origen está aún por determinar. Siendo un fenómeno universal usado por naturaleza por nuestra especie, la causa de su aparición en algún momento de la evolución ha sido motivo de reflexión durante mucho tiempo por parte de diversas doctrinas del conocimiento. En la actualidad, en nuestro planeta hay unas seis mil quinientas lenguas habladas, ¿de dónde surgió tal diversidad? ¿Cuál fue el origen de todas las lenguas?
Un grupo de lingüistas de la Universidad de Nueva York pretende volcar algo de luz sobre estas cuestiones a través de la creación de una base de datos similar a la del Proyecto Genoma Humano, que permita que los estudios existentes sobre enfermedades que afectan al lenguaje se reúnan, para poder interpretar así los procesos biológicos presentes en el desarrollo de nuestra capacidad de hablar.
Los especialistas Gary Marcus, profesor del departamento de psicología de dicha universidad, y su colaborador Hugh Rabagliati señalan en un artículo publicado por la revista Nature Neuroscience que las bases biológicas de nuestra capacidad lingüística aún hoy siguen siendo un misterio. Asimismo, también lo es la evolución que nos llevó a dicha capacidad. Todo son teorías, pero no se tienen suficientes datos. Una pista para resolver el misterio pueden ser las enfermedades relacionadas con el lenguaje.
Bases genéticas y neuronales
Según Marcus, el estudio de dichas enfermedades se realizaría mediante la aplicación del principio darviniano de “descendencia con modificación”. Este principio señala que la evolución tiene que ver con el cambio y que el proceso de descendencia hace que las especies estén relacionadas genéticamente.
Si se aplica este principio al conocimiento de las enfermedades relacionadas con el lenguaje, será posible reconciliar datos aparentemente dispares acerca de estas enfermedades, lo que permitirá crear una importante base de datos y servir para comprender la evolución lingüística en el hombre.
Marcus afirma asimismo que el estudio de la naturaleza y del origen del lenguaje humano tiene una complejidad que no es comparable con la del lenguaje animal, por lo que no es suficiente, como sucede en otras áreas, tratar de comprender este campo a partir de las investigaciones realizadas con animales. La complejidad del lenguaje humano es única, por lo que los resultados de los estudios sobre el lenguaje animal –como el del canto de los pájaros- no pueden extrapolarse a las estructuras lingüísticas del hombre.
Sin embargo, ciertas enfermedades sí podrían aportar cierta claridad para la compresión de las bases genéticas y neuronales del lenguaje, porque proporcionan un método de estudio natural (los propios pacientes), cuyo objeto son las modificaciones biológicas y fisiológicas que sufren los enfermos de este tipo. Como ejemplo, Marcus señala los estudios de neurociencia cognitiva, que analiza la relación entre las bases biológicas y fisiológicas del lenguaje y las bases biológicas y psicológicas de otros sistemas cognitivos y neuronales.
Unificar estudios
Teniendo en cuenta que numerosas investigaciones han demostrado que defectos en la capacidad de hablar se relacionan a menudo con problemas en otras áreas del conocimiento, como el control motor, esto significaría que el lenguaje estaría regido por “genes generalistas”, afirma el científico.
Comprender mejor qué componentes de nuestra biología “trabajan” para que hablemos (a partir del conocimiento de aquello que “falla” en las personas que no pueden comunicarse en condiciones normales), permitiría por un lado entender el origen biológico del lenguaje, y por otro ayudar a personas con problemas de comunicación e incluso desarrollar nuevos métodos de enseñanza de idiomas extranjeros.
Por ejemplo, los enfermos del Síndrome de Williams tienen dificultades para percibir el mundo y saber lo que está ocurriendo, pero tienen capacidades lingüísticas normales. Por otro, el autismo puede afectar al habla y la comprensión lingüística, como la capacidad de aprender los nombres de los objetos.
Los desórdenes genéticos como el Síndrome del cromosoma X frágil, que es la forma más común de retraso mental hereditario en hombres y una de las causas más significativas en mujeres, provocan daños en las capacidades cognitivas y lingüísticas.
Comprendernos a nosotros mismos
Pero los estudios realizados hasta la fecha sobre todas estas enfermedades se han hecho por separado, sin unir piezas.
Marcus y su equipo han pedido a través de Nature Neuroscience que los expertos recopilen los datos clave de todos estos trabajos y se genere una base de datos acerca de estas enfermedades para conocer a fondo cómo afectan o no a la capacidad del habla, de manera que pueda ayudarse mejor a los enfermos, así como intentar resolver el misterio del origen, desarrollo y evolución del lenguaje.
El estudio comparativo de los desórdenes lingüísticos proporcionaría a los investigadores la oportunidad de examinar cómo varían dentro del genoma los factores cognoscitivos. La comparación de estas variaciones en los enfermos con desórdenes lingüísticos y la población sana, así como las comparaciones de las variaciones entre enfermos de distinto tipo, daría información acerca de la herencia de diversos aspectos del lenguaje.
Así, podrían señalarse aquellos genes que están relacionados en el lenguaje, e incluso dar claves acerca de los orígenes de las características propias de cada lengua. Una base de datos de este tipo sería de un valor incalculable porque, afirma Marcus, cuanto mejor comprendamos lo que es el lenguaje, mejor nos comprenderemos a nosotros mismos.
Un grupo de lingüistas de la Universidad de Nueva York pretende volcar algo de luz sobre estas cuestiones a través de la creación de una base de datos similar a la del Proyecto Genoma Humano, que permita que los estudios existentes sobre enfermedades que afectan al lenguaje se reúnan, para poder interpretar así los procesos biológicos presentes en el desarrollo de nuestra capacidad de hablar.
Los especialistas Gary Marcus, profesor del departamento de psicología de dicha universidad, y su colaborador Hugh Rabagliati señalan en un artículo publicado por la revista Nature Neuroscience que las bases biológicas de nuestra capacidad lingüística aún hoy siguen siendo un misterio. Asimismo, también lo es la evolución que nos llevó a dicha capacidad. Todo son teorías, pero no se tienen suficientes datos. Una pista para resolver el misterio pueden ser las enfermedades relacionadas con el lenguaje.
Bases genéticas y neuronales
Según Marcus, el estudio de dichas enfermedades se realizaría mediante la aplicación del principio darviniano de “descendencia con modificación”. Este principio señala que la evolución tiene que ver con el cambio y que el proceso de descendencia hace que las especies estén relacionadas genéticamente.
Si se aplica este principio al conocimiento de las enfermedades relacionadas con el lenguaje, será posible reconciliar datos aparentemente dispares acerca de estas enfermedades, lo que permitirá crear una importante base de datos y servir para comprender la evolución lingüística en el hombre.
Marcus afirma asimismo que el estudio de la naturaleza y del origen del lenguaje humano tiene una complejidad que no es comparable con la del lenguaje animal, por lo que no es suficiente, como sucede en otras áreas, tratar de comprender este campo a partir de las investigaciones realizadas con animales. La complejidad del lenguaje humano es única, por lo que los resultados de los estudios sobre el lenguaje animal –como el del canto de los pájaros- no pueden extrapolarse a las estructuras lingüísticas del hombre.
Sin embargo, ciertas enfermedades sí podrían aportar cierta claridad para la compresión de las bases genéticas y neuronales del lenguaje, porque proporcionan un método de estudio natural (los propios pacientes), cuyo objeto son las modificaciones biológicas y fisiológicas que sufren los enfermos de este tipo. Como ejemplo, Marcus señala los estudios de neurociencia cognitiva, que analiza la relación entre las bases biológicas y fisiológicas del lenguaje y las bases biológicas y psicológicas de otros sistemas cognitivos y neuronales.
Unificar estudios
Teniendo en cuenta que numerosas investigaciones han demostrado que defectos en la capacidad de hablar se relacionan a menudo con problemas en otras áreas del conocimiento, como el control motor, esto significaría que el lenguaje estaría regido por “genes generalistas”, afirma el científico.
Comprender mejor qué componentes de nuestra biología “trabajan” para que hablemos (a partir del conocimiento de aquello que “falla” en las personas que no pueden comunicarse en condiciones normales), permitiría por un lado entender el origen biológico del lenguaje, y por otro ayudar a personas con problemas de comunicación e incluso desarrollar nuevos métodos de enseñanza de idiomas extranjeros.
Por ejemplo, los enfermos del Síndrome de Williams tienen dificultades para percibir el mundo y saber lo que está ocurriendo, pero tienen capacidades lingüísticas normales. Por otro, el autismo puede afectar al habla y la comprensión lingüística, como la capacidad de aprender los nombres de los objetos.
Los desórdenes genéticos como el Síndrome del cromosoma X frágil, que es la forma más común de retraso mental hereditario en hombres y una de las causas más significativas en mujeres, provocan daños en las capacidades cognitivas y lingüísticas.
Comprendernos a nosotros mismos
Pero los estudios realizados hasta la fecha sobre todas estas enfermedades se han hecho por separado, sin unir piezas.
Marcus y su equipo han pedido a través de Nature Neuroscience que los expertos recopilen los datos clave de todos estos trabajos y se genere una base de datos acerca de estas enfermedades para conocer a fondo cómo afectan o no a la capacidad del habla, de manera que pueda ayudarse mejor a los enfermos, así como intentar resolver el misterio del origen, desarrollo y evolución del lenguaje.
El estudio comparativo de los desórdenes lingüísticos proporcionaría a los investigadores la oportunidad de examinar cómo varían dentro del genoma los factores cognoscitivos. La comparación de estas variaciones en los enfermos con desórdenes lingüísticos y la población sana, así como las comparaciones de las variaciones entre enfermos de distinto tipo, daría información acerca de la herencia de diversos aspectos del lenguaje.
Así, podrían señalarse aquellos genes que están relacionados en el lenguaje, e incluso dar claves acerca de los orígenes de las características propias de cada lengua. Una base de datos de este tipo sería de un valor incalculable porque, afirma Marcus, cuanto mejor comprendamos lo que es el lenguaje, mejor nos comprenderemos a nosotros mismos.