Foto: Colro. Fuente: Everystockphoto.
Las personas pobres tienen mayor capacidad empática que las personas ricas, revela un estudio realizado por el psicólogo Michael W. Kraus, de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), que consistió en varios experimentos con individuos con un estatus socioeconómico alto y con individuos de niveles socioeconómicos más bajos.
Según publica la revista LiveScience, estos experimentos demostraron que los individuos bien situados tenían una habilidad menor para juzgar las emociones ajenas que aquellos individuos con un estatus socioeconómico (SES) bajo.
Esta constatación fue realizada tanto con fotografías como en interacciones sociales con personas reales.
Posible causa de la diferencia
Según Kraus, la causa de esta diferencia podría estar en que las personas con bajo nivel de ingresos y un bajo nivel educativo tienen que ser más sensibles a los demás para subsistir.
Kraus afirma que “resulta obvio que la empatía proporciona una mejor capacidad para responder a las amenazas sociales, así como para reaccionar ante las oportunidades que la sociedad ofrece”.
Una investigación previa realizada también por Kraus había demostrado ya que las personas más ricas son menos amables que los individuos más pobres, cuando conversan con extraños. Asimismo, el investigador había constatado anteriormente que los pobres son más generosos que los ricos.
La empatía podría estar en la base de esta última diferencia, asegura el psicólogo: “(los pobres) están más pendientes que los ricos de las necesidades de los demás, y responden a ellas cuando las perciben”.
Experimentos realizados
En la presente investigación, fueron llevados a cabo tres experimentos para establecer la diferencia en el grado de empatía entre ricos y pobres.
En el primero de ellos, Kraus y sus colaboradores se centraron en los aspectos educacionales del estatus socioeconómico. Los científicos reunieron a un total de 200 empleados de universidad que desempeñaban labores diversas, desde oficinistas a educadores o gerentes.
A los voluntarios se les pidieron datos sobre su educación y que identificaran el significado de las expresiones faciales de diversas personas que aparecían en fotografías.
Aquellos individuos que habían estudiado sólo hasta el instituto puntuaron un 7% más alto como media que los voluntarios que tenían estudios universitarios.
En un segundo experimento, los científicos reunieron a 106 estudiantes y los hicieron interactuar entre ellos en entrevistas de trabajo falsas. Posteriormente, se les pidió a los participantes que evaluaran sus propias emociones y las emociones de sus compañeros durante estas entrevistas.
De nuevo, se constató que aquellos individuos con un nivel socioeconómico más alto en la escala establecida puntuaron peor en la evaluación de las emociones de sus compañeros.
Según Kraus, estas diferencias se mantuvieron independientemente del sexo y del origen étnico de los participantes: “realmente se constató que los individuos de las clases más bajas mostraban una mayor empatía”, afirma el investigador.
Según publica la revista LiveScience, estos experimentos demostraron que los individuos bien situados tenían una habilidad menor para juzgar las emociones ajenas que aquellos individuos con un estatus socioeconómico (SES) bajo.
Esta constatación fue realizada tanto con fotografías como en interacciones sociales con personas reales.
Posible causa de la diferencia
Según Kraus, la causa de esta diferencia podría estar en que las personas con bajo nivel de ingresos y un bajo nivel educativo tienen que ser más sensibles a los demás para subsistir.
Kraus afirma que “resulta obvio que la empatía proporciona una mejor capacidad para responder a las amenazas sociales, así como para reaccionar ante las oportunidades que la sociedad ofrece”.
Una investigación previa realizada también por Kraus había demostrado ya que las personas más ricas son menos amables que los individuos más pobres, cuando conversan con extraños. Asimismo, el investigador había constatado anteriormente que los pobres son más generosos que los ricos.
La empatía podría estar en la base de esta última diferencia, asegura el psicólogo: “(los pobres) están más pendientes que los ricos de las necesidades de los demás, y responden a ellas cuando las perciben”.
Experimentos realizados
En la presente investigación, fueron llevados a cabo tres experimentos para establecer la diferencia en el grado de empatía entre ricos y pobres.
En el primero de ellos, Kraus y sus colaboradores se centraron en los aspectos educacionales del estatus socioeconómico. Los científicos reunieron a un total de 200 empleados de universidad que desempeñaban labores diversas, desde oficinistas a educadores o gerentes.
A los voluntarios se les pidieron datos sobre su educación y que identificaran el significado de las expresiones faciales de diversas personas que aparecían en fotografías.
Aquellos individuos que habían estudiado sólo hasta el instituto puntuaron un 7% más alto como media que los voluntarios que tenían estudios universitarios.
En un segundo experimento, los científicos reunieron a 106 estudiantes y los hicieron interactuar entre ellos en entrevistas de trabajo falsas. Posteriormente, se les pidió a los participantes que evaluaran sus propias emociones y las emociones de sus compañeros durante estas entrevistas.
De nuevo, se constató que aquellos individuos con un nivel socioeconómico más alto en la escala establecida puntuaron peor en la evaluación de las emociones de sus compañeros.
Según Kraus, estas diferencias se mantuvieron independientemente del sexo y del origen étnico de los participantes: “realmente se constató que los individuos de las clases más bajas mostraban una mayor empatía”, afirma el investigador.
Michael W. Kraus. Fuente: UCSF.
¿Qué influye en qué?
La cuestión surgida a partir de estos descubrimientos sería la siguiente: ¿influye la empatía en la riqueza o sucede justo lo contrario?
Para tratar de descubrirlo, los investigadores reunieron a 81 estudiantes.
En esta ocasión, pidieron a una parte de los voluntarios que visualizaran a un individuo extraordinariamente rico, como Bill Gates (cofundador de Microsoft que, según la revista Forbes, es el segundo hombre más rico del mundo, con una fortuna de 53 mil millones de dólares) y que, después, se situaran a sí mismos en una escala de riqueza en la que Gates era el punto máximo.
Teniendo a Gates como referencia, los estudiantes se situaron más abajo en la escala socioeconómica de lo que lo habrían hecho de otra manera, explican los investigadores.
A otra parte de los estudiantes se les pidió que imaginaran a alguien completamente necesitado. Cuando se les preguntó en qué lugar de la escala socioeconómica se situarían, este grupo de voluntarios se colocó en una posición relativamente alta.
A continuación, les fueron mostradas a los 81 estudiantes 36 fotografías que mostraban, en primer plano, los ojos de diversas personas, y se les pidió que juzgaran las emociones que reflejaban las miradas.
Se constató que los voluntarios condicionados para que se vieran a sí mismos como pertenecientes a una clase más baja puntuaron un 6% mejor que los estudiantes condicionados para que se consideraran más pudientes.
Empatía condicionada
Según declaraciones de Kraus recogidas en un comunicado emitido por la la Association for Psychological Science de Estados Unidos, estos resultados demuestran que las diferencias en el grado de empatía “no están arraigadas en los individuos” sino que dependen “del contexto cultural, que es lo que propicia dichas diferencias”.
Sería el “contexto social en el que una persona vive, y los desafíos específicos a los que cada persona se enfrenta” lo que condicionaría la capacidad empática. “Si podemos cambiar dicho contexto, aunque sólo sea temporalmente, las diferencias entre las clases sociales, en cierto número de comportamientos, podrían eliminarse”, concluye el investigador.
Kraus y sus colaboradores están interesados ahora en encontrar de qué forma se podría influir en los niveles de empatía de la gente.
Según Kraus “ser empático es uno de los primeros pasos para ayudar a los demás. Una de las cosas que realmente nos interesa es qué puede hacer que las personas ricas, aquéllas con la mayor capacidad de dar, se vuelvan empáticas”.
Los resultados del presente estudio han aparecido publicados detalladamente en la revista Psichologycal Science que publica la Association for Psychological Science. Anteriormente, habíamos hablado de otra investigación de Kraus en Tendencias21, en la que el psicólogo demostró que el lenguaje corporal expresa nuestro estatus socioeconómico.
La cuestión surgida a partir de estos descubrimientos sería la siguiente: ¿influye la empatía en la riqueza o sucede justo lo contrario?
Para tratar de descubrirlo, los investigadores reunieron a 81 estudiantes.
En esta ocasión, pidieron a una parte de los voluntarios que visualizaran a un individuo extraordinariamente rico, como Bill Gates (cofundador de Microsoft que, según la revista Forbes, es el segundo hombre más rico del mundo, con una fortuna de 53 mil millones de dólares) y que, después, se situaran a sí mismos en una escala de riqueza en la que Gates era el punto máximo.
Teniendo a Gates como referencia, los estudiantes se situaron más abajo en la escala socioeconómica de lo que lo habrían hecho de otra manera, explican los investigadores.
A otra parte de los estudiantes se les pidió que imaginaran a alguien completamente necesitado. Cuando se les preguntó en qué lugar de la escala socioeconómica se situarían, este grupo de voluntarios se colocó en una posición relativamente alta.
A continuación, les fueron mostradas a los 81 estudiantes 36 fotografías que mostraban, en primer plano, los ojos de diversas personas, y se les pidió que juzgaran las emociones que reflejaban las miradas.
Se constató que los voluntarios condicionados para que se vieran a sí mismos como pertenecientes a una clase más baja puntuaron un 6% mejor que los estudiantes condicionados para que se consideraran más pudientes.
Empatía condicionada
Según declaraciones de Kraus recogidas en un comunicado emitido por la la Association for Psychological Science de Estados Unidos, estos resultados demuestran que las diferencias en el grado de empatía “no están arraigadas en los individuos” sino que dependen “del contexto cultural, que es lo que propicia dichas diferencias”.
Sería el “contexto social en el que una persona vive, y los desafíos específicos a los que cada persona se enfrenta” lo que condicionaría la capacidad empática. “Si podemos cambiar dicho contexto, aunque sólo sea temporalmente, las diferencias entre las clases sociales, en cierto número de comportamientos, podrían eliminarse”, concluye el investigador.
Kraus y sus colaboradores están interesados ahora en encontrar de qué forma se podría influir en los niveles de empatía de la gente.
Según Kraus “ser empático es uno de los primeros pasos para ayudar a los demás. Una de las cosas que realmente nos interesa es qué puede hacer que las personas ricas, aquéllas con la mayor capacidad de dar, se vuelvan empáticas”.
Los resultados del presente estudio han aparecido publicados detalladamente en la revista Psichologycal Science que publica la Association for Psychological Science. Anteriormente, habíamos hablado de otra investigación de Kraus en Tendencias21, en la que el psicólogo demostró que el lenguaje corporal expresa nuestro estatus socioeconómico.