Los huracanas que asolan al planeta se harán más fuertes e intensos en los próximos años como consecuencia del calentamiento climático, según los resultados de un nuevo trabajo de modelización informática elaborado por Thomas Knutson, de la National Oceanic and Atmospheric Administration de Estados Unidos.
Aunque no es la primera vez que se prevé esta eventual consecuencia derivada del aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, el nuevo trabajo convierte en categóricas estas previsiones porque se basa en diferentes modelos de evolución del clima realizados en diferentes partes del mundo.
Han sido un total de 1.300 simulaciones climáticas las que señalan como inevitable el progresivo aumento en la fuerza e intensidad de los huracanas, una tendencia de fondo del comportamiento natural asociada a los cambios climáticos.
Según estas previsiones, en 2080 los océanos serán más cálidos y generarán en consecuencia fenómenos climáticos desconocidos por nuestra especie, con vientos de una fuerza sin precedentes y precipitaciones que desbordan nuestra capacidad técnica de absorción.
Mayor fuerza y volumen
Un recalentamiento de 2,2ºC de la superficie del mar supondría un aumento del 5% al 10% de la velocidad de los vientos huracanados, según las previsiones de este modelo regional de previsión de huracanes.
Asimismo, este nuevo modelo señala que en los próximos ochenta años aumentará un 18% el volumen de precipitaciones descargadas por los huracanes, de mantenerse los índices de contaminación que provocan el efecto invernadero.
Por último, el nuevo modelo señala que, de mantenerse la frecuencia de ciclones tropicales a lo largo del siglo XXI, el aumento de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera incrementa los riesgos de que la categoría de los huracanes desencadenados sea la más destructiva.
El nuevo modelo anticipa únicamente un aumento de los riesgos de tempestades tropicales particularmente destructivas, pero no puede predecir la frecuencia posible de ocurrencia, ya que aquí intervienen una serie de parámetros que aún no han podido modelizarse.
Limitaciones de los modelos
Los modelos de circulación general pueden simular algunas características del comportamiento de los huracanes, pero la cantidad de información que proporcionan es limitada porque los huracanes funcionan a una escala demasiado pequeña que no puede ser simulada al detalle.
La relación entre el calentamiento global y los huracanes puede darse por establecida, tal como señala el Geophysical Fluid Dynamics Laboratory, en un interesante artículo. El nuevo modelo ha sido publicado en la edición de septiembre del Journal of Climate.
Las tempestades tropicales y los huracanes son naturalmente sensibles al calentamiento climático, ya que estos fenómenos se forman sobre los océanos cuya temperatura en la superficie sea superior a los 27ºC.
Como el calentamiento global puede provocar que capas oceánicas más amplias alcancen esta temperatura, parece lógico deducir que las zonas de actividad de los huracanes y otros fenómenos tropicales extremos se ampliarán en la misma proporción durante los próximos años.
Relación directa
Según un estudio, las temperaturas récord alcanzadas en 1995 en la superficie de los océanos explicaban por sí mismas el 61% de los numerosos huracanes que tuvieron lugar ese año.
Sin embargo, existen una media docena de otras condiciones necesarias para que se forme un huracán y se desconoce si estas condiciones serían más frecuentes en un clima cálido. Ello explicaría que las previsiones del Instituto Max Plank, de Alemania, basadas en otro modelo diferente, anticipen una disminución de la actividad de los huracanes en el hemisferio sur, en función precisamente del calentamiento global.
Lo que demuestran todos los modelos es que el calentamiento climático influye de una u otra forma sobre la intensidad de los huracanes, en la misma medida en que se amplía el desequilibrio energético local entre la atmósfera y el océano. Además, los modelos establecen que este desequilibrio tiende a ser más acusado en entornos climáticos más cálidos, que es lo que ha venido a ratificar el trabajo de Thomas Knutson.
Aunque no es la primera vez que se prevé esta eventual consecuencia derivada del aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, el nuevo trabajo convierte en categóricas estas previsiones porque se basa en diferentes modelos de evolución del clima realizados en diferentes partes del mundo.
Han sido un total de 1.300 simulaciones climáticas las que señalan como inevitable el progresivo aumento en la fuerza e intensidad de los huracanas, una tendencia de fondo del comportamiento natural asociada a los cambios climáticos.
Según estas previsiones, en 2080 los océanos serán más cálidos y generarán en consecuencia fenómenos climáticos desconocidos por nuestra especie, con vientos de una fuerza sin precedentes y precipitaciones que desbordan nuestra capacidad técnica de absorción.
Mayor fuerza y volumen
Un recalentamiento de 2,2ºC de la superficie del mar supondría un aumento del 5% al 10% de la velocidad de los vientos huracanados, según las previsiones de este modelo regional de previsión de huracanes.
Asimismo, este nuevo modelo señala que en los próximos ochenta años aumentará un 18% el volumen de precipitaciones descargadas por los huracanes, de mantenerse los índices de contaminación que provocan el efecto invernadero.
Por último, el nuevo modelo señala que, de mantenerse la frecuencia de ciclones tropicales a lo largo del siglo XXI, el aumento de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera incrementa los riesgos de que la categoría de los huracanes desencadenados sea la más destructiva.
El nuevo modelo anticipa únicamente un aumento de los riesgos de tempestades tropicales particularmente destructivas, pero no puede predecir la frecuencia posible de ocurrencia, ya que aquí intervienen una serie de parámetros que aún no han podido modelizarse.
Limitaciones de los modelos
Los modelos de circulación general pueden simular algunas características del comportamiento de los huracanes, pero la cantidad de información que proporcionan es limitada porque los huracanes funcionan a una escala demasiado pequeña que no puede ser simulada al detalle.
La relación entre el calentamiento global y los huracanes puede darse por establecida, tal como señala el Geophysical Fluid Dynamics Laboratory, en un interesante artículo. El nuevo modelo ha sido publicado en la edición de septiembre del Journal of Climate.
Las tempestades tropicales y los huracanes son naturalmente sensibles al calentamiento climático, ya que estos fenómenos se forman sobre los océanos cuya temperatura en la superficie sea superior a los 27ºC.
Como el calentamiento global puede provocar que capas oceánicas más amplias alcancen esta temperatura, parece lógico deducir que las zonas de actividad de los huracanes y otros fenómenos tropicales extremos se ampliarán en la misma proporción durante los próximos años.
Relación directa
Según un estudio, las temperaturas récord alcanzadas en 1995 en la superficie de los océanos explicaban por sí mismas el 61% de los numerosos huracanes que tuvieron lugar ese año.
Sin embargo, existen una media docena de otras condiciones necesarias para que se forme un huracán y se desconoce si estas condiciones serían más frecuentes en un clima cálido. Ello explicaría que las previsiones del Instituto Max Plank, de Alemania, basadas en otro modelo diferente, anticipen una disminución de la actividad de los huracanes en el hemisferio sur, en función precisamente del calentamiento global.
Lo que demuestran todos los modelos es que el calentamiento climático influye de una u otra forma sobre la intensidad de los huracanes, en la misma medida en que se amplía el desequilibrio energético local entre la atmósfera y el océano. Además, los modelos establecen que este desequilibrio tiende a ser más acusado en entornos climáticos más cálidos, que es lo que ha venido a ratificar el trabajo de Thomas Knutson.