Según los psicólogos, la extraordinaria diversidad de la personalidad humana se puede dividir en cinco principales rasgos: Openness o apertura a nuevas experiencias, Conscientiousness o responsabilidad, Extraversion o extroversión, Agreeableness o amabilidad y Neuroticism o inestabilidad emocional.
Un equipo internacional de investigadores ha analizado las diferencias en la anatomía cortical del cerebro (la estructura de la parte externa del cerebro), particularmente el espesor, el tamaño y la plasticidad, y ha relacionado estas medidas con los cinco rasgos de la personalidad.
Para ello han escogido un conjunto de datos de imágenes cerebrales de más de 500 individuos que han sido puestos a disposición del público por el Proyecto Conectoma Humano, una importante iniciativa estadounidense financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Los cerebros seleccionados pertenecían a individuos en buen estado de salud de entre 22-36 años, sin antecedentes de trastorno neuropsiquiátrico u otros problemas de salud.
La evolución ha dado forma a la anatomía de nuestro cerebro con la finalidad de maximizar su tamaño y plasticidad, explica Luca Passamonti, de la Universidad de Cambridge, en un comunicado. Es como si se estirara y plegara una lámina elástica: si aumenta la superficie, al mismo tiempo se reduce su espesor.
Plasticidad cortical
La plasticidad cortical es un mecanismo evolutivo crucial que ha permitido al cerebro humano desarrollarse rápidamente a pesar de estar limitado por el tamaño del cráneo, según el profesor Antonio Terraciano, de la universidad de Florida.
El mismo proceso se ha producido en el desarrollo del útero, durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta. El espesor del córtex tiende a disminuir al mismo tiempo que el tamaño y la plasticidad aumentan.
Incluso, cuando envejecemos, el nerviosismo desciende y gestionamos mejor nuestras emociones. Al mismo tiempo, la amabilidad y la conciencia se abren y nos hacemos cada vez más responsables y menos antagonistas.
Los investigadores han descubierto que altos niveles de nerviosismo, que pueden predisponer a las personas a padecer trastornos neuropsiquiátricos, están asociados a un aumento del espesor, y a una reducción del tamaño y plasticidad de determinadas regiones del córtex, como el córtex prefrontal y temporal.
Por contra, la apertura a nuevas experiencias, que es la característica de la personalidad asociada a la curiosidad, la novedad, la creatividad y a una predilección por la diversidad, tiene un patrón opuesto en la anatomía cerebral: menos espesura y más extensión y aumento de la plasticidad en los córtex prefrontales.
Un equipo internacional de investigadores ha analizado las diferencias en la anatomía cortical del cerebro (la estructura de la parte externa del cerebro), particularmente el espesor, el tamaño y la plasticidad, y ha relacionado estas medidas con los cinco rasgos de la personalidad.
Para ello han escogido un conjunto de datos de imágenes cerebrales de más de 500 individuos que han sido puestos a disposición del público por el Proyecto Conectoma Humano, una importante iniciativa estadounidense financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Los cerebros seleccionados pertenecían a individuos en buen estado de salud de entre 22-36 años, sin antecedentes de trastorno neuropsiquiátrico u otros problemas de salud.
La evolución ha dado forma a la anatomía de nuestro cerebro con la finalidad de maximizar su tamaño y plasticidad, explica Luca Passamonti, de la Universidad de Cambridge, en un comunicado. Es como si se estirara y plegara una lámina elástica: si aumenta la superficie, al mismo tiempo se reduce su espesor.
Plasticidad cortical
La plasticidad cortical es un mecanismo evolutivo crucial que ha permitido al cerebro humano desarrollarse rápidamente a pesar de estar limitado por el tamaño del cráneo, según el profesor Antonio Terraciano, de la universidad de Florida.
El mismo proceso se ha producido en el desarrollo del útero, durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta. El espesor del córtex tiende a disminuir al mismo tiempo que el tamaño y la plasticidad aumentan.
Incluso, cuando envejecemos, el nerviosismo desciende y gestionamos mejor nuestras emociones. Al mismo tiempo, la amabilidad y la conciencia se abren y nos hacemos cada vez más responsables y menos antagonistas.
Los investigadores han descubierto que altos niveles de nerviosismo, que pueden predisponer a las personas a padecer trastornos neuropsiquiátricos, están asociados a un aumento del espesor, y a una reducción del tamaño y plasticidad de determinadas regiones del córtex, como el córtex prefrontal y temporal.
Por contra, la apertura a nuevas experiencias, que es la característica de la personalidad asociada a la curiosidad, la novedad, la creatividad y a una predilección por la diversidad, tiene un patrón opuesto en la anatomía cerebral: menos espesura y más extensión y aumento de la plasticidad en los córtex prefrontales.
Experiencias, entorno y cerebro
Nuestro trabajo sostiene la hipótesis de que la personalidad está, en cierta medida, asociada con la madurez del cerebro, que es un proceso dinámico fuertemente influenciado por factores genéticos, explica Roberta Riccelli.
Por supuesto, siempre estamos influidos por nuestras experiencias y entorno, pero el hecho es que observamos diferencias netas en la estructura del cerebro que están asociadas a diferentes rasgos de la personalidad, lo que sugiere que hay una contribución genética en la conformación de nuestra manera de ser, señala Nicola Toschi, de la Universidad Tor Vergata de Roma. Y esto indica que se pueden detectar diferencias de la personalidad en los niños.
Además, la relación observada entre la estructura del cerebro y las características de la personalidad sugiere que estas diferencias son más acusadas en las personas que padecen enfermedades neuropsiquátricas, según los investigadores.
Es crucial por tanto asociar los rasgos de la personalidad a la estructura del cerebro para mejorar nuestra comprensión entre la morfología del cerebro y los estados de ánimo, comportamientos o enfermedades, precisa Passamonti.
También debemos comprender mejor la relación entre la estructura cerebral y su funcionamiento en las personas sanas para detectar más rápidamente estas diferentes con las personas que padecen enfermedades mentales.
No es la primera vez que un estudio muestra la relación entre la estructura cerebral y el comportamiento. El mismo grupo de investigadores había publicado el año pasado otro estudio mostrando las diferencias significativas en el cerebro de los adolescentes con comportamientos antisociales, comparadas con cerebros de adolescentes normales.
Nuestro trabajo sostiene la hipótesis de que la personalidad está, en cierta medida, asociada con la madurez del cerebro, que es un proceso dinámico fuertemente influenciado por factores genéticos, explica Roberta Riccelli.
Por supuesto, siempre estamos influidos por nuestras experiencias y entorno, pero el hecho es que observamos diferencias netas en la estructura del cerebro que están asociadas a diferentes rasgos de la personalidad, lo que sugiere que hay una contribución genética en la conformación de nuestra manera de ser, señala Nicola Toschi, de la Universidad Tor Vergata de Roma. Y esto indica que se pueden detectar diferencias de la personalidad en los niños.
Además, la relación observada entre la estructura del cerebro y las características de la personalidad sugiere que estas diferencias son más acusadas en las personas que padecen enfermedades neuropsiquátricas, según los investigadores.
Es crucial por tanto asociar los rasgos de la personalidad a la estructura del cerebro para mejorar nuestra comprensión entre la morfología del cerebro y los estados de ánimo, comportamientos o enfermedades, precisa Passamonti.
También debemos comprender mejor la relación entre la estructura cerebral y su funcionamiento en las personas sanas para detectar más rápidamente estas diferentes con las personas que padecen enfermedades mentales.
No es la primera vez que un estudio muestra la relación entre la estructura cerebral y el comportamiento. El mismo grupo de investigadores había publicado el año pasado otro estudio mostrando las diferencias significativas en el cerebro de los adolescentes con comportamientos antisociales, comparadas con cerebros de adolescentes normales.
Referencia
Riccelli, R et al. Surface-based morphometry reveals the neuroanatomical basis of the five-factor Model. Social Cognitive and Affective Neuroscience; 25 Jan 2016; DOI:10.1093/scan/nsw175
Riccelli, R et al. Surface-based morphometry reveals the neuroanatomical basis of the five-factor Model. Social Cognitive and Affective Neuroscience; 25 Jan 2016; DOI:10.1093/scan/nsw175