Dos estudios aparecidos en el diario Psychology and Aging señalan que determinados factores psicológicos, como las emociones y los estereotipos negativos, tienen relación con el mantenimiento óptimo de nuestra salud a lo largo del tiempo.
El primer estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores de la universidad norteamericana de Texas, que ha analizado a un grupo de ancianos mexicanos habitantes del sudoeste de Estados Unidos.
Se trata del primer estudio dedicado a examinar el papel protector de las llamadas “emociones positivas” en el envejecimiento, en el caso de las minorías de población de Estados Unidos.
Los investigadores Glenn Ostir, Kenneth Ottenbacher y Kyriakos Markides siguieron el desarrollo de los participantes en el estudio durante siete años, midiendo su peso, su nivel de cansancio, su velocidad al andar y su fuerza de agarre.
Emociones positivas
Tal como explica la American Psychological Association en un comunicado, las emociones positivas se midieron durante el mismo periodo preguntando a los participantes la asiduidad con la que, en la última semana antes de la realización de los diversos tests, habían sentido emociones del tipo: “Me siento tan bien como el resto de la gente”, “estoy esperanzado con respecto al futuro”, “soy feliz” o “disfruto de la vida”.
El envejecimiento y la debilitación de los participantes aumentó casi en un ocho por ciento durante los siete años que duró la prueba, pero aquellos que tenían una puntuación más alta en sus afectos positivos, eran significativamente menos proclives a deteriorarse que los demás. Cada punto de incremento en la medida de las emociones positivas estaba asociado con un tres por ciento de disminución en el riesgo de deterioro físico.
Los investigadores achacan estos resultados al hecho de que las emociones positivas puedan afectar directamente a la salud por la vía química y que las respuestas neuronales puedan estar relacionadas con el mantenimiento del equilibrio homeostático (tendencia del sistema a conservar la estabilidad interna).
Buena memoria
Un segundo estudio, realizado por investigadores de la North Carolina State University, ha demostrado cómo los estereotipos negativos sobre la tercera edad y los efectos del paso del tiempo en el cuerpo humano, afectan a la memoria de los adultos más maduros.
Para llevarlo a cabo, los investigadores Thomas Hess, Joey Hinson y Jill Statham, utilizaron a 193 participantes para la realización de dos experimentos. El primero de ellos, con gente de entre 15 y 37 años, y el segundo con gente de entre 57 y 82 años.
Los participantes fueron expuestos a palabras relacionadas con los estereotipos, con el fin de recrear una imagen positiva o negativa de la vejez (senil, frágil, confundido, quejica, olvidadizo; o bien, realizado, digno, distinguido, sabio, exitoso).
Los resultados demostraron que el funcionamiento de la memoria en los ancianos era peor cuando escuchaban las palabras negativas que cuando escuchaban las positivas.
Además, las diferencias en cuanto a calidad y capacidad de memoria entre jóvenes y mayores se reducían después de la recepción de mensajes positivos con respecto a la vejez, con lo que ambos alcanzaban casi el mismo nivel memorístico en algunas situaciones.
Posible control
El estudio también ha demostrado que los ancianos pueden controlar el efecto negativo de la activación de los estereotipos, pero sólo cuando este efecto es relativamente sutil. Sin embargo, cuando los estereotipos son evidentes y tienen demasiado peso, el funcionamiento de la memoria de los ancianos tiende a verse negativamente afectado.
Los investigadores han señalado que los resultados de este estudio destacan la importancia del entorno social para la calidad de vida de los ancianos, así como para su mantenimiento vital. De los estereotipos depende en cierta medida que puedan seguir siendo miembros productivos y competentes para la sociedad durante más tiempo.
El primer estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores de la universidad norteamericana de Texas, que ha analizado a un grupo de ancianos mexicanos habitantes del sudoeste de Estados Unidos.
Se trata del primer estudio dedicado a examinar el papel protector de las llamadas “emociones positivas” en el envejecimiento, en el caso de las minorías de población de Estados Unidos.
Los investigadores Glenn Ostir, Kenneth Ottenbacher y Kyriakos Markides siguieron el desarrollo de los participantes en el estudio durante siete años, midiendo su peso, su nivel de cansancio, su velocidad al andar y su fuerza de agarre.
Emociones positivas
Tal como explica la American Psychological Association en un comunicado, las emociones positivas se midieron durante el mismo periodo preguntando a los participantes la asiduidad con la que, en la última semana antes de la realización de los diversos tests, habían sentido emociones del tipo: “Me siento tan bien como el resto de la gente”, “estoy esperanzado con respecto al futuro”, “soy feliz” o “disfruto de la vida”.
El envejecimiento y la debilitación de los participantes aumentó casi en un ocho por ciento durante los siete años que duró la prueba, pero aquellos que tenían una puntuación más alta en sus afectos positivos, eran significativamente menos proclives a deteriorarse que los demás. Cada punto de incremento en la medida de las emociones positivas estaba asociado con un tres por ciento de disminución en el riesgo de deterioro físico.
Los investigadores achacan estos resultados al hecho de que las emociones positivas puedan afectar directamente a la salud por la vía química y que las respuestas neuronales puedan estar relacionadas con el mantenimiento del equilibrio homeostático (tendencia del sistema a conservar la estabilidad interna).
Buena memoria
Un segundo estudio, realizado por investigadores de la North Carolina State University, ha demostrado cómo los estereotipos negativos sobre la tercera edad y los efectos del paso del tiempo en el cuerpo humano, afectan a la memoria de los adultos más maduros.
Para llevarlo a cabo, los investigadores Thomas Hess, Joey Hinson y Jill Statham, utilizaron a 193 participantes para la realización de dos experimentos. El primero de ellos, con gente de entre 15 y 37 años, y el segundo con gente de entre 57 y 82 años.
Los participantes fueron expuestos a palabras relacionadas con los estereotipos, con el fin de recrear una imagen positiva o negativa de la vejez (senil, frágil, confundido, quejica, olvidadizo; o bien, realizado, digno, distinguido, sabio, exitoso).
Los resultados demostraron que el funcionamiento de la memoria en los ancianos era peor cuando escuchaban las palabras negativas que cuando escuchaban las positivas.
Además, las diferencias en cuanto a calidad y capacidad de memoria entre jóvenes y mayores se reducían después de la recepción de mensajes positivos con respecto a la vejez, con lo que ambos alcanzaban casi el mismo nivel memorístico en algunas situaciones.
Posible control
El estudio también ha demostrado que los ancianos pueden controlar el efecto negativo de la activación de los estereotipos, pero sólo cuando este efecto es relativamente sutil. Sin embargo, cuando los estereotipos son evidentes y tienen demasiado peso, el funcionamiento de la memoria de los ancianos tiende a verse negativamente afectado.
Los investigadores han señalado que los resultados de este estudio destacan la importancia del entorno social para la calidad de vida de los ancianos, así como para su mantenimiento vital. De los estereotipos depende en cierta medida que puedan seguir siendo miembros productivos y competentes para la sociedad durante más tiempo.