Una empresa australiana está introduciendo neuronas biológicas reales, extraídas de ratones y humanos, en un microchip informático.
La finalidad es estimular el crecimiento neuronal y conseguir que la Inteligencia Artificial alcance la capacidad de pensar.
La compañía, llamada Cortical Labs, se propone aprovechar todo el potencial del cerebro humano para crear una Inteligencia Artificial (IA) de nueva generación, capaz de resolver los mayores desafíos de la sociedad actual, señalan sus creadores.
Metodología
Tal como explica al respecto la revista Fortune, las neuronas de ratón se extraen de los embriones.
Sin embargo, las neuronas humanas no proceden de cerebros, sino que han sido creadas mediante células madre a partir de células de la piel.
Es decir, las células de la piel humana se transforman primero en células madre y luego se las induce a crecer en neuronas humanas.
Resultados
El resultado es el equivalente a las neuronas biológicas creadas directamente cuando se forma un cerebro.
Estas neuronas se incrustan en un medio líquido nutritivo situado a propósito en la parte superior de un chip especializado de óxido metálico (CMOS).
Este chip contiene una red de 22.000 electrodos diminutos que permiten a los programadores proporcionar entradas eléctricas a las neuronas y también detectar sus salidas.
De esta forma, consiguen un microchip que funciona de la misma forma que lo hace un cerebro y consumiendo hasta 50.000 veces menos energía que la IA actual para funciones equivalentes.
Perspectivas
Los microchips obtenidos de esta forma tienen una capacidad de procesamiento menor que la del cerebro de una libélula.
Lo primero que pretende la compañía australiana es conseguir que estos minicerebros aprendan a jugar a Pong, un programa de entretenimiento en dos dimensiones que simula a un tenis de mesa.
La selección de este juego no es baladí: imita el funcionamiento de las neuronas humanas y se utilizó por primera vez en 2013 para demostrar el rendimiento de algoritmos de Inteligencia Artificial.
Lo que pretende la compañía australiana con este juego es demostrar que pueden moldear el comportamiento de las neuronas incrustadas en el chip.
Si lo consigue, cosa que pretende este año, la empresa podrá suministrar sus chips cerebrales para que la IA alcance la capacidad de pensar (razonamiento complejo) y la comprensión conceptual, algo que escapa en la actualidad a sus posibilidades.
La finalidad es estimular el crecimiento neuronal y conseguir que la Inteligencia Artificial alcance la capacidad de pensar.
La compañía, llamada Cortical Labs, se propone aprovechar todo el potencial del cerebro humano para crear una Inteligencia Artificial (IA) de nueva generación, capaz de resolver los mayores desafíos de la sociedad actual, señalan sus creadores.
Metodología
Tal como explica al respecto la revista Fortune, las neuronas de ratón se extraen de los embriones.
Sin embargo, las neuronas humanas no proceden de cerebros, sino que han sido creadas mediante células madre a partir de células de la piel.
Es decir, las células de la piel humana se transforman primero en células madre y luego se las induce a crecer en neuronas humanas.
Resultados
El resultado es el equivalente a las neuronas biológicas creadas directamente cuando se forma un cerebro.
Estas neuronas se incrustan en un medio líquido nutritivo situado a propósito en la parte superior de un chip especializado de óxido metálico (CMOS).
Este chip contiene una red de 22.000 electrodos diminutos que permiten a los programadores proporcionar entradas eléctricas a las neuronas y también detectar sus salidas.
De esta forma, consiguen un microchip que funciona de la misma forma que lo hace un cerebro y consumiendo hasta 50.000 veces menos energía que la IA actual para funciones equivalentes.
Perspectivas
Los microchips obtenidos de esta forma tienen una capacidad de procesamiento menor que la del cerebro de una libélula.
Lo primero que pretende la compañía australiana es conseguir que estos minicerebros aprendan a jugar a Pong, un programa de entretenimiento en dos dimensiones que simula a un tenis de mesa.
La selección de este juego no es baladí: imita el funcionamiento de las neuronas humanas y se utilizó por primera vez en 2013 para demostrar el rendimiento de algoritmos de Inteligencia Artificial.
Lo que pretende la compañía australiana con este juego es demostrar que pueden moldear el comportamiento de las neuronas incrustadas en el chip.
Si lo consigue, cosa que pretende este año, la empresa podrá suministrar sus chips cerebrales para que la IA alcance la capacidad de pensar (razonamiento complejo) y la comprensión conceptual, algo que escapa en la actualidad a sus posibilidades.
Nueva frontera
El método, si resulta escalable, también ofrece una solución potencial para uno de los problemas más molestos que enfrenta el aprendizaje profundo: es extremadamente intensivo en energía.
Sus creadores consideran que su chip es solo el primer paso para desbloquear nuevas posibilidades en el mercado con una IA híbrida (capaz de ver y razonar) y un modelo de biología sintética.
Lo que podremos lograr con esta tecnología va más allá de una interacción o demostración: tendrá el potencial de dar forma e impulsar la próxima frontera de la inteligencia artificial, concluyen.
No es la primera vez que se usan neuronas biológicas para apoyar la computación: científicos europeos ya han conseguido conectar neuronas artificiales y biológicas a través de Internet, abriendo nuevas perspectivas para la neuroelectrónica y las tecnologías neuroprotésicas.
El método, si resulta escalable, también ofrece una solución potencial para uno de los problemas más molestos que enfrenta el aprendizaje profundo: es extremadamente intensivo en energía.
Sus creadores consideran que su chip es solo el primer paso para desbloquear nuevas posibilidades en el mercado con una IA híbrida (capaz de ver y razonar) y un modelo de biología sintética.
Lo que podremos lograr con esta tecnología va más allá de una interacción o demostración: tendrá el potencial de dar forma e impulsar la próxima frontera de la inteligencia artificial, concluyen.
No es la primera vez que se usan neuronas biológicas para apoyar la computación: científicos europeos ya han conseguido conectar neuronas artificiales y biológicas a través de Internet, abriendo nuevas perspectivas para la neuroelectrónica y las tecnologías neuroprotésicas.