La vulnerabilidad urbana en España pasó de 378 barrios en 1991 a 604 en 2001, y fueron Madrid y Barcelona las que más contribuyeron al aumento, acompañadas de Sevilla, Las Palmas o Málaga, mientras que en ciudades como Zaragoza y Valencia apenas se notó. Sin embargo, las poblaciones con mayor porcentaje de población vulnerable tienen menos de 100.000 habitantes (San Fernando de Cádiz, por ejemplo).
Estos datos corresponden al estudio Atlas de barrios vulnerables de España, una obra publicada recientemente en la que han trabajado la Sección de Urbanismo del Instituto Juan de Herrera de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Ministerio de Fomento.
El libro contiene el resumen estadístico de los valores nacionales y autonómicos y los correspondientes a las capitales de provincia y otras ciudades de más de 50.000 habitantes. También incluye un capítulo pormenorizado de las 12 ciudades de mayor población, para lo que se ha realizado una cartografía de la vulnerabilidad por indicadores y barrios que permite una comparación espacial de ésta a lo largo de los periodos analizados.
Este trabajo —elaborado por cuatro investigadores de la UPM (Agustín Hernández Aja, Ángela Matesanz Parellada, Carolina García Madruga y Cristina Fernández Ramírez) y dos de la Universidad Carlos III (Julio Alguacil Gómez y Javier Camacho Gutiérrez)— se basa en datos estadísticos que, aunque podrían considerarse antiguos (los últimos se corresponden a la regularización del Padrón Municipal de 2006), mantienen su actualidad, ya que según sus autores las desigualdades urbanas persisten en el tiempo.
En el último año analizado, 2006 -antes que se iniciara la actual crisis económica-, las cifras responden ya a un claro aumento de la vulnerabilidad. Se localizaron 256 barrios vulnerables de inmigración en 59 ciudades, con una población residente de 2.041.691, el 8,75% de la población analizada.
En una próxima edición del catálogo de barrios vulnerables se recogerán, manteniendo como punto de partida el proceso metodológico del que ahora se publica, los datos del último censo (2011), cuyas cifras consolidadas solo se han conocido a final de 2014.
Una prosperidad ficticia
Como resultado de este estudio, señala la nota de prensa de la UPM, llama la atención que el proceso de vulnerabilidad urbana ya se hubiera iniciado antes de la crisis de 2007. El crecimiento de la desigualdad se incrementó aún más a partir de esa fecha como resultado de unas políticas urbanas previas que tuvieron como consecuencia unos efectos no deseados.
Así pues, la aparente prosperidad de nuestras ciudades basada en la calidad de las nuevas periferias construidas en la década de 1991-2001 era ficticia. Tenía el correlato de la depresión de parte de la ciudad existente, que perdía efectivos y recursos y, por tanto, incrementaba sus índices de desigualdad frente a la ciudad en su conjunto.
En el Atlas de Barrios Vulnerables de España, los autores inciden en que el concepto vulnerabilidad de un territorio tiene que ver con dos dimensiones. Una de ellas es la que está constituida por condiciones de desfavorecimiento social, de desventajas estructurales de una población para desarrollar proyectos vitales en contextos de seguridad y confianza.
La otra tiene que ver con el estado psicosocial de los ciudadanos, que afecta a la sensación que tienen del territorio en donde viven y de sus propias condiciones sociales. Una percepción negativa de su situación como residentes en un espacio social puede traducirse en procesos de malestar urbano.
En este estudio, se entiende la vulnerabilidad urbana como aquel proceso de malestar en las ciudades producido por la combinación de múltiples dimensiones de desventaja, en el que toda esperanza de movilidad social ascendente, de superación de su condición social de exclusión o próxima a ella es contemplada como extremadamente difícil de alcanzar.
Por el contrario, conlleva una percepción de inseguridad y miedo a la posibilidad de una movilidad social descendente, de empeoramiento de sus actuales condiciones de vida.
Estos datos corresponden al estudio Atlas de barrios vulnerables de España, una obra publicada recientemente en la que han trabajado la Sección de Urbanismo del Instituto Juan de Herrera de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Ministerio de Fomento.
El libro contiene el resumen estadístico de los valores nacionales y autonómicos y los correspondientes a las capitales de provincia y otras ciudades de más de 50.000 habitantes. También incluye un capítulo pormenorizado de las 12 ciudades de mayor población, para lo que se ha realizado una cartografía de la vulnerabilidad por indicadores y barrios que permite una comparación espacial de ésta a lo largo de los periodos analizados.
Este trabajo —elaborado por cuatro investigadores de la UPM (Agustín Hernández Aja, Ángela Matesanz Parellada, Carolina García Madruga y Cristina Fernández Ramírez) y dos de la Universidad Carlos III (Julio Alguacil Gómez y Javier Camacho Gutiérrez)— se basa en datos estadísticos que, aunque podrían considerarse antiguos (los últimos se corresponden a la regularización del Padrón Municipal de 2006), mantienen su actualidad, ya que según sus autores las desigualdades urbanas persisten en el tiempo.
En el último año analizado, 2006 -antes que se iniciara la actual crisis económica-, las cifras responden ya a un claro aumento de la vulnerabilidad. Se localizaron 256 barrios vulnerables de inmigración en 59 ciudades, con una población residente de 2.041.691, el 8,75% de la población analizada.
En una próxima edición del catálogo de barrios vulnerables se recogerán, manteniendo como punto de partida el proceso metodológico del que ahora se publica, los datos del último censo (2011), cuyas cifras consolidadas solo se han conocido a final de 2014.
Una prosperidad ficticia
Como resultado de este estudio, señala la nota de prensa de la UPM, llama la atención que el proceso de vulnerabilidad urbana ya se hubiera iniciado antes de la crisis de 2007. El crecimiento de la desigualdad se incrementó aún más a partir de esa fecha como resultado de unas políticas urbanas previas que tuvieron como consecuencia unos efectos no deseados.
Así pues, la aparente prosperidad de nuestras ciudades basada en la calidad de las nuevas periferias construidas en la década de 1991-2001 era ficticia. Tenía el correlato de la depresión de parte de la ciudad existente, que perdía efectivos y recursos y, por tanto, incrementaba sus índices de desigualdad frente a la ciudad en su conjunto.
En el Atlas de Barrios Vulnerables de España, los autores inciden en que el concepto vulnerabilidad de un territorio tiene que ver con dos dimensiones. Una de ellas es la que está constituida por condiciones de desfavorecimiento social, de desventajas estructurales de una población para desarrollar proyectos vitales en contextos de seguridad y confianza.
La otra tiene que ver con el estado psicosocial de los ciudadanos, que afecta a la sensación que tienen del territorio en donde viven y de sus propias condiciones sociales. Una percepción negativa de su situación como residentes en un espacio social puede traducirse en procesos de malestar urbano.
En este estudio, se entiende la vulnerabilidad urbana como aquel proceso de malestar en las ciudades producido por la combinación de múltiples dimensiones de desventaja, en el que toda esperanza de movilidad social ascendente, de superación de su condición social de exclusión o próxima a ella es contemplada como extremadamente difícil de alcanzar.
Por el contrario, conlleva una percepción de inseguridad y miedo a la posibilidad de una movilidad social descendente, de empeoramiento de sus actuales condiciones de vida.
Las ciudades pequeñas, las más expuestas
Para la investigación se tomaron tres indicadores que permiten caracterizar la vulnerabilidad urbana: tasa de paro, porcentaje de población analfabeta y sin estudios y carencias en las viviendas (sin agua corriente, wc, baño o ducha en 1991; y sin servicio o aseo, en 2001); a los que se añade un cuarto (tasa de inmigración) en la adenda de 2006. La vulnerabilidad se detecta cuando estos valores superan los valores de referencia respecto a la media nacional.
El número de barrios vulnerables varía mucho de una ciudad a otra, concentrándose en su mayor parte, tanto en 1991 (33,42% de los barrios vulnerables), como en 2001 (38,81%), en seis ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Córdoba y Las Palmas de Gran Canaria.
La distribución de barrios y población vulnerables, sin embargo, ha variado entre ellas. Del reparto más equitativo de 1991, en el que el peso de Sevilla, Málaga y Las Palmas era muy similar y se distanciaba poco del de Madrid y Barcelona, a 2001, donde Madrid destaca muy por encima del resto. A continuación está Barcelona, que empeora su situación relativa tanto en el ranking del número de barrios vulnerables como en el de población vulnerable.
Entre estas cinco ciudades, que se encuentran entre las 12 mayores de 300.000 habitantes, según el censo de 2001, no aparecen, sin embargo, municipios como Zaragoza o Valencia, con un peso importante de población a nivel nacional.
El número de habitantes se presenta como importante, pero no determinante en la existencia y número de barrios vulnerables. De los datos de este estudio se desprende que las ciudades con mayor porcentaje de población vulnerable están mayoritariamente por debajo de 100.000 habitantes. Así, el mayor porcentaje de fragilidad en 2001, un 83,23%, se localizó en San Fernando de Cádiz, que no llega a 90.000 habitantes. En el análisis del año 1991, fue Sanlúcar de Barrameda, de poco más de 50.000 habitantes, la ciudad que tuvo mayor tasa de vulnerabilidad, con un de 87,97%.
Depauperización
De este proceso de empobrecimiento de ciertas zonas de las ciudades ya avisaba en 2013 Fernando Díaz Orueta, profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja, en una entrevista con Tendencias 21. A su juicio, las políticas urbanas de las últimas décadas han afectado a las periferias urbanas, al priorizar el crecimiento económico sobre otros factores.
Las soluciones que proponía eran: A corto plazo, la aplicación de planes de emergencia social; a largo plazo, tomar medidas como frenar la ocupación indiscriminada del suelo o aprovechar el enorme stock de viviendas vacías.
Para la investigación se tomaron tres indicadores que permiten caracterizar la vulnerabilidad urbana: tasa de paro, porcentaje de población analfabeta y sin estudios y carencias en las viviendas (sin agua corriente, wc, baño o ducha en 1991; y sin servicio o aseo, en 2001); a los que se añade un cuarto (tasa de inmigración) en la adenda de 2006. La vulnerabilidad se detecta cuando estos valores superan los valores de referencia respecto a la media nacional.
El número de barrios vulnerables varía mucho de una ciudad a otra, concentrándose en su mayor parte, tanto en 1991 (33,42% de los barrios vulnerables), como en 2001 (38,81%), en seis ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Córdoba y Las Palmas de Gran Canaria.
La distribución de barrios y población vulnerables, sin embargo, ha variado entre ellas. Del reparto más equitativo de 1991, en el que el peso de Sevilla, Málaga y Las Palmas era muy similar y se distanciaba poco del de Madrid y Barcelona, a 2001, donde Madrid destaca muy por encima del resto. A continuación está Barcelona, que empeora su situación relativa tanto en el ranking del número de barrios vulnerables como en el de población vulnerable.
Entre estas cinco ciudades, que se encuentran entre las 12 mayores de 300.000 habitantes, según el censo de 2001, no aparecen, sin embargo, municipios como Zaragoza o Valencia, con un peso importante de población a nivel nacional.
El número de habitantes se presenta como importante, pero no determinante en la existencia y número de barrios vulnerables. De los datos de este estudio se desprende que las ciudades con mayor porcentaje de población vulnerable están mayoritariamente por debajo de 100.000 habitantes. Así, el mayor porcentaje de fragilidad en 2001, un 83,23%, se localizó en San Fernando de Cádiz, que no llega a 90.000 habitantes. En el análisis del año 1991, fue Sanlúcar de Barrameda, de poco más de 50.000 habitantes, la ciudad que tuvo mayor tasa de vulnerabilidad, con un de 87,97%.
Depauperización
De este proceso de empobrecimiento de ciertas zonas de las ciudades ya avisaba en 2013 Fernando Díaz Orueta, profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja, en una entrevista con Tendencias 21. A su juicio, las políticas urbanas de las últimas décadas han afectado a las periferias urbanas, al priorizar el crecimiento económico sobre otros factores.
Las soluciones que proponía eran: A corto plazo, la aplicación de planes de emergencia social; a largo plazo, tomar medidas como frenar la ocupación indiscriminada del suelo o aprovechar el enorme stock de viviendas vacías.