Cuando se presenta la oportunidad de obtener una recompensa importante acometiendo una acción arriesgada, las personas y las abejas utilizan el mismo mecanismo de toma de decisiones, señala un equipo de investigadores del Technion-Israel Institute of Technology, de la Universidad de Tel Aviv y de la Hebrew University de Israel.
Según publica The Jerusalem Post, los investigadores han descubierto que la gente está más dispuesta a jugársela en una acción de riesgo cuando las diferencias entre las posibles ganancias está bien definida. Por el contrario, si estas diferencias son difíciles de distinguir, prefieren elegir la opción segura, incluso si la probabilidad de fallar en la elección no ha cambiado nada.
El descubrimiento resulta relevante para tratar de saber cómo la gente decide invertir en, por ejemplo, la Bolsa; optar por una determinada persona para casarse, por un lugar concreto de trabajo o por ser honesto en lugar de cometer delitos.
En la revista Nature, además, los investigadores han explicado que la tendencia de la gente de seleccionar la opción más segura entre dos opciones aumenta cuando dicha opción supone una buena ganancia asegurada (es decir, que las personas prefieren una ganancia segura de tres sobre una ganancia de cuatro menos segura). Estos comportamientos se dan también en las abejas.
Experimentos con humanos y animales
En una serie de pruebas realizadas con 50 estudiantes universitarios, los participantes tenían que elegir entre dos teclas de ordenador que no tenían ninguna marca. Pulsando en una de ellas, los voluntarios percibían una recompensa de tres créditos con una seguridad del 100%, mientras que apretando la otra tecla, el pago era de cuatro créditos con una seguridad del 80%.
Los 50 estudiantes aprendían esto a base de probar con ambas teclas y en la medida en que los resultados de sus opciones iban apareciendo en la pantalla del ordenador. En total tuvieron que tomar 400 decisiones, y tendieron a elegir la estrategia arriesgada cuando las recompensas estaban representadas por números simples, como tres créditos o cuatro créditos. Cuando estos números fueron sustituidos por cifras como 30 ó 40 puntos –también claros- se mantuvieron resultados similares.
Sin embargo, cuando los números se reemplazaron por 30 o 40 puntos difuminados de manera que era más difícil distinguir entre ambas recompensas, los participantes cambiaron sus acciones hacia el resultado más seguro.
También las abejas fueron sometidas a pruebas similares, en este caso utilizando su sentido del olfato, y recompensas de gotas de solución azucarada de diversas concentraciones.
Abejas seguras
En primer lugar, los investigadores probaron a las abejas con recompensas para alternativas arriesgadas y seguras a un 10 y a un 5% de concentración de azúcar, respectivamente.
En un segundo experimento, las recompensas fueron menos fáciles de discriminar, entre un 6,7% y un 5% de concentración del azúcar en las gotas y, en una tercera prueba, las recompensas de ambas alternativas fueron del mismo porcentaje. Las abejas tuvieron que optar en 32 ocasiones entre dos olores.
Tendieron, como los humanos, a optar por la estrategia más arriesgada sólo cuando su elección era fácilmente discernible, publica la American Technion Society.
Uno de los autores del estudio, el profesor Ido Erev, del Instituto Technion, señala que la similitud de las respuestas entre las abejas y los humanos demuestra que los procesos de toma de decisiones comienzan a darse en estadios muy tempranos de la evolución, y que suponen un fenómeno muy básico que comparten los humanos con diversos animales.
Erev y sus colaboradores están especializados en el estudio del comportamiento humano en entornos económicos. En investigaciones anteriores, por ejemplo, habían analizado la diferencia en las tomas de decisiones acerca de ganancias entre ratas y humanos.
Señales claras
De esta forma, determinaron que hay gente que no es más hábil que las ratas en su toma de decisiones. Cuando, en un experimento, a las ratas se las enfrentó repetidamente con la opción de recibir una gran recompensa rara vez o una pequeña recompensa con seguridad, los animales escogieron la opción segura, incluso cuando eso suponía una media general menor de recompensas.
Por el contrario, humanos enfrentados a una situación similar, en un juego económico de ordenador, tendieron a escoger la recompensa mayor, incluso cuando ésta era en total menor que las recompensas menores.
Los científicos decidieron descubrir por qué se producía esta diferencia, y lo han averiguado gracias al experimento con las abejas y los 50 estudiantes: para ambas especies, la decisión final depende, no sólo de la recompensa, sino de las señales que perciban acerca de éstas.
En el caso de los humanos, estas señales consistieron en saber la cantidad precisa de recompensa que les esperaba mediante los números, y en el de las abejas mediante el olor. Los investigadores sospechan, por tanto, que la exactitud en la percepción influye en las decisiones finales.
No es la primera vez que tratamos las coincidencias entre los comportamientos humanos y animales en Tendencias21. Otras similitudes entre nuestra especie y las demás demostradas por los científicos son, por ejemplo, que tanto los pájaros como los humanos hacemos planes para el futuro o que los primates tienen un sentido de la justicia parecido al nuestro.
Según publica The Jerusalem Post, los investigadores han descubierto que la gente está más dispuesta a jugársela en una acción de riesgo cuando las diferencias entre las posibles ganancias está bien definida. Por el contrario, si estas diferencias son difíciles de distinguir, prefieren elegir la opción segura, incluso si la probabilidad de fallar en la elección no ha cambiado nada.
El descubrimiento resulta relevante para tratar de saber cómo la gente decide invertir en, por ejemplo, la Bolsa; optar por una determinada persona para casarse, por un lugar concreto de trabajo o por ser honesto en lugar de cometer delitos.
En la revista Nature, además, los investigadores han explicado que la tendencia de la gente de seleccionar la opción más segura entre dos opciones aumenta cuando dicha opción supone una buena ganancia asegurada (es decir, que las personas prefieren una ganancia segura de tres sobre una ganancia de cuatro menos segura). Estos comportamientos se dan también en las abejas.
Experimentos con humanos y animales
En una serie de pruebas realizadas con 50 estudiantes universitarios, los participantes tenían que elegir entre dos teclas de ordenador que no tenían ninguna marca. Pulsando en una de ellas, los voluntarios percibían una recompensa de tres créditos con una seguridad del 100%, mientras que apretando la otra tecla, el pago era de cuatro créditos con una seguridad del 80%.
Los 50 estudiantes aprendían esto a base de probar con ambas teclas y en la medida en que los resultados de sus opciones iban apareciendo en la pantalla del ordenador. En total tuvieron que tomar 400 decisiones, y tendieron a elegir la estrategia arriesgada cuando las recompensas estaban representadas por números simples, como tres créditos o cuatro créditos. Cuando estos números fueron sustituidos por cifras como 30 ó 40 puntos –también claros- se mantuvieron resultados similares.
Sin embargo, cuando los números se reemplazaron por 30 o 40 puntos difuminados de manera que era más difícil distinguir entre ambas recompensas, los participantes cambiaron sus acciones hacia el resultado más seguro.
También las abejas fueron sometidas a pruebas similares, en este caso utilizando su sentido del olfato, y recompensas de gotas de solución azucarada de diversas concentraciones.
Abejas seguras
En primer lugar, los investigadores probaron a las abejas con recompensas para alternativas arriesgadas y seguras a un 10 y a un 5% de concentración de azúcar, respectivamente.
En un segundo experimento, las recompensas fueron menos fáciles de discriminar, entre un 6,7% y un 5% de concentración del azúcar en las gotas y, en una tercera prueba, las recompensas de ambas alternativas fueron del mismo porcentaje. Las abejas tuvieron que optar en 32 ocasiones entre dos olores.
Tendieron, como los humanos, a optar por la estrategia más arriesgada sólo cuando su elección era fácilmente discernible, publica la American Technion Society.
Uno de los autores del estudio, el profesor Ido Erev, del Instituto Technion, señala que la similitud de las respuestas entre las abejas y los humanos demuestra que los procesos de toma de decisiones comienzan a darse en estadios muy tempranos de la evolución, y que suponen un fenómeno muy básico que comparten los humanos con diversos animales.
Erev y sus colaboradores están especializados en el estudio del comportamiento humano en entornos económicos. En investigaciones anteriores, por ejemplo, habían analizado la diferencia en las tomas de decisiones acerca de ganancias entre ratas y humanos.
Señales claras
De esta forma, determinaron que hay gente que no es más hábil que las ratas en su toma de decisiones. Cuando, en un experimento, a las ratas se las enfrentó repetidamente con la opción de recibir una gran recompensa rara vez o una pequeña recompensa con seguridad, los animales escogieron la opción segura, incluso cuando eso suponía una media general menor de recompensas.
Por el contrario, humanos enfrentados a una situación similar, en un juego económico de ordenador, tendieron a escoger la recompensa mayor, incluso cuando ésta era en total menor que las recompensas menores.
Los científicos decidieron descubrir por qué se producía esta diferencia, y lo han averiguado gracias al experimento con las abejas y los 50 estudiantes: para ambas especies, la decisión final depende, no sólo de la recompensa, sino de las señales que perciban acerca de éstas.
En el caso de los humanos, estas señales consistieron en saber la cantidad precisa de recompensa que les esperaba mediante los números, y en el de las abejas mediante el olor. Los investigadores sospechan, por tanto, que la exactitud en la percepción influye en las decisiones finales.
No es la primera vez que tratamos las coincidencias entre los comportamientos humanos y animales en Tendencias21. Otras similitudes entre nuestra especie y las demás demostradas por los científicos son, por ejemplo, que tanto los pájaros como los humanos hacemos planes para el futuro o que los primates tienen un sentido de la justicia parecido al nuestro.