No existe ninguna evidencia de que los animales posean un sexto sentido que les permite predecir un seísmo antes de que se produzca, según una investigación del German Research Center for Geosciences, publicada en el Bulletin of the Seismological Society of America.
Para llegar a esta conclusión, los sismólogos han repasado 180 estudios científicos que reagrupaban más de 700 observaciones durante 160 terremotos diferentes sobre el comportamiento de 130 especies.
Según estas publicaciones, los animales perciben un seísmo desde meses a segundos antes de que ocurra. En algunos casos, se habla de animales que se encontraban a algunos kilómetros del epicentro y de otros que estaban a cientos de kilómetros de distancia.
La mayoría de estas observaciones fueron puntuales: sólo 14 de ellas se prolongaron hasta 12 meses. Además, muy pocos estudios presentaban datos cifrados. Según los científicos alemanes, la falta de rigor científico de estas investigaciones no permite concluir que los animales tengan un comportamiento anómalo antes de que se produzca un seísmo.
Sin embargo, los investigadores han descubierto que el número de animales precursores analizados está relacionado con la proporción de terremotos, lo que les ha llevado a pensar que la mayoría de ellos percibieron el seísmo cuando ya había comenzado.
Detección temprana
Los supuestos comportamientos anormales habrían comenzado desde las primeras etapas de un seísmo, según esta investigación: esos primeros momentos son imperceptibles para los humanos. “Los animales pueden sentir las ondas sísmicas generadas por los terremotos”, sugiere el investigador principal, Heiko Woith, en un comunicado.
Otra posible explicación del comportamiento animal es que los efectos secundarios de los terremotos, como los cambios que se producen en las aguas subterráneas o la liberación de gases procedentes del suelo, sean percibidos por los animales.
En ambos casos, según los investigadores, los investigadores consideran que los animales no sienten cambios ambientales antes de que comience un terremoto, sino más bien cuando se inicia el movimiento telúrico.
También destacan que, sin un seguimiento durante años de los animales, es imposible descartar que su comportamiento antes o durante de un terremoto, no sea el resultado de una enfermedad o de otro factor ajeno al seísmo.
Heiko Woith y sus colegas del GFZ añaden que los científicos deben determinar si el vínculo entre el comportamiento animal y el terremoto se basa en reglas claramente definidas (como la distancia del animal a los terremotos de cierta magnitud), si el comportamiento del animal ha sido observado alguna vez y no seguido por un terremoto, si existe una hipótesis de prueba estadística para examinar la evidencia y si la población de animales es sana, entre otras preguntas.
Para llegar a esta conclusión, los sismólogos han repasado 180 estudios científicos que reagrupaban más de 700 observaciones durante 160 terremotos diferentes sobre el comportamiento de 130 especies.
Según estas publicaciones, los animales perciben un seísmo desde meses a segundos antes de que ocurra. En algunos casos, se habla de animales que se encontraban a algunos kilómetros del epicentro y de otros que estaban a cientos de kilómetros de distancia.
La mayoría de estas observaciones fueron puntuales: sólo 14 de ellas se prolongaron hasta 12 meses. Además, muy pocos estudios presentaban datos cifrados. Según los científicos alemanes, la falta de rigor científico de estas investigaciones no permite concluir que los animales tengan un comportamiento anómalo antes de que se produzca un seísmo.
Sin embargo, los investigadores han descubierto que el número de animales precursores analizados está relacionado con la proporción de terremotos, lo que les ha llevado a pensar que la mayoría de ellos percibieron el seísmo cuando ya había comenzado.
Detección temprana
Los supuestos comportamientos anormales habrían comenzado desde las primeras etapas de un seísmo, según esta investigación: esos primeros momentos son imperceptibles para los humanos. “Los animales pueden sentir las ondas sísmicas generadas por los terremotos”, sugiere el investigador principal, Heiko Woith, en un comunicado.
Otra posible explicación del comportamiento animal es que los efectos secundarios de los terremotos, como los cambios que se producen en las aguas subterráneas o la liberación de gases procedentes del suelo, sean percibidos por los animales.
En ambos casos, según los investigadores, los investigadores consideran que los animales no sienten cambios ambientales antes de que comience un terremoto, sino más bien cuando se inicia el movimiento telúrico.
También destacan que, sin un seguimiento durante años de los animales, es imposible descartar que su comportamiento antes o durante de un terremoto, no sea el resultado de una enfermedad o de otro factor ajeno al seísmo.
Heiko Woith y sus colegas del GFZ añaden que los científicos deben determinar si el vínculo entre el comportamiento animal y el terremoto se basa en reglas claramente definidas (como la distancia del animal a los terremotos de cierta magnitud), si el comportamiento del animal ha sido observado alguna vez y no seguido por un terremoto, si existe una hipótesis de prueba estadística para examinar la evidencia y si la población de animales es sana, entre otras preguntas.
Primer enfoque estadístico
"Existen muchos artículos científicos sobre el potencial de los animales como precursores de terremotos, pero a nuestro entender, esta es la primera vez que se utiliza un enfoque estadístico para evaluar los datos", añade Woith.
Entre estos artículos científicos figura uno, publicado en 2011, según el cual los cambios químicos que se producen en la corteza del planeta alertan a los animales de la inminencia de un seísmo.
Otro de los estudios más significativos al respecto, publicado en 2015, describió alteraciones en el comportamiento de los animales silvestres del Parque Nacional Yanachaga de Perú antes de la aparición de un terremoto.
El nuevo estudio de los investigadores alemanes, más que cuestionar el rigor de estas investigaciones, plantea que en realidad estos comportamientos pueden deberse no tanto a la anticipación como a la detección temprana de los terremotos por parte de los animales. La numerosa documentación analizada les ha llevado a la conclusión de que no se puede confirmar científicamente la existencia de ese sexto sentido precursor de seísmos.
"Existen muchos artículos científicos sobre el potencial de los animales como precursores de terremotos, pero a nuestro entender, esta es la primera vez que se utiliza un enfoque estadístico para evaluar los datos", añade Woith.
Entre estos artículos científicos figura uno, publicado en 2011, según el cual los cambios químicos que se producen en la corteza del planeta alertan a los animales de la inminencia de un seísmo.
Otro de los estudios más significativos al respecto, publicado en 2015, describió alteraciones en el comportamiento de los animales silvestres del Parque Nacional Yanachaga de Perú antes de la aparición de un terremoto.
El nuevo estudio de los investigadores alemanes, más que cuestionar el rigor de estas investigaciones, plantea que en realidad estos comportamientos pueden deberse no tanto a la anticipación como a la detección temprana de los terremotos por parte de los animales. La numerosa documentación analizada les ha llevado a la conclusión de que no se puede confirmar científicamente la existencia de ese sexto sentido precursor de seísmos.
Referencia
Review: Can Animals Predict Earthquakes? Heiko Woith, Gesa M. Petersen, Sebastian Hainzl, Torsten Dahm. Bulletin of the Seismological Society of America (2018). DOI:https://doi.org/10.1785/0120170313
Review: Can Animals Predict Earthquakes? Heiko Woith, Gesa M. Petersen, Sebastian Hainzl, Torsten Dahm. Bulletin of the Seismological Society of America (2018). DOI:https://doi.org/10.1785/0120170313