En 2010, un estudio de la Universidad de Florida, en EEUU, demostró que las colonias de insectos seguían algunas “reglas” biológicas similares a las que funcionan en los organismos individuales. Entonces, se propuso que dichas colonias podrían ser en realidad “superorganismos”.
Según explicaron entonces los científicos en un comunicado de dicha Universidad, las interacciones sociales en dichas colonas serían muy parecidas a las de las células que trabajan en el cuerpo.
Esto se dedujo gracias a que se aplicaron, al estudio de las colonias, modelos matemáticos originalmente diseñados para predecir la esperanza de vida, el crecimiento y la reproducción en organismos individuales. Resultó que estos modelos servían también para predecir esas mismas características en colonias enteras.
En aquel momento, fueron analizadas un total de 168 especies diferentes de insectos sociales, como hormigas, termitas o abejas, entre otras.
Hormigas sometidas a estrés
Ahora, un nuevo trabajo sobre el tema, realizado por el científico O'Shea-Wheller de la Universidad de Bristol, Inglaterra, y sus colaboradores, también ha revelado que las hormigas pueden responder a perturbaciones en su nido como un 'superorganismo' altamente organizado.
En general, las colonias de hormigas son increíblemente complejas y, al mismo tiempo, intensamente cooperativas; pero los investigadores ingleses tenían interés en determinar hasta qué punto estos insectos se comportan como una sola entidad.
Para averiguarlo, simularon diferentes ataques de depredadores en un total de 30 colonias de hormigas. Para observar las respuestas de las hormigas a la depredación en diferentes lugares, dentro y cerca del nido, retiraron a las hormigas exploradoras de la periferia de colonias y luego, por separado, eliminaron a las hormigas obreras del núcleo del nido.
Según explicaron entonces los científicos en un comunicado de dicha Universidad, las interacciones sociales en dichas colonas serían muy parecidas a las de las células que trabajan en el cuerpo.
Esto se dedujo gracias a que se aplicaron, al estudio de las colonias, modelos matemáticos originalmente diseñados para predecir la esperanza de vida, el crecimiento y la reproducción en organismos individuales. Resultó que estos modelos servían también para predecir esas mismas características en colonias enteras.
En aquel momento, fueron analizadas un total de 168 especies diferentes de insectos sociales, como hormigas, termitas o abejas, entre otras.
Hormigas sometidas a estrés
Ahora, un nuevo trabajo sobre el tema, realizado por el científico O'Shea-Wheller de la Universidad de Bristol, Inglaterra, y sus colaboradores, también ha revelado que las hormigas pueden responder a perturbaciones en su nido como un 'superorganismo' altamente organizado.
En general, las colonias de hormigas son increíblemente complejas y, al mismo tiempo, intensamente cooperativas; pero los investigadores ingleses tenían interés en determinar hasta qué punto estos insectos se comportan como una sola entidad.
Para averiguarlo, simularon diferentes ataques de depredadores en un total de 30 colonias de hormigas. Para observar las respuestas de las hormigas a la depredación en diferentes lugares, dentro y cerca del nido, retiraron a las hormigas exploradoras de la periferia de colonias y luego, por separado, eliminaron a las hormigas obreras del núcleo del nido.
Las hormigas como sistema nervioso
Cuando las hormigas exploradoras fueron retiradas de la periferia de los nidos, otras hormigas dedicadas al forrajeo se replegaron de nuevo al nido. Pero cuando se eliminó a las hormigas obreras del centro del nido, la colonia entera huyó, buscando asilo en una nueva ubicación.
Los investigadores creen que estas reacciones tienen paralelismos con las respuestas del sistema nervioso de organismos individuales, adecuadas a diversas agresiones. Además, sugieren que, del mismo modo que los organismos responden, por ejemplo, al daño celular a través del dolor, las colonias de hormigas responderían a la pérdida de las obreras cobrando una conciencia de grupo del peligro.
Acurrucarse por el bien común
Recientemente, se descubrió que también algunas colonias de roedores pueden funcionar como un superorganismo. En ellas, los individuos se acurrucan unos con otros o se separan unos de otros “egoístamente”, para calentarse o enfriarse, una acción individual que afecta a la comunidad: gracias a ella, el grupo regula su temperatura.
Esto es lo que han descubierto Jonathan Glancy, Roderich Gross, Jim Stone y Stuart Wilson, de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido. Lo hicieron, en este caso como en el primer caso mencionado, usando modelos matemáticos. Según Jonathan Glancy: "Nuestro modelo describe el grupo como un sistema de autoorganización; y revela que la complejidad de los comportamientos grupales puede surgir de interacciones muy simples entre los animales".
Resulta que el comportamiento autoorganizativo grupal tiene una clara ventaja evolutiva, pues los animales que pueden coordinar sus movimientos para mantener el calor tienen más probabilidades de sobrevivir.
Cuando las hormigas exploradoras fueron retiradas de la periferia de los nidos, otras hormigas dedicadas al forrajeo se replegaron de nuevo al nido. Pero cuando se eliminó a las hormigas obreras del centro del nido, la colonia entera huyó, buscando asilo en una nueva ubicación.
Los investigadores creen que estas reacciones tienen paralelismos con las respuestas del sistema nervioso de organismos individuales, adecuadas a diversas agresiones. Además, sugieren que, del mismo modo que los organismos responden, por ejemplo, al daño celular a través del dolor, las colonias de hormigas responderían a la pérdida de las obreras cobrando una conciencia de grupo del peligro.
Acurrucarse por el bien común
Recientemente, se descubrió que también algunas colonias de roedores pueden funcionar como un superorganismo. En ellas, los individuos se acurrucan unos con otros o se separan unos de otros “egoístamente”, para calentarse o enfriarse, una acción individual que afecta a la comunidad: gracias a ella, el grupo regula su temperatura.
Esto es lo que han descubierto Jonathan Glancy, Roderich Gross, Jim Stone y Stuart Wilson, de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido. Lo hicieron, en este caso como en el primer caso mencionado, usando modelos matemáticos. Según Jonathan Glancy: "Nuestro modelo describe el grupo como un sistema de autoorganización; y revela que la complejidad de los comportamientos grupales puede surgir de interacciones muy simples entre los animales".
Resulta que el comportamiento autoorganizativo grupal tiene una clara ventaja evolutiva, pues los animales que pueden coordinar sus movimientos para mantener el calor tienen más probabilidades de sobrevivir.
Referencias bibliográficas:
Thomas A. O’Shea-Wheller, Ana B. Sendova-Franks, Nigel R. Franks. Differentiated Anti-Predation Responses in a Superorganism. PLOS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0141012.
Jonathan Glancy, Roderich Groß, James V. Stone, Stuart P. Wilson. A Self-Organising Model of Thermoregulatory Huddling. PLOS Computational Biology (2015). DOI: 10.1371/journal.pcbi.1004283.
Thomas A. O’Shea-Wheller, Ana B. Sendova-Franks, Nigel R. Franks. Differentiated Anti-Predation Responses in a Superorganism. PLOS ONE (2015). DOI: 10.1371/journal.pone.0141012.
Jonathan Glancy, Roderich Groß, James V. Stone, Stuart P. Wilson. A Self-Organising Model of Thermoregulatory Huddling. PLOS Computational Biology (2015). DOI: 10.1371/journal.pcbi.1004283.