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Nuestras tendencias políticas dependen no sólo de la educación o del entorno en el que crezcamos, sino principalmente de nuestro ADN, según una investigación realizada por el politólogo de la Universidad de Rice, John Alford.
El estudio básico se realizó con 8.000 pares de verdaderos y falsos gemelos norteamericanos, que respondieron a una serie de cuestiones sobre la oración en la escuela, la potencia nuclear, la liberación de la mujer y la pena de muerte. Luego se añadieron los datos de otro estudio australiano similar y se compararon los resultados de ambos estudios con una macro encuesta norteamericana que mide los niveles de conservadurismo en la sociedad.
El descubrimiento principal de esta investigación es que los auténticos gemelos, que comparten el mismo código genético, respondieron con gran similitud a las mismas cuestiones, mientras que los falsos gemelos expresaban opiniones diversas sobre los temas planteados.
Considerando que los gemelos auténticos, al igual que los falsos, comparten el mismo entorno, la disparidad de resultados entre los dos grupos de gemelos sólo puede ser explicada por la genética, concluyen los investigadores.
Alford, que ha estudiado durante años los comportamientos políticos, se ha centrado en la genética de la ideología política y en los aspectos biológicos que pueden determinar las tendencias a sintonizar con los diversos tipos de corrientes políticas.
Concretamente, se ha preocupado de determinar qué caracteres genéticos pueden llevar a los norteamericanos a ser liberales o conservadores, reconociendo en el ADN la capacidad para definir no sólo aspectos físicos, como el color del pelo, sino también los intereses e inquietudes políticos de cada individuo.
El verdadero origen
El estudio fue publicado el año pasado por la revista American Political Science Review, del que la Universidad de Rice difundió un comunicado. Además de Alford, participaron en la investigación Carolyn L. Funk, de la Virginia Commonwealth University y John R. Hibbing, de la University of Nebraska. El tema volvió a ponerse de relieve gracias a una conferencia dictada por Hibbing en la University of Nebraska el pasado mes de octubre, bajo el título “Genes, Behavior and Politics”.
El estudio desafía la creencia establecida de que la educación de nuestros padres y la influencia de nuestro entorno familiar y social son los responsables de nuestras ideologías políticas.
Para los autores de esta investigación, nuestras ideologías políticas proceden de un estrato más profundo de nuestro ser: la genética, ya que son los genes los que determinan principalmente nuestras convicciones políticas.
Los padres y el entorno en el que crecemos pueden fortalecer o variar una tendencia inicial, según el estudio de referencia. Los efectos de la ideología que nos trasladen en la infancia permanecerán probablemente para el resto de nuestra vida, por la edad en que nos llegan. De hecho, los investigadores señalan que un cambio respecto a las ideas recibidas en la primera infancia se da sólo en un 6% de los casos de adultos estudiados.
Sin embargo, y al contrario de lo que siempre ha defendido la investigación tradicional sobre las orientaciones políticas que heredamos, existe un importante componente genético en nuestras convicciones políticas, lo que ayuda a explicar, por ejemplo, por qué las actitudes de los padres, ya sean muy autoritarios o, por el contrario, demasiado permisivos, tienen poco efecto en las actitudes políticas de sus hijos.
Para Alford y sus colegas, la interacción entre genética y cultura sería la clave para la comprensión del origen de las orientaciones y comportamientos políticos, al igual que es la clave para comprender la mayoría de los aspectos físicos y psíquicos de la condición humana. Los genes, que no funcionan aisladamente, sino en conjunto, influyen la forma en la que el organismo responde a determinadas condiciones de su entorno, así como en los comportamientos sociales complejos de cada persona.
Combinación de genética y educación
A partir de los datos mostrados en su investigación, Alford y sus colegas han descubierto que la genética es responsable de más o menos la mitad de las diferencias en las orientaciones políticas entre los padres y su descendencia. De hecho, la influencia social y familiar en la definición de dichas orientaciones sólo afectaría en un 11% de los adultos, incluyendo los criterios inculcados por los padres.
En el caso de las tendencias personales a tener opiniones políticas concretas más allá de la ideología, la genética explica más de un tercio de las posibles variables, mientras que la educación o la influencia de los padres es prácticamente insignificante, señalan los investigadores.
La investigación tuvo como punto de partida la constatación de que los gemelos tienen comportamientos similares que son atribuidos a factores hereditarios, lo que llevó a estos científicos a averiguar si la política podía considerarse asimismo hereditaria.
Pero la investigación no se ha limitado al estudio de los ocho mil pares de gemelos verdaderos y falsos, ya que a estos datos se añadieron los resultados publicados en otro estudio australiano similar, realizado también con gemelos y sus actitudes y creencias.
Entonces compararon las respuestas de ambos estudios con el Wilson-Patterson Attitude Inventory, una encuesta norteamericana que mide los niveles de conservadurismo con las categorías “estar de acuerdo” o “no estar de acuerdo” o “no sabe no contesta”, sobre una serie de temas como los impuestos a la propiedad, la pena de muerte o el desarme.
Buscando más allá
De los 50 temas incluidos en la versión más amplia del inventario Wilson-Patterson, Alford y sus colegas se centraron en aquéllos con mayor contenido político que social. Para este grupo de actitudes políticas, los investigadores descubrieron que las influencias en la primera infancia y la genética eran responsables de la mitad de las actitudes políticas. Dentro de esta mitad, la genética era dos veces más influyente.
Los científicos señalan que los resultados del estudio deben ser tenidos en cuenta por los politólogos, que deben incorporar las influencias genéticas, específicamente las interacciones entre genética hereditaria y entornos sociales, en el desarrollo de modelos de formación de actitudes políticas.
En próximos estudios, estos científicos intentarán determinar si las orientaciones políticas liberales o conservadoras enraízan en tipos específicos de personalidad, de manera que pueda explicarse por qué ambas tendencias difieren tanto.
Además de sus análisis de los estudios sobre los gemelos, Alford también experimenta con grupos pequeños diseñados para probar las explicaciones evolutivas de los comportamientos y predisposiciones, y examina imágenes del cerebro para concretar las funciones cerebrales relacionadas con la toma de decisiones políticas.
No obstante, el estudio ha despertado ciertas reservas en la comunidad científica. No se cuestiona la validez de los datos obtenidos, ni la metodología, sino las conclusiones que pueden desprenderse: otros académicos como Evan Charney consideran que la similitud de creencias políticas entre gemelos auténticos no puede ser atribuida a la genética, ya que es posible que se deba asimismo al entorno.
En cualquier caso, el estudio debe ser considerado como una nueva contribución a la sociobiología, que analiza el significado biológico de la conducta. La idea subyacente a las explicaciones sociobiológicas de la conducta (que es la misma que sirve de base a todos los estudios de biología evolucionista) es que la selección natural actúa sobre el individuo y no sobre el grupo: el éxito reproductivo es algo que obtiene aquel que es capaz de transmitir sus genes a la siguiente generación.
El estudio básico se realizó con 8.000 pares de verdaderos y falsos gemelos norteamericanos, que respondieron a una serie de cuestiones sobre la oración en la escuela, la potencia nuclear, la liberación de la mujer y la pena de muerte. Luego se añadieron los datos de otro estudio australiano similar y se compararon los resultados de ambos estudios con una macro encuesta norteamericana que mide los niveles de conservadurismo en la sociedad.
El descubrimiento principal de esta investigación es que los auténticos gemelos, que comparten el mismo código genético, respondieron con gran similitud a las mismas cuestiones, mientras que los falsos gemelos expresaban opiniones diversas sobre los temas planteados.
Considerando que los gemelos auténticos, al igual que los falsos, comparten el mismo entorno, la disparidad de resultados entre los dos grupos de gemelos sólo puede ser explicada por la genética, concluyen los investigadores.
Alford, que ha estudiado durante años los comportamientos políticos, se ha centrado en la genética de la ideología política y en los aspectos biológicos que pueden determinar las tendencias a sintonizar con los diversos tipos de corrientes políticas.
Concretamente, se ha preocupado de determinar qué caracteres genéticos pueden llevar a los norteamericanos a ser liberales o conservadores, reconociendo en el ADN la capacidad para definir no sólo aspectos físicos, como el color del pelo, sino también los intereses e inquietudes políticos de cada individuo.
El verdadero origen
El estudio fue publicado el año pasado por la revista American Political Science Review, del que la Universidad de Rice difundió un comunicado. Además de Alford, participaron en la investigación Carolyn L. Funk, de la Virginia Commonwealth University y John R. Hibbing, de la University of Nebraska. El tema volvió a ponerse de relieve gracias a una conferencia dictada por Hibbing en la University of Nebraska el pasado mes de octubre, bajo el título “Genes, Behavior and Politics”.
El estudio desafía la creencia establecida de que la educación de nuestros padres y la influencia de nuestro entorno familiar y social son los responsables de nuestras ideologías políticas.
Para los autores de esta investigación, nuestras ideologías políticas proceden de un estrato más profundo de nuestro ser: la genética, ya que son los genes los que determinan principalmente nuestras convicciones políticas.
Los padres y el entorno en el que crecemos pueden fortalecer o variar una tendencia inicial, según el estudio de referencia. Los efectos de la ideología que nos trasladen en la infancia permanecerán probablemente para el resto de nuestra vida, por la edad en que nos llegan. De hecho, los investigadores señalan que un cambio respecto a las ideas recibidas en la primera infancia se da sólo en un 6% de los casos de adultos estudiados.
Sin embargo, y al contrario de lo que siempre ha defendido la investigación tradicional sobre las orientaciones políticas que heredamos, existe un importante componente genético en nuestras convicciones políticas, lo que ayuda a explicar, por ejemplo, por qué las actitudes de los padres, ya sean muy autoritarios o, por el contrario, demasiado permisivos, tienen poco efecto en las actitudes políticas de sus hijos.
Para Alford y sus colegas, la interacción entre genética y cultura sería la clave para la comprensión del origen de las orientaciones y comportamientos políticos, al igual que es la clave para comprender la mayoría de los aspectos físicos y psíquicos de la condición humana. Los genes, que no funcionan aisladamente, sino en conjunto, influyen la forma en la que el organismo responde a determinadas condiciones de su entorno, así como en los comportamientos sociales complejos de cada persona.
Combinación de genética y educación
A partir de los datos mostrados en su investigación, Alford y sus colegas han descubierto que la genética es responsable de más o menos la mitad de las diferencias en las orientaciones políticas entre los padres y su descendencia. De hecho, la influencia social y familiar en la definición de dichas orientaciones sólo afectaría en un 11% de los adultos, incluyendo los criterios inculcados por los padres.
En el caso de las tendencias personales a tener opiniones políticas concretas más allá de la ideología, la genética explica más de un tercio de las posibles variables, mientras que la educación o la influencia de los padres es prácticamente insignificante, señalan los investigadores.
La investigación tuvo como punto de partida la constatación de que los gemelos tienen comportamientos similares que son atribuidos a factores hereditarios, lo que llevó a estos científicos a averiguar si la política podía considerarse asimismo hereditaria.
Pero la investigación no se ha limitado al estudio de los ocho mil pares de gemelos verdaderos y falsos, ya que a estos datos se añadieron los resultados publicados en otro estudio australiano similar, realizado también con gemelos y sus actitudes y creencias.
Entonces compararon las respuestas de ambos estudios con el Wilson-Patterson Attitude Inventory, una encuesta norteamericana que mide los niveles de conservadurismo con las categorías “estar de acuerdo” o “no estar de acuerdo” o “no sabe no contesta”, sobre una serie de temas como los impuestos a la propiedad, la pena de muerte o el desarme.
Buscando más allá
De los 50 temas incluidos en la versión más amplia del inventario Wilson-Patterson, Alford y sus colegas se centraron en aquéllos con mayor contenido político que social. Para este grupo de actitudes políticas, los investigadores descubrieron que las influencias en la primera infancia y la genética eran responsables de la mitad de las actitudes políticas. Dentro de esta mitad, la genética era dos veces más influyente.
Los científicos señalan que los resultados del estudio deben ser tenidos en cuenta por los politólogos, que deben incorporar las influencias genéticas, específicamente las interacciones entre genética hereditaria y entornos sociales, en el desarrollo de modelos de formación de actitudes políticas.
En próximos estudios, estos científicos intentarán determinar si las orientaciones políticas liberales o conservadoras enraízan en tipos específicos de personalidad, de manera que pueda explicarse por qué ambas tendencias difieren tanto.
Además de sus análisis de los estudios sobre los gemelos, Alford también experimenta con grupos pequeños diseñados para probar las explicaciones evolutivas de los comportamientos y predisposiciones, y examina imágenes del cerebro para concretar las funciones cerebrales relacionadas con la toma de decisiones políticas.
No obstante, el estudio ha despertado ciertas reservas en la comunidad científica. No se cuestiona la validez de los datos obtenidos, ni la metodología, sino las conclusiones que pueden desprenderse: otros académicos como Evan Charney consideran que la similitud de creencias políticas entre gemelos auténticos no puede ser atribuida a la genética, ya que es posible que se deba asimismo al entorno.
En cualquier caso, el estudio debe ser considerado como una nueva contribución a la sociobiología, que analiza el significado biológico de la conducta. La idea subyacente a las explicaciones sociobiológicas de la conducta (que es la misma que sirve de base a todos los estudios de biología evolucionista) es que la selección natural actúa sobre el individuo y no sobre el grupo: el éxito reproductivo es algo que obtiene aquel que es capaz de transmitir sus genes a la siguiente generación.