Los hijos únicos son más hiperactivos que los otros, al mismo tiempo que los que tienen hermanos son más agresivos, según una investigación realizada en Canadá entre 1994 y 1995 sobre un total de 9.400 niños, de los que el 8% eran hijos únicos.
Las familias analizadas en este estudio se limitaron a las que tenían un máximo de tres hijos. La investigación la dirigió Jacques Marleu, del Instituto Philippe Pinel, de Montreal.
Según se explica en el Forum de la Universidad de Montreal, que informa de esta investigación, cuando un matrimonio sólo tiene un hijo, la tendencia de los padres es a ser menos autoritarios, lo que propicia que los niños tengan comportamientos más flexibles y sean más activos.
Los hijos únicos tienen de esta forma más comportamientos hiperactivos que los que tienen otros hermanos o hermanas. Por lo general se mueven mucho, no pueden concentrarse, son impulsivos y no atienden las indicaciones de los mayores. Estos síntomas son más intensos entre los cuatro y los nueve años.
Agresividad compleja
La agresividad, por el contrario, es más alta en las familias que tienen dos niños, pero no necesariamente por las peleas que puedan surgir entre ellos.
La situación que en estos casos se desprende del estudio es más compleja y difiere según los dos hermanos sean varones o chicas. En el primer caso, los segundos hijos son menos respetuosos de las normas y están más propensos a la violencia con los objetos. En el caso de las chicas, la agresividad del segundo hijo varón se convierte en hiperactividad.
Por lo general, cuando un niño tiene hermano o hermana, presenta más síntomas de agresividad que si vive solo con sus padres. Muestra comportamientos típicos como agredir a otros niños, lo que ocurre en mucha menor medida con los hijos únicos.
Posibles complicaciones
En las familias con dos niños, los síntomas de hiperactividad se focalizan en el más pequeño, mientras que el mayor se hace más introvertido y experimenta angustia, inquietud y tristeza.
El estudio ha puesto de manifiesto también que la madre tiene un mayor número de interacciones positivas y menos hostiles con los hijos únicos, al mismo tiempo que muestran una tendencia a felicitar, jugar y compartir tiempo que es más intensa que la dedicada a la corrección de comportamientos infantiles inadecuados.
La posibilidad de conocer problemas de delincuencia o de perturbaciones emocionales en la familia tiene mucho que ver con el número de hijos y las combinaciones de género entre los hermanos.
Las familias con un único hijo, una hija única, o con un chico y una chica, por este orden, son las que presentan mayores riesgos de complicaciones derivadas de la hiperactividad, la agresividad y la violencia contra los objetos. Es lo que se desprende del análisis de 14 combinaciones entre hermanos.
Relación madre-hijo
La misma clasificación vale para las tres dimensiones de la relación madre-hijo: las interacciones positivas, los comportamientos hostiles y los comportamientos punitivos.
La combinación que presenta menos interacciones positivas es la de hija-hija-chico. La que presenta más interacciones negativas es la familia con dos hijos varones, luego la de una chica y un chico, seguida de la combinación que muestra una hija y un hijo, seguidos de las que tienen dos hijas.
La combinación familiar más equilibrada es la de tres hijos, de los que el primero y el último son varones y la chica es la segunda. Cuando se trata de tres varones, las perturbaciones emocionales y la agresividad directa se dan menos. Cuando hay una hija única, la agresividad directa está al mínimo.
El estudio tiene el enorme atractivo de arrojar luz sobre un fenómeno de creciente preocupación en los países desarrollados, que es el de la hiperactividad de los jóvenes y de los niños, con el resultado de un déficit de atención, comportamientos impulsivos y turbulencia en las relaciones grupales.
Tratamiento médico
Muchas veces estos síntomas son objeto de tratamiento médicopsicológico, basado en sedantes que tienen efectos secundarios que más constituyen paliativos que soluciones.
El desconcierto de médicos y psicólogos, que averiguan las causas de estos desajustes, encuentra en el estudio del Instituto Philippe Pinel una nueva pista para profundizar en el conocimiento del problema, que amenaza con convertirse en una cuestión de salud pública en los países desarrollados.
Hasta ahora, la hiperactividad infantil y juvenil ha sido abordada en el marco de los modos de vida y los métodos educativos. La investigación canadiense, sin embargo, orienta la reflexión hacia el marco de las relaciones familiares, que desde ámbitos cada vez más diversos emergen como el origen de muchas perturbaciones de la mente y la psicología de jóvenes y adultos.
Tema relacionado:
[Las relaciones familiares forman parte de la génesis de algunas enfermedades]article:
Las familias analizadas en este estudio se limitaron a las que tenían un máximo de tres hijos. La investigación la dirigió Jacques Marleu, del Instituto Philippe Pinel, de Montreal.
Según se explica en el Forum de la Universidad de Montreal, que informa de esta investigación, cuando un matrimonio sólo tiene un hijo, la tendencia de los padres es a ser menos autoritarios, lo que propicia que los niños tengan comportamientos más flexibles y sean más activos.
Los hijos únicos tienen de esta forma más comportamientos hiperactivos que los que tienen otros hermanos o hermanas. Por lo general se mueven mucho, no pueden concentrarse, son impulsivos y no atienden las indicaciones de los mayores. Estos síntomas son más intensos entre los cuatro y los nueve años.
Agresividad compleja
La agresividad, por el contrario, es más alta en las familias que tienen dos niños, pero no necesariamente por las peleas que puedan surgir entre ellos.
La situación que en estos casos se desprende del estudio es más compleja y difiere según los dos hermanos sean varones o chicas. En el primer caso, los segundos hijos son menos respetuosos de las normas y están más propensos a la violencia con los objetos. En el caso de las chicas, la agresividad del segundo hijo varón se convierte en hiperactividad.
Por lo general, cuando un niño tiene hermano o hermana, presenta más síntomas de agresividad que si vive solo con sus padres. Muestra comportamientos típicos como agredir a otros niños, lo que ocurre en mucha menor medida con los hijos únicos.
Posibles complicaciones
En las familias con dos niños, los síntomas de hiperactividad se focalizan en el más pequeño, mientras que el mayor se hace más introvertido y experimenta angustia, inquietud y tristeza.
El estudio ha puesto de manifiesto también que la madre tiene un mayor número de interacciones positivas y menos hostiles con los hijos únicos, al mismo tiempo que muestran una tendencia a felicitar, jugar y compartir tiempo que es más intensa que la dedicada a la corrección de comportamientos infantiles inadecuados.
La posibilidad de conocer problemas de delincuencia o de perturbaciones emocionales en la familia tiene mucho que ver con el número de hijos y las combinaciones de género entre los hermanos.
Las familias con un único hijo, una hija única, o con un chico y una chica, por este orden, son las que presentan mayores riesgos de complicaciones derivadas de la hiperactividad, la agresividad y la violencia contra los objetos. Es lo que se desprende del análisis de 14 combinaciones entre hermanos.
Relación madre-hijo
La misma clasificación vale para las tres dimensiones de la relación madre-hijo: las interacciones positivas, los comportamientos hostiles y los comportamientos punitivos.
La combinación que presenta menos interacciones positivas es la de hija-hija-chico. La que presenta más interacciones negativas es la familia con dos hijos varones, luego la de una chica y un chico, seguida de la combinación que muestra una hija y un hijo, seguidos de las que tienen dos hijas.
La combinación familiar más equilibrada es la de tres hijos, de los que el primero y el último son varones y la chica es la segunda. Cuando se trata de tres varones, las perturbaciones emocionales y la agresividad directa se dan menos. Cuando hay una hija única, la agresividad directa está al mínimo.
El estudio tiene el enorme atractivo de arrojar luz sobre un fenómeno de creciente preocupación en los países desarrollados, que es el de la hiperactividad de los jóvenes y de los niños, con el resultado de un déficit de atención, comportamientos impulsivos y turbulencia en las relaciones grupales.
Tratamiento médico
Muchas veces estos síntomas son objeto de tratamiento médicopsicológico, basado en sedantes que tienen efectos secundarios que más constituyen paliativos que soluciones.
El desconcierto de médicos y psicólogos, que averiguan las causas de estos desajustes, encuentra en el estudio del Instituto Philippe Pinel una nueva pista para profundizar en el conocimiento del problema, que amenaza con convertirse en una cuestión de salud pública en los países desarrollados.
Hasta ahora, la hiperactividad infantil y juvenil ha sido abordada en el marco de los modos de vida y los métodos educativos. La investigación canadiense, sin embargo, orienta la reflexión hacia el marco de las relaciones familiares, que desde ámbitos cada vez más diversos emergen como el origen de muchas perturbaciones de la mente y la psicología de jóvenes y adultos.
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