Imagen de un óvulo (centro) en pleno crecimiento rodeado de un anillo fluorescente verde, bordeado a su vez por pequeñas células foliculares (en rojo) cuyos núcleos están en azul. Las estructuras de color verde brillante, parecidas a hilos, son los filopodios utilizados para alimentar a las células. Se desarrollan a partir de las células foliculares cuando reciben señales del óvulo. Foto tomada por microscopio confocal. Autor: Qin Yang.
Tanto en los seres humanos como en los demás mamíferos, las células reproductoras femeninas, llamadas óvulos, necesitan alimentarse para mantenerse fértiles.
Los óvulos se alimentan a través de pequeños tubos llamados filopodios, que son como extensiones capilares de las membranas que sirven de alimentación a las células. Los filopodios deben superar un espeso muro que recubre al óvulo para poder alimentarlo.
Hasta ahora no se sabía en qué momento ni cómo se forman los filopodios, pero una nueva investigación desarrollada en la universidad McGill de Quebec (Canadá) ha descubierto qué es lo que ocurre cuando un óvulo necesita alimentarse y cómo se efectúa la comunicación entre las células para la formación de los filopodios.
Lo primero que descubrió esta investigación es que el óvulo es el responsable de su propio crecimiento y que sus capacidades de comunicación están muy desarrolladas.
Cuando llega el momento de alimentarse (cuando “tiene hambre”), envía señales a las células del entorno. Estas señales aumentan a medida que el óvulo va creciendo, para que generen tantos filopodios como va requiriendo su desarrollo. Este comportamiento recuerda al de los bebés cuando lloran para reclamar su alimento.
El estudio, publicado en Current Biology, revela que los así llamados factores de crecimiento procedentes de los óvulos son los que provocan la multiplicación de filopodios.
Los factores de crecimiento (GF) son un conjunto de sustancias, la mayoría de naturaleza proteica, que desempeñan una importante función en la comunicación intercelular. Estos factores de crecimiento actúan directamente sobre el mecanismo genético de las células foliculares que rodean al óvulo y que se encargan de su alimentación y mantenimiento.
Uno de los aspectos destacados de este descubrimiento es que el propio óvulo es el principal responsable de su propio crecimiento. Según explica el investigador principal, Hugh J. Clarke, en un comunicado de la citada universidad, “hemos demostrado que el óvulo desempeña un papel activo en la creación del entorno que necesita para su desarrollo”.
Esta investigación constató asimismo que el conjunto de procesos de desarrollo del óvulo, así como su interacción con el entorno, no es estático, sino muy dinámico. Y algo no menos relevante: que la producción de filopodios disminuye con el envejecimiento.
Los óvulos se alimentan a través de pequeños tubos llamados filopodios, que son como extensiones capilares de las membranas que sirven de alimentación a las células. Los filopodios deben superar un espeso muro que recubre al óvulo para poder alimentarlo.
Hasta ahora no se sabía en qué momento ni cómo se forman los filopodios, pero una nueva investigación desarrollada en la universidad McGill de Quebec (Canadá) ha descubierto qué es lo que ocurre cuando un óvulo necesita alimentarse y cómo se efectúa la comunicación entre las células para la formación de los filopodios.
Lo primero que descubrió esta investigación es que el óvulo es el responsable de su propio crecimiento y que sus capacidades de comunicación están muy desarrolladas.
Cuando llega el momento de alimentarse (cuando “tiene hambre”), envía señales a las células del entorno. Estas señales aumentan a medida que el óvulo va creciendo, para que generen tantos filopodios como va requiriendo su desarrollo. Este comportamiento recuerda al de los bebés cuando lloran para reclamar su alimento.
El estudio, publicado en Current Biology, revela que los así llamados factores de crecimiento procedentes de los óvulos son los que provocan la multiplicación de filopodios.
Los factores de crecimiento (GF) son un conjunto de sustancias, la mayoría de naturaleza proteica, que desempeñan una importante función en la comunicación intercelular. Estos factores de crecimiento actúan directamente sobre el mecanismo genético de las células foliculares que rodean al óvulo y que se encargan de su alimentación y mantenimiento.
Uno de los aspectos destacados de este descubrimiento es que el propio óvulo es el principal responsable de su propio crecimiento. Según explica el investigador principal, Hugh J. Clarke, en un comunicado de la citada universidad, “hemos demostrado que el óvulo desempeña un papel activo en la creación del entorno que necesita para su desarrollo”.
Esta investigación constató asimismo que el conjunto de procesos de desarrollo del óvulo, así como su interacción con el entorno, no es estático, sino muy dinámico. Y algo no menos relevante: que la producción de filopodios disminuye con el envejecimiento.
Nuevas pistas
Hasta ahora se sabía que los óvulos de las mujeres mayores tienen menos posibilidades de ser fecundados y de engendrar bebés sanos, pero se desconocía por qué. Este estudio proporciona una pista para comprenderlo mejor.
Según Clarke, es posible que esto se produzca porque las pequeñas células que rodean al óvulo no consiguen producir suficientes filopodios cuando el organismo envejece. Si esto es así, la medicina encontraría una oportunidad para aumentar la fertilidad femenina y conservarla más tiempo, incluso en edades avanzadas.
“La comprensión de cómo el óvulo interactúa con su entorno nos permitirá asegurar que los óvulos en crecimiento conservan su fertilidad. Un conocimiento en profundidad de este fenómeno nos permitirá desarrollar técnicas capaces de asegurar el crecimiento de óvulos en laboratorio, con la finalidad de preservar la fertilidad, por ejemplo, en mujeres que hayan padecido un cáncer”, concluye Clarke.
Hasta ahora se sabía que los óvulos de las mujeres mayores tienen menos posibilidades de ser fecundados y de engendrar bebés sanos, pero se desconocía por qué. Este estudio proporciona una pista para comprenderlo mejor.
Según Clarke, es posible que esto se produzca porque las pequeñas células que rodean al óvulo no consiguen producir suficientes filopodios cuando el organismo envejece. Si esto es así, la medicina encontraría una oportunidad para aumentar la fertilidad femenina y conservarla más tiempo, incluso en edades avanzadas.
“La comprensión de cómo el óvulo interactúa con su entorno nos permitirá asegurar que los óvulos en crecimiento conservan su fertilidad. Un conocimiento en profundidad de este fenómeno nos permitirá desarrollar técnicas capaces de asegurar el crecimiento de óvulos en laboratorio, con la finalidad de preservar la fertilidad, por ejemplo, en mujeres que hayan padecido un cáncer”, concluye Clarke.
Referencia
Mammalian Oocytes Locally Remodel Follicular Architecture to Provide the Foundation for Germline-Soma Communication. Current Biology, Volume 28, Issue 7, p. 1124–1131.e3, 2 April 2018. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cub.2018.02.039
Mammalian Oocytes Locally Remodel Follicular Architecture to Provide the Foundation for Germline-Soma Communication. Current Biology, Volume 28, Issue 7, p. 1124–1131.e3, 2 April 2018. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cub.2018.02.039