Bandera de Israel.
Utilizar la bandera de un país como mensaje subliminal puede templar los sentimientos y actitudes nacionalistas e incluso influir en las intenciones de voto, señalan un conjunto de investigaciones recientes dirigidas por el psicólogo Ran Hassin, de la Universidad Hebrea de Jerusalén y del que se ha hecho eco la revista especializada Proceedings of the National Academy of Science (PNAS.
Un mensaje subliminal es un estímulo incorporado en un contexto visual, concebido para ser percibido inconscientemente. Las técnicas subliminales son a menudo utilizadas en publicidad, en anuncios o vídeos, y consisten en remplazar una de las secuencias de las imágenes (en cine unas 24 por segundo) por una imagen que nada tenga que ver con el contexto en que se incluye. Para que el televidente no note conscientemente que se le ha introducido dicha imagen subliminal en lo que está viendo, ésta no ha de durar más de 0,04 segundos.
Los científicos hebreos se preguntaron en qué sentido las señales nacionalistas sutiles que prevalecen constantemente en nuestro entorno pueden afectar tanto a las opiniones como al comportamiento político de la gente. Para ello, eligieron un motivo nacionalista típico: una bandera ondeante, en este caso la de Israel. Según han explicado los investigadores en PNAS, los resultados de estos estudios demostraron que estas señales nacionalistas sí influyen en la población, pero quizá no de la manera enfatizadota que cabría esperar.
Bandera centralizadora
Según explica The Jerusalem Post, a pesar de que las banderas ondeantes son generalmente consideradas un medio visual de exaltación patriótica, su imagen subliminal puede producir el efecto contrario: moderar las actitudes políticas, afectando a la intención de voto.
En los experimentos realizados por Hassin participaron un total de 300 voluntarios, procedentes del campus universitario Monte Scopus. Según la revista Newscientist, entre estos voluntarios había individuos muy identificados con el nacionalismo israelí y otros que se identificaban sólo someramente con él. En el primer experimento, los participantes fueron divididos en dos grupos, y se les preguntó sobre temas centrales del conflicto palestino-israelí.
Posteriormente se les hicieron estas mismas preguntas, pero después de que la mitad de ellos presenciaran imágenes subliminales de la bandera de Israel proyectadas en una pantalla. A la otra mitad no se les presentaron dichas imágenes. Las respuestas denotaron una tendencia del primer grupo a la moderación política, tras visualizar la bandera sin saberlo.
Un segundo experimento, llevado a cabo en la época en que fueron retiradas las tropas israelíes de Gaza, mostraron estos mismos resultados entre los participantes a los que se presentó la imagen subliminal de la bandera de Israel ondeando. Estos voluntarios expresaron puntos de vista centristas en relación con la retirada y con los asentamientos en Gaza y Cisjordania.
No se sabe por qué
Aún un tercer experimento, llevado a cabo justo antes de las últimas elecciones generales en Israel corroboró este efecto porque los participantes expuestos a la imagen subliminal afirmaron que votarían a partidos menos radicales que aquéllos que no la habían visto. Tras las elecciones, los voluntarios fueron de nuevo reunidos y se confirmó una vez más que los que habían visto la bandera sin darse cuenta habían votado por candidatos más moderados que el resto de los participantes.
Los resultados por tanto han sido sorprendentes. ¿Por qué la exposición a un símbolo nacionalista produce un efecto de moderación política (sobre todo, considerando que la imagen subliminal de la bandera de Israel apareció sólo durante unas milésimas de segundo en las imágenes presentadas)?
Los científicos aún no lo saben pero señalan que la importancia de la investigación radica en que proporciona evidencias empíricas de las formas no conscientes en que las ideologías nacionalistas sutiles afectan a nuestras opiniones y comportamientos.
A partir de ahora, Hassin y su equipo pretenden examinar de qué manera otras ideologías pueden afectarnos de manera sutil, así como sus expresiones. También tratarán de comprender los mecanismos mentales que subyacen a este fenómeno, con la intención de conocer a fondo cómo funciona el conocimiento inconsciente.
Pensamiento político sutilmente condicionado
Según escriben los investigadores en PNAS, a pesar de la importancia de la política en nuestras vidas y la existencia actual de importantes conflictos en todas partes –desde las tensiones étnicas en Europa hasta la guerra en Oriente Medio-, aún se sabe poco sobre cómo afectan a nuestras actitudes las señales nacionalistas sutiles, y que nuestro cerebro procesa sin que nos demos cuenta.
La revista Not Exactly Rocket Science señala que en las últimas décadas la psicología experimental (rama de la psicología que estudia los fenómenos psicológicos de forma empírica) ha demostrado que nuestra perspectiva consciente del mundo es una construcción creada por nuestro cerebro: simplemente no podemos procesar conscientemente toda la información que nos llega de manera constante a través de nuestros sentidos, por lo que nuestro cerebro hace gran parte del trabajo sin que nos demos cuenta (de forma inconsciente).
Este hecho, que por una parte nos libera de un colapso de la conciencia, tiene por otro lado como consecuencia que nuestras decisiones y actitudes estén en gran medida influenciadas por estímulos visuales, sonoros, etc. de los que ni siquiera nos percatamos.
También nuestras actitudes políticas. En un mundo ideal, decidiríamos nuestros votos y nuestras opiniones a este respecto reflexionando fría y racionalmente sobre los hechos más relevantes y sobre nuestras propias creencias. Pero, en el mundo real, los símbolos y las manipulaciones mediáticas subliminales condicionan notablemente nuestra voluntad política, tal y como ha demostrado este experimento.
Un mensaje subliminal es un estímulo incorporado en un contexto visual, concebido para ser percibido inconscientemente. Las técnicas subliminales son a menudo utilizadas en publicidad, en anuncios o vídeos, y consisten en remplazar una de las secuencias de las imágenes (en cine unas 24 por segundo) por una imagen que nada tenga que ver con el contexto en que se incluye. Para que el televidente no note conscientemente que se le ha introducido dicha imagen subliminal en lo que está viendo, ésta no ha de durar más de 0,04 segundos.
Los científicos hebreos se preguntaron en qué sentido las señales nacionalistas sutiles que prevalecen constantemente en nuestro entorno pueden afectar tanto a las opiniones como al comportamiento político de la gente. Para ello, eligieron un motivo nacionalista típico: una bandera ondeante, en este caso la de Israel. Según han explicado los investigadores en PNAS, los resultados de estos estudios demostraron que estas señales nacionalistas sí influyen en la población, pero quizá no de la manera enfatizadota que cabría esperar.
Bandera centralizadora
Según explica The Jerusalem Post, a pesar de que las banderas ondeantes son generalmente consideradas un medio visual de exaltación patriótica, su imagen subliminal puede producir el efecto contrario: moderar las actitudes políticas, afectando a la intención de voto.
En los experimentos realizados por Hassin participaron un total de 300 voluntarios, procedentes del campus universitario Monte Scopus. Según la revista Newscientist, entre estos voluntarios había individuos muy identificados con el nacionalismo israelí y otros que se identificaban sólo someramente con él. En el primer experimento, los participantes fueron divididos en dos grupos, y se les preguntó sobre temas centrales del conflicto palestino-israelí.
Posteriormente se les hicieron estas mismas preguntas, pero después de que la mitad de ellos presenciaran imágenes subliminales de la bandera de Israel proyectadas en una pantalla. A la otra mitad no se les presentaron dichas imágenes. Las respuestas denotaron una tendencia del primer grupo a la moderación política, tras visualizar la bandera sin saberlo.
Un segundo experimento, llevado a cabo en la época en que fueron retiradas las tropas israelíes de Gaza, mostraron estos mismos resultados entre los participantes a los que se presentó la imagen subliminal de la bandera de Israel ondeando. Estos voluntarios expresaron puntos de vista centristas en relación con la retirada y con los asentamientos en Gaza y Cisjordania.
No se sabe por qué
Aún un tercer experimento, llevado a cabo justo antes de las últimas elecciones generales en Israel corroboró este efecto porque los participantes expuestos a la imagen subliminal afirmaron que votarían a partidos menos radicales que aquéllos que no la habían visto. Tras las elecciones, los voluntarios fueron de nuevo reunidos y se confirmó una vez más que los que habían visto la bandera sin darse cuenta habían votado por candidatos más moderados que el resto de los participantes.
Los resultados por tanto han sido sorprendentes. ¿Por qué la exposición a un símbolo nacionalista produce un efecto de moderación política (sobre todo, considerando que la imagen subliminal de la bandera de Israel apareció sólo durante unas milésimas de segundo en las imágenes presentadas)?
Los científicos aún no lo saben pero señalan que la importancia de la investigación radica en que proporciona evidencias empíricas de las formas no conscientes en que las ideologías nacionalistas sutiles afectan a nuestras opiniones y comportamientos.
A partir de ahora, Hassin y su equipo pretenden examinar de qué manera otras ideologías pueden afectarnos de manera sutil, así como sus expresiones. También tratarán de comprender los mecanismos mentales que subyacen a este fenómeno, con la intención de conocer a fondo cómo funciona el conocimiento inconsciente.
Pensamiento político sutilmente condicionado
Según escriben los investigadores en PNAS, a pesar de la importancia de la política en nuestras vidas y la existencia actual de importantes conflictos en todas partes –desde las tensiones étnicas en Europa hasta la guerra en Oriente Medio-, aún se sabe poco sobre cómo afectan a nuestras actitudes las señales nacionalistas sutiles, y que nuestro cerebro procesa sin que nos demos cuenta.
La revista Not Exactly Rocket Science señala que en las últimas décadas la psicología experimental (rama de la psicología que estudia los fenómenos psicológicos de forma empírica) ha demostrado que nuestra perspectiva consciente del mundo es una construcción creada por nuestro cerebro: simplemente no podemos procesar conscientemente toda la información que nos llega de manera constante a través de nuestros sentidos, por lo que nuestro cerebro hace gran parte del trabajo sin que nos demos cuenta (de forma inconsciente).
Este hecho, que por una parte nos libera de un colapso de la conciencia, tiene por otro lado como consecuencia que nuestras decisiones y actitudes estén en gran medida influenciadas por estímulos visuales, sonoros, etc. de los que ni siquiera nos percatamos.
También nuestras actitudes políticas. En un mundo ideal, decidiríamos nuestros votos y nuestras opiniones a este respecto reflexionando fría y racionalmente sobre los hechos más relevantes y sobre nuestras propias creencias. Pero, en el mundo real, los símbolos y las manipulaciones mediáticas subliminales condicionan notablemente nuestra voluntad política, tal y como ha demostrado este experimento.