El autor y su obra
Científicos australianos y norteamericanos han puesto a punto un robot artista que está conectado a través de Internet a un cultivo de neuronas de ratas situado a miles de kilómetros, con la finalidad de generar obras de arte inspiradas en cerebros no humanos.
El prototipo de este brazo robotizado con pretensiones creativas fue presentado en la exposición ArtBots 2003, desarrollada en Nueva York este fin de semana, en lo que constituye el primer intento de reflejar la creatividad animal en una obra de arte a través de un robot.
Este robot es una expresión más del arte neuronal que, en este caso, se inspira en un cultivo cerebral distante para expresar formas creativas, por lo que este artista artificial, medio vivo y medio digital, contribuirá a una mejor comprensión de las bases neurológicas de la creatividad.
Robot biocibernético
La nueva criatura biocibernética es la segunda fase de un proyecto internacional de investigación que pretende crear un robot que actúe siguiendo instrucciones biológicas.
El proyecto es conocido como MEART y es fruto de la fusión de dos ideas originales: una aportada por el artista Guy Ben-Ary, de Symbiotica Research Group, de la Universidad de Australia, y otra aportada por el neurólogo de la Universidad de Atlanta, Steve Potter.
El resultado de estas dos iniciativas es la combinación de la técnica de multielectrodos, que permite conectar entre sí diferentes tejidos vivos, con las realizaciones artísticas robotizadas. La conexión de los dos universos se consigue a través de Internet.
Merced a estas tecnologías debidamente articuladas, el brazo robotizado dibuja trazos con la ayuda de una especie de tres “enormes rotuladores” cuyos desplazamientos son controlados por los impulsos eléctricos emitidos por las neuronas, a los que el robot accede a través de Internet.
La base de la conciencia
Al mismo tiempo, también a través del ciberespacio, el robot informa al cultivo de neuronas de las realizaciones artísticas, lo que origina nuevas instrucciones creativas que son reflejadas en el lienzo del artista artificial después de ser recibidas por esta criatura biocibernética.
Este circuito de ida y vuelta de impulsos eléctricos que generan creatividad simula la base neurológica de la inteligencia y la conciencia, ya que merced a este ingenioso mecanismo, una máquina es capaz de inspirarse de fuentes cerebrales no humanas, de realizar creaciones espontáneas y de adaptar la obra de arte a nuevas instrucciones.
Todas estas características convierten a la criatura biocibernética en el primer prototitpo de robot artista y autónomo, evolutivo y disociado geográficamente. Sus primeras creaciones no son lo que puede decirse una obra de arte, ya que no sólo esta tecnología está en sus primeros pasos, sino que también la inspiración creativa procede de un cultivo de neuronas de rata, por lo que la verdadera obra de arte es este robot artista en sí mismo.
El prototipo de este brazo robotizado con pretensiones creativas fue presentado en la exposición ArtBots 2003, desarrollada en Nueva York este fin de semana, en lo que constituye el primer intento de reflejar la creatividad animal en una obra de arte a través de un robot.
Este robot es una expresión más del arte neuronal que, en este caso, se inspira en un cultivo cerebral distante para expresar formas creativas, por lo que este artista artificial, medio vivo y medio digital, contribuirá a una mejor comprensión de las bases neurológicas de la creatividad.
Robot biocibernético
La nueva criatura biocibernética es la segunda fase de un proyecto internacional de investigación que pretende crear un robot que actúe siguiendo instrucciones biológicas.
El proyecto es conocido como MEART y es fruto de la fusión de dos ideas originales: una aportada por el artista Guy Ben-Ary, de Symbiotica Research Group, de la Universidad de Australia, y otra aportada por el neurólogo de la Universidad de Atlanta, Steve Potter.
El resultado de estas dos iniciativas es la combinación de la técnica de multielectrodos, que permite conectar entre sí diferentes tejidos vivos, con las realizaciones artísticas robotizadas. La conexión de los dos universos se consigue a través de Internet.
Merced a estas tecnologías debidamente articuladas, el brazo robotizado dibuja trazos con la ayuda de una especie de tres “enormes rotuladores” cuyos desplazamientos son controlados por los impulsos eléctricos emitidos por las neuronas, a los que el robot accede a través de Internet.
La base de la conciencia
Al mismo tiempo, también a través del ciberespacio, el robot informa al cultivo de neuronas de las realizaciones artísticas, lo que origina nuevas instrucciones creativas que son reflejadas en el lienzo del artista artificial después de ser recibidas por esta criatura biocibernética.
Este circuito de ida y vuelta de impulsos eléctricos que generan creatividad simula la base neurológica de la inteligencia y la conciencia, ya que merced a este ingenioso mecanismo, una máquina es capaz de inspirarse de fuentes cerebrales no humanas, de realizar creaciones espontáneas y de adaptar la obra de arte a nuevas instrucciones.
Todas estas características convierten a la criatura biocibernética en el primer prototitpo de robot artista y autónomo, evolutivo y disociado geográficamente. Sus primeras creaciones no son lo que puede decirse una obra de arte, ya que no sólo esta tecnología está en sus primeros pasos, sino que también la inspiración creativa procede de un cultivo de neuronas de rata, por lo que la verdadera obra de arte es este robot artista en sí mismo.