Humedal. Fuente: Wikimedia Commons.
Los humedales son unos de los ecosistemas más productivos que existen en el planeta, no obstante, la acción humana destruyó aproximadamente la mitad de su extensión mundial a lo largo del siglo XX. Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado que estas formaciones degradadas tardan una media mínima de 30 años en recuperar su estructura y funcionamiento. Los humedales de nueva creación requieren, aproximadamente, el mismo periodo de tiempo hasta llegar a ser autosuficientes.
“Cada indicador de recuperación evoluciona de forma distinta. Se recuperan antes los flujos de agua que la comunidad biológica y esta antes que los ciclos biogeoquímicos pero las condiciones mínimas de viabilidad se alcanzan cuando se estructura la comunidad biológica vegetal, lo que suele tardar unos 30 años”, explica el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC, Francisco Comín, que ha participado en el trabajo.
La investigación, publicada en la revista PLoS Biology, se basó en el análisis de los datos disponibles de la biología, la hidrología y la bioquímica de 621 humedales (entre los que se incluyen turberas, manglares, llanuras de inundación, saladares y lagunas) del mundo, tanto restaurados como de nueva creación; y la comparación con otros 556 humedales de referencia. En muchos casos, la información existente se remontó a más de 100 años.
Comín explica: “Es imposible recuperar el 100% de las características de un humedal, ya que la naturaleza no pasa dos veces por el mismo estado, pero sí puede alcanzarse una reparación exitosa con características que, aunque no sean iguales que las iniciales, sí cumplen la misma función”.
“Cada indicador de recuperación evoluciona de forma distinta. Se recuperan antes los flujos de agua que la comunidad biológica y esta antes que los ciclos biogeoquímicos pero las condiciones mínimas de viabilidad se alcanzan cuando se estructura la comunidad biológica vegetal, lo que suele tardar unos 30 años”, explica el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC, Francisco Comín, que ha participado en el trabajo.
La investigación, publicada en la revista PLoS Biology, se basó en el análisis de los datos disponibles de la biología, la hidrología y la bioquímica de 621 humedales (entre los que se incluyen turberas, manglares, llanuras de inundación, saladares y lagunas) del mundo, tanto restaurados como de nueva creación; y la comparación con otros 556 humedales de referencia. En muchos casos, la información existente se remontó a más de 100 años.
Comín explica: “Es imposible recuperar el 100% de las características de un humedal, ya que la naturaleza no pasa dos veces por el mismo estado, pero sí puede alcanzarse una reparación exitosa con características que, aunque no sean iguales que las iniciales, sí cumplen la misma función”.
Restauración insuficiente
Entre los hallazgos relevantes del artículo, el equipo ha descubierto que los humedales mayor tamaño (con una extensión superior a un kilómetro cuadrado) se recuperaron antes que los más pequeños. Del mismo modo, aquellos situados en climas cálidos y tropicales también experimentaron una restauración más rápida que los de ambientes fríos, cuyas características de referencia no se alcanzan antes de los 50 años.
Por su parte, las masas de agua conectadas a otros regímenes hidrológicos mayores recobraron sus niveles biológicos y bioquímicos originales después de 20 años y 30 años respectivamente. Por el contrario, los humedales aislados no han logrado alcanzar el nivel de origen en estas variables después de 50 años. Por ello, Comín recomienda “investigar nuevas estrategias y técnicas de restauración que aceleren la recuperación de las funciones y servicios de los humedales”.
Dada la enorme pérdida de humedales que ha sufrido el planeta y los servicios que aportan estos ecosistemas, es fundamental aplicar técnicas adecuadas de creación y recuperación de este tipo de espacios. El investigador del CSIC denuncia que “los planes de restauración actuales no suelen contar con una base científica”. Comín explica: “Normalmente, se ejecuta una obra sencilla, como una revegetación o una reconexión hídrica, pero no se asegura la funcionalidad de estas medidas a largo plazo”.
En diciembre de 2000, España traspuso la Directiva Marco de Agua (DMA), una norma europea que obliga a que todas las masas de agua del territorio se encuentren en buen estado de conservación para 2015. Comín, además, propone la creación de un Plan Nacional de Recuperación de Humedales asociado a una estrategia de desarrollo sostenible del medio rural. Según el investigador del CSIC, “aparte de los servicios ambientales que cumplen estos ecosistemas como la fijación de carbono y la regulación de los ciclos de agua; también aportan importantes valores productivos, recreativos y culturales”.
Este trabajo ha sido dirigido por las Universidades de California en Berkeley y la de Stanford (ambas en Estados Unidos) y ha contado con la colaboración del Museo Nacional de Historia Natural de París (Francia).
Entre los hallazgos relevantes del artículo, el equipo ha descubierto que los humedales mayor tamaño (con una extensión superior a un kilómetro cuadrado) se recuperaron antes que los más pequeños. Del mismo modo, aquellos situados en climas cálidos y tropicales también experimentaron una restauración más rápida que los de ambientes fríos, cuyas características de referencia no se alcanzan antes de los 50 años.
Por su parte, las masas de agua conectadas a otros regímenes hidrológicos mayores recobraron sus niveles biológicos y bioquímicos originales después de 20 años y 30 años respectivamente. Por el contrario, los humedales aislados no han logrado alcanzar el nivel de origen en estas variables después de 50 años. Por ello, Comín recomienda “investigar nuevas estrategias y técnicas de restauración que aceleren la recuperación de las funciones y servicios de los humedales”.
Dada la enorme pérdida de humedales que ha sufrido el planeta y los servicios que aportan estos ecosistemas, es fundamental aplicar técnicas adecuadas de creación y recuperación de este tipo de espacios. El investigador del CSIC denuncia que “los planes de restauración actuales no suelen contar con una base científica”. Comín explica: “Normalmente, se ejecuta una obra sencilla, como una revegetación o una reconexión hídrica, pero no se asegura la funcionalidad de estas medidas a largo plazo”.
En diciembre de 2000, España traspuso la Directiva Marco de Agua (DMA), una norma europea que obliga a que todas las masas de agua del territorio se encuentren en buen estado de conservación para 2015. Comín, además, propone la creación de un Plan Nacional de Recuperación de Humedales asociado a una estrategia de desarrollo sostenible del medio rural. Según el investigador del CSIC, “aparte de los servicios ambientales que cumplen estos ecosistemas como la fijación de carbono y la regulación de los ciclos de agua; también aportan importantes valores productivos, recreativos y culturales”.
Este trabajo ha sido dirigido por las Universidades de California en Berkeley y la de Stanford (ambas en Estados Unidos) y ha contado con la colaboración del Museo Nacional de Historia Natural de París (Francia).