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Los terroristas suicidas no actúan ciegamente

La búsqueda de una recompensa conduce a la realización de atentados


Los terroristas suicidas no están locos, sino que buscan fríamente un beneficio a través de sus acciones radicales, señala un investigador británico. Estos comportamientos se derivan de un análisis racional de las consecuencias de sus actos, que para ellos superan con creces el precio que deben pagar. En esta motivación radical juega un papel central la religión, dado que existen escasos ejemplos de ataques suicidas motivados por ideologías no religiosas. Afortunadamente, sin embargo, estas actitudes extremas son estadísticamente escasas, dado que el 99,9% de los grupos religiosos del mundo son pacíficos. Por Vanessa Marsh.


Vanessa Marsh
23/06/2007

La Estatua de la Libertad el 11 de septiembre de 2001
La Estatua de la Libertad el 11 de septiembre de 2001
La creencia de que los terroristas suicidas padecen una enfermedad mental o han sufrido un “lavado de cerebro” por parte de las organizaciones a las que pertenecen está socialmente muy extendida, pero no es cierta, señala un investigador británico.

David Stevens, especialista en filosofía política de la universidad británica de Nottigham, afirma en un comunicado de dicha universidad que los terroristas suicidas actúan de manera racional a la búsqueda de los “beneficios” que recibirán por formar parte de una red social extremadamente estricta y fanática.

Stevens, que trabaja en la School of Politics and International Relations de la universidad de Nottingham, señala asimismo que ni la pobreza ni la juventud de los terroristas justifica actos de violencia como los que provocan, sino que su motivación es fría y calculada y responde al deseo de formar parte de un grupo que alienta a sus miembros a someterse totalmente a los objetivos colectivos.

La religión, motor principal

En esta motivación radical juega un papel central la religión, dado que existen escasos ejemplos de ataques suicidas motivados por ideologías no religiosas. Formar parte de un grupo con creencias estrictas requiere un compromiso intenso, y engendra en sus componentes la creencia profunda en las experiencias compartidas y el autosacrificio.

Los beneficios, en el caso de que haya una motivación religiosa, van desde la justificación divina de los actos hasta las recompensas en la otra vida. Para los terroristas, estos beneficios superan con creces los costes de sus acciones.

Por tanto, los terroristas estarían animados por un simple análisis de coste-beneficio en el fondo frío y racional, señala Stevens. La violencia vinculada a la religión se convierte así en una forma de participar activamente en el grupo para alcanzar objetivos muy concretos.

Por otro lado, Stevens recuerda que estas actitudes no son propias únicamente de las sectas islámicas. Otros grupos religiosos extremistas también han producido grandes desastres humanos en nuestra historia, como es el caso de la norcoreana secta Moon o Iglesia de la Unificación (famosa por sus actividades delictivas y sus atentados contra la libertad individual) o de la secta de los davidianos.

Casos aislados

Desde la perspectiva de la consecución de beneficios, pueden explicarse los actos terroristas suicidas en términos de motivación racional, más que en términos de motivación teológica o irracional. Una proyección extrema de la idea del auto-sacrificio en pos del grupo conllevará unos beneficios tan considerables que justifican por sí solos todas las acciones.

Pero, por fortuna, señala Stevens, y a pesar de lo dañino y llamativo de los resultados, estas acciones sólo se dan en casos aislados, bajo ciertas circunstancias. De hecho, el investigador afirma que, estadísticamente, los grupos religiosos extremos son una minoría, y que el 99,9% de los grupos religiosos del planeta son pacíficos. Por otro lado, encontrar a personas dispuestas a hacer este tipo de sacrificios tampoco es un hecho común.

Estas personas, afirma Stevens, contrariamente a lo que se cree, no siempre viven en situaciones de aislamiento social, pobreza o falta de educación. El caso de Mohammad Sidique Khan ilustra la idea a la que se refiere el investigador. Khan, que se autoinmoló el 7 de julio de 2005 en los atentados de Londres, en los que murieron 52 personas, era un hombre adulto, de 30 años de edad, con hijos, y que trabajaba en una escuela primaria para niños con necesidades especiales.

Organizaciones sin enfermos mentales

Stevens señala por último que existe la equivocación común de que los terroristas suicidas son enfermos mentales por el hecho de relacionarse con los grupos extremistas a los que pertenecen.

Sin embargo, desde una perspectiva meramente de organización, el trabajo con individuos desquiciados es extremadamente arriesgado. Por tanto, este tipo de grupos deben elegir a individuos muy concretos que sepan actuar fríamente en todo momento, y mantengan siempre sus actividades en un completo secreto. Cualquiera que haga un movimiento en falso podría descubrir a todos los demás.

Nadie, en este tipo de circunstancias, colaboraría con personas impredecibles. Se juegan demasiado, por lo que no pueden permitirse miembros que puedan perder el control.

La muerte como forma de trascendencia

Los resultados de la investigación de David Stevens se añaden a los obtenidos en otro estudio reciente realizado por la universidad británica de Southampton y del que hablamos y en otro artículo de Tendencias21.

En aquel estudio, en el que participaron más de un centenar de voluntarios británicos, se reveló que la muerte propia inminente despierta un afán de trascendencia que en teoría ayudaría a los suicidas a superar de alguna forma su propia desaparición física.

En este sentido, el auto-sacrificio se percibiría como una vía para alcanzar la inmortalidad simbólica, una acción que ayudaría a seguir viviendo tras la muerte. La vida sería el precio a pagar para obtener una identidad, un lugar destacado dentro de la historia de la comunidad a la que pertenecen.

Estos resultados, por tanto, reinciden en lo señalado por Stevens : existiría la búsqueda de un beneficio en las acciones de los terroristas suicidas, un beneficio tan atractivo que supera con creces cualquier precio a pagar.



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1.Publicado por Miguel Werner el 27/06/2007 01:33


La verdad que asombra las afirmaciones que se hacen y el lugar donde se remite para hacer semejantes comentarios sobre Sun Myung Moon.



Si bien hay medios y agencias que cuando se refieren a su accionar lo hacen con el entendimiento debido y con la precisión esperada, hay otros que siguen cayendo en incorrecciones, por propia determinación o sin ella, o directamente caen en descalificaciones o ‘caza de brujas’ propia de épocas medievales, de inquisición y oscurantismo.







La cultura occidental se asienta en la tradición judío-cristiana, y tanto una como otro debieron enfrentar en sus inicios, persecución, escarnio y muerte. Los judíos sufrieron durante casi cuatro siglos esclavitud en Egipto y los cristinos debieron esconderse bajo catacumbas casi por igual tiempo en Roma para profesar sus creencias. Valga como referencia un cita bíblica: “Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los



nazarenos' (Hechos 24:5).







La Real Academia Española brinda diferentes acepciones al término ‘secta’: 1. f. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica. 2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra. 3. f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.







En este sentido, cualquier nuevo culto, aún el más difundido y aceptado



actualmente surge según algunas de las acepciones citadas. A este respecto vale recordar que la Iglesia Católica es considerada como ‘secta’ en Rusia o China y ciertos grupos evangélicos son tildados de igual manera en algunos países latinoamericanos. Y esto no es inocente. Ante la subjetividad que reviste el término hay muchos entendidos que hoy hablan de ‘Nuevos Movimientos Religiosos’ o simplemente, como es lógico, llaman a la nueva entidad o denominación por su nombre.







Entiéndame, no se habla aquí de grupos satánicos, que nada tienen



que ver con ‘religión’ (volver a religar el hombre a Dios), o de otros grupo de accionar francamente ilícito a los que es inaplicable la denominación de ‘Nuevos Movimientos Religiosos’. En este caso, más que utilizar aquí el término ‘secta’ cabría llamarlo ‘grupo delictivo’, y en tal caso será la legislación vigente la que deberá tomar cartas en el asunto.







No cabe dudas, el término ‘secta’ conlleva una fuerte carga peyorativa. Tal cual se sigue utilizando, puede generar situaciones de discriminación a la vez que



crea una serie de prejuicios hacia ciertos cultos legalmente establecidos o que sin estarlo profesan altos ideales. La libertad religiosa es un principio básico reconocido en la propia Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU y las cartas magnas de la mayoría de los países. En Argentina la Consitución es muy convincente al respecto, no obstante hay una Ley particular que reafirma la penalización de todo acto discriminatorio (Ley 23.592/1988) por razones de raza, religión, nacionalidad, ideología, etc.







Por sus conocimientos sabrá que toda aquella persona que vino a traer un mensaje nuevo ha sufrido persecución y escarnio de parte del statu quo de una época. A Jesús hasta llegaron a llamarle hijo de Belcebú (satanás) por ciertas cosas que hacía o decía. ¿Cuántos se rasgaron las vestiduras por



sus dichos o lo condenaron a la cruz por atenerse a las escrituras? ¿Y a sus seguidores? Apedreados, crucificados, arrojados a los leones. ¿Y en el oscurantismo de la Edad Media? ¿Qué no se dijo contra los reformadores que vinieron a traer un mensaje renovado de principios que eran pisoteados por aquellos que supuestamente los defendían? ¿Cuántos terminaron en la



hoguera? Y más aquí en el tiempo, Luther King y Ghandi fueron perseguidos, calumniados, encarcelados y finalmente asesinados. Ni la Madre Teresa se salvó, relacionada con un cartel de la droga supuestamente por recibir una donación que ella no tuvo la obligación de averiguar su origen.







Está claro que hay personajes sobre los que la historia ya emitió su juicio, como el líder que mandó a envenenar a sus seguidores en Guyana o



el propio Hitler, pero hay otros que hoy caminan en esta tierra con un mensaje renovado de paz, fraternidad y esperanza; que por suerte ya ni serán esclavizados, ni crucificados, ni asesinados, aunque penosamente siguen sufriendo los escarnios de algunas ‘hogueras mediáticas’, algunas de las cuales hicieron frondosos dividendos con sus engaños y calumnias. Lo común hoy es que sean incomprendidos o directamente ignorados, repitiendo los errores del pasado.







En fin, los parámetros que a veces se utilizan para hablar de ‘sectas’ o ‘lavado de cerebros’ peden activarse en contra de un grupo u otro, según las circunstancias y los intereses. Respecto de nuevos grupos de altos ideales y de loables obras que algunos se empecinan en seguir llamando despectivamente como ‘sectas’ es necesario recordar la actitud



prudente y llena de sabiduría que demostró ante el Sanedrín el venerable Gamaliel, doctor de la ley, cuando los Apóstoles corrían peligro de ser apedreados por proclamar su adhesión a las enseñanzas de Jesucristo que registra Hechos 5:30-40: 'Si esta obra es de los hombres, se desvanecerá. Más si es de Dios, no la podréis deshacer. No seáis tal vez hallados



resistiendo a Dios'.



Miguel Werner.

2.Publicado por Dario el 06/05/2010 02:35
Nunca he entendido a quien se suicida, no cabe en mi cabeza la sola idea del suicidio, la vida es bella merece la pena vivirla, aun con tantas cosas tristes y malas que hay que vivir, pero eso de dar la vida por un lider religioso o alguna agrupacion, se me hace de dementes, yo no daria mi vida, esta vida hermosa que tengo por nada ni por nadie, dicen que a los suicidadas islamicos les prometen que van a ir al paraiso directitos, y que va a haber muchas mujeres virgenes para ellos solos, y que sus familias van a ser bendecidas por semejante accion, y que los van a remunerar a los que se quedan en la tierra con un buen de dinero, ustedes creen que vale la pena morir por esto, mejor ponganse a trabajar duro, y veran las gratificaciones de su propio esfuerzo.

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