Fuente: PhotoXpress.
Las emociones que expresa la voz humana ayudan a captar la atención de los oyentes, pero a largo plazo también hacen que las palabras no sean recordadas con exactitud, revela un estudio.
Según los autores de la investigación, Annet Schirmer y sus colaboradores de la Universidad Nacional de Singapur (NSU), las emociones, por tanto, nos ayudan a reconocer más rápidamente y de manera más precisa y directa las palabras, en el momento de escucharlas.
Sin embargo, a largo plazo, tienen un efecto negativo en la memoria, dado que no recordamos un discurso con una entonación emocional determinada con tanta exactitud como recordamos los discursos neutros.
Por último, cuando recordamos palabras anteriormente escuchadas en el contexto de discursos emotivos, estas contienen para nosotros un valor emocional.
Así, por ejemplo, las palabras que nos han dicho con voz triste son recordadas con matices más negativos que las palabras que nos han dicho con una voz sin contenido emocional alguno.
Estas son las conclusiones del estudio, que estuvo centrado en el análisis del papel de la emoción en la memoria de reconocimiento de las palabras. Sus resultados han aparecido publicados en la revista de Springer Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience.
Según los autores de la investigación, Annet Schirmer y sus colaboradores de la Universidad Nacional de Singapur (NSU), las emociones, por tanto, nos ayudan a reconocer más rápidamente y de manera más precisa y directa las palabras, en el momento de escucharlas.
Sin embargo, a largo plazo, tienen un efecto negativo en la memoria, dado que no recordamos un discurso con una entonación emocional determinada con tanta exactitud como recordamos los discursos neutros.
Por último, cuando recordamos palabras anteriormente escuchadas en el contexto de discursos emotivos, estas contienen para nosotros un valor emocional.
Así, por ejemplo, las palabras que nos han dicho con voz triste son recordadas con matices más negativos que las palabras que nos han dicho con una voz sin contenido emocional alguno.
Estas son las conclusiones del estudio, que estuvo centrado en el análisis del papel de la emoción en la memoria de reconocimiento de las palabras. Sus resultados han aparecido publicados en la revista de Springer Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience.
Recuerdos negativos
Cuando sentimos ira, tristeza, euforia o miedo, nuestro discurso cobra una urgencia de la que carecen los discursos corrientes o más templados. Entonces, la voz se vuelve más chillona o suave, más veloz o lenta, más melódica, errática o monótona. Todas estas características del discurso emocional captan de manera inmediata la atención del oyente.
El trabajo de Schirmer y sus colaboradores analizó si las emociones, además de tener este efecto en la atención, tenían un efecto a largo plazo en la memoria de las palabras.
En la investigación participaron 48 hombres y 48 mujeres que escucharon palabras emitidas con un tono triste y neutro. Posteriormente, a los participantes se les mostraron estas palabras en un test visual, con el que se examinó tanto la tasa de reconocimiento de los términos como las actitudes de los voluntarios hacia las palabras.
Por otra parte, los investigadores también midieron la actividad cerebral de los participantes, para buscar evidencias de codificación neuronal de la vocalización emocional.
Estos análisis revelaron que los participantes reconocían mejor las palabras que habían escuchado en un tono neutro, en comparación con las pronunciadas con una voz triste.
Además, las palabras fueron recordadas con matices más negativos, si previamente habían sido escuchadas en un tono de voz triste, publica Springer en un comunicado.
Diferencias por sexos
Shirmer y su equipo también analizaron las diferencias en el procesamiento de las palabras entre sexos. En este sentido, descubrieron que las mujeres eran más sensibles a los elementos emocionales del discurso que los hombres, y más propensas que ellos a recordar la emoción del hablante. Los niveles de una hormona sexual femenina denominada estrógeno sirvieron para predecir esta diferencia.
Schirmer y sus colaboradores concluyen que: “Las voces emocionales producen cambios en la memoria a largo plazo, así como capturan la atención del oyente. Influyen asimismo en la facilidad con que las palabras habladas son reconocidas posteriormente y en el tipo de emociones que se asigna a cada término. Por tanto, las voces, como cualquier otra señal emocional, afectan a los oyentes más allá del presente inmediato”.
Cuando sentimos ira, tristeza, euforia o miedo, nuestro discurso cobra una urgencia de la que carecen los discursos corrientes o más templados. Entonces, la voz se vuelve más chillona o suave, más veloz o lenta, más melódica, errática o monótona. Todas estas características del discurso emocional captan de manera inmediata la atención del oyente.
El trabajo de Schirmer y sus colaboradores analizó si las emociones, además de tener este efecto en la atención, tenían un efecto a largo plazo en la memoria de las palabras.
En la investigación participaron 48 hombres y 48 mujeres que escucharon palabras emitidas con un tono triste y neutro. Posteriormente, a los participantes se les mostraron estas palabras en un test visual, con el que se examinó tanto la tasa de reconocimiento de los términos como las actitudes de los voluntarios hacia las palabras.
Por otra parte, los investigadores también midieron la actividad cerebral de los participantes, para buscar evidencias de codificación neuronal de la vocalización emocional.
Estos análisis revelaron que los participantes reconocían mejor las palabras que habían escuchado en un tono neutro, en comparación con las pronunciadas con una voz triste.
Además, las palabras fueron recordadas con matices más negativos, si previamente habían sido escuchadas en un tono de voz triste, publica Springer en un comunicado.
Diferencias por sexos
Shirmer y su equipo también analizaron las diferencias en el procesamiento de las palabras entre sexos. En este sentido, descubrieron que las mujeres eran más sensibles a los elementos emocionales del discurso que los hombres, y más propensas que ellos a recordar la emoción del hablante. Los niveles de una hormona sexual femenina denominada estrógeno sirvieron para predecir esta diferencia.
Schirmer y sus colaboradores concluyen que: “Las voces emocionales producen cambios en la memoria a largo plazo, así como capturan la atención del oyente. Influyen asimismo en la facilidad con que las palabras habladas son reconocidas posteriormente y en el tipo de emociones que se asigna a cada término. Por tanto, las voces, como cualquier otra señal emocional, afectan a los oyentes más allá del presente inmediato”.
Referencia bibliográfica:
Schirmer A et al. Vocal emotions influence verbal memory: neural correlates and inter-individual differences. Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience. DOI 10.3758/s13415-012-0132-8.
Schirmer A et al. Vocal emotions influence verbal memory: neural correlates and inter-individual differences. Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience. DOI 10.3758/s13415-012-0132-8.