Pintura (ca. 1800) de una ceremonia Sati de la India, en la cual una viuda se quema en una pira con el cadáver de su marido. La práctica está abolida legalmente pero se sigue practicando de forma clandestina. Autor: Desconocido. Fuente: Wikipedia.
En los últimos años se le ha dado mayor atención a la violencia contra las mujeres y niñas. Sin embargo, los niveles de violencia contra las mujeres –incluyendo violencia en la pareja, violación, mutilación genital femenina, trata de personas y matrimonios forzados– siguen siendo "inaceptablemente" altos, con graves consecuencias para la salud física y mental de las víctimas.
Estas son algunas de las conclusiones de una serie de nuevos estudios publicados esta semana en la revista The Lancet –algunos de ellos coordinados por especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, que apuntan cómo los conflictos y otras crisis humanitarias pueden exacerbar este tipo de violencia.
La serie ha sido publicada una semana antes de los 16 días de activismo contra la violencia de género, del 25 noviembre al 10 diciembre, una campaña promovida por varias ONG, como Amnistía Internacional.
Uno de los datos más llamativos es el número de niñas y mujeres (entre 100 y 140 millones) en todo el mundo que han sufrido una mutilación genital. Además, solo en África más de 3 millones de niñas corren el riesgo de esta práctica cada año.
Asimismo, otro dato alarmante, presentado en otro de los artículos, es que muchas de los 70 millones de niñas en todo el mundo que han estado casadas antes de cumplir los dieciocho años, lo han sido en contra de su voluntad.
Los autores de la serie argumentan que, aunque muchos países han hecho progresos sustanciales hacia la criminalización de la violencia contra las mujeres y han promovido la igualdad de género, “tanto gobiernos como donantes deben comprometer recursos financieros suficientes para garantizar sus compromisos verbales y que estos se traduzcan en un cambio real”.
“Incluso en aquellos lugares donde las leyes son progresistas, muchas mujeres y niñas siguen sufriendo discriminación, experiencias violentas y falta de acceso a la salud y a servicios jurídicos”, añaden.
Mucho por hacer
En el primero de los trabajos, los autores revelan que no se hace lo suficiente para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. A pesar de que los recursos han aumentado para apoyar la superación de sus secuelas, otra de las investigaciones sugiere que son necesarias acciones para hacer frente a la desigualdad de género y otras causas de esta violencia para prevenir todas las formas de abuso.
"Una de cada tres mujeres en el mundo sufrirá violencia sexual en su vida, lo que demuestra que debe hacerse una mayor inversión en prevención. Pero para marcar una diferencia real en sus vidas, debemos trabajar para alcanzar la igualdad de género y prevenir la violencia antes de que comience", explica Charlotte Watts, directora del Centro de Violencia de Género y Salud en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido).
"No existe una varita mágica capaz de eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Pero la evidencia nos dice que son posibles los cambios en actitudes y comportamientos, y que su erradicación puede lograrse en menos de una generación”, continúa.
Para los expertos de otro de los estudios, trabajar con los autores de la violencia (hombres y niños) y con las receptoras de esta (mujeres y niñas) resulta esencial para cambiar las normas sociales –profundamente arraigadas– en las relaciones de género y la creencia de que las mujeres son inferiores.
Sistema de salud
Una de las carencias en el tratamiento de la violencia es que a menudo esta es vista como un problema de justicia social y penal, y no como un problema de salud pública, pero el sistema de salud desempeña un papel crucial tanto en el tratamiento de sus consecuencias como en su prevención.
"Los proveedores de atención de la salud son a menudo el primer punto de contacto para las mujeres y las niñas víctimas de la violencia", explica a Sinc Claudia García-Moreno, médica experta de la OMS, encargada de coordinar la investigación y la política sobre la violencia contra las mujeres. “Su sensibilidad al respecto es clave a la hora de hacerle frente”.
Estas son algunas de las conclusiones de una serie de nuevos estudios publicados esta semana en la revista The Lancet –algunos de ellos coordinados por especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, que apuntan cómo los conflictos y otras crisis humanitarias pueden exacerbar este tipo de violencia.
La serie ha sido publicada una semana antes de los 16 días de activismo contra la violencia de género, del 25 noviembre al 10 diciembre, una campaña promovida por varias ONG, como Amnistía Internacional.
Uno de los datos más llamativos es el número de niñas y mujeres (entre 100 y 140 millones) en todo el mundo que han sufrido una mutilación genital. Además, solo en África más de 3 millones de niñas corren el riesgo de esta práctica cada año.
Asimismo, otro dato alarmante, presentado en otro de los artículos, es que muchas de los 70 millones de niñas en todo el mundo que han estado casadas antes de cumplir los dieciocho años, lo han sido en contra de su voluntad.
Los autores de la serie argumentan que, aunque muchos países han hecho progresos sustanciales hacia la criminalización de la violencia contra las mujeres y han promovido la igualdad de género, “tanto gobiernos como donantes deben comprometer recursos financieros suficientes para garantizar sus compromisos verbales y que estos se traduzcan en un cambio real”.
“Incluso en aquellos lugares donde las leyes son progresistas, muchas mujeres y niñas siguen sufriendo discriminación, experiencias violentas y falta de acceso a la salud y a servicios jurídicos”, añaden.
Mucho por hacer
En el primero de los trabajos, los autores revelan que no se hace lo suficiente para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. A pesar de que los recursos han aumentado para apoyar la superación de sus secuelas, otra de las investigaciones sugiere que son necesarias acciones para hacer frente a la desigualdad de género y otras causas de esta violencia para prevenir todas las formas de abuso.
"Una de cada tres mujeres en el mundo sufrirá violencia sexual en su vida, lo que demuestra que debe hacerse una mayor inversión en prevención. Pero para marcar una diferencia real en sus vidas, debemos trabajar para alcanzar la igualdad de género y prevenir la violencia antes de que comience", explica Charlotte Watts, directora del Centro de Violencia de Género y Salud en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido).
"No existe una varita mágica capaz de eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Pero la evidencia nos dice que son posibles los cambios en actitudes y comportamientos, y que su erradicación puede lograrse en menos de una generación”, continúa.
Para los expertos de otro de los estudios, trabajar con los autores de la violencia (hombres y niños) y con las receptoras de esta (mujeres y niñas) resulta esencial para cambiar las normas sociales –profundamente arraigadas– en las relaciones de género y la creencia de que las mujeres son inferiores.
Sistema de salud
Una de las carencias en el tratamiento de la violencia es que a menudo esta es vista como un problema de justicia social y penal, y no como un problema de salud pública, pero el sistema de salud desempeña un papel crucial tanto en el tratamiento de sus consecuencias como en su prevención.
"Los proveedores de atención de la salud son a menudo el primer punto de contacto para las mujeres y las niñas víctimas de la violencia", explica a Sinc Claudia García-Moreno, médica experta de la OMS, encargada de coordinar la investigación y la política sobre la violencia contra las mujeres. “Su sensibilidad al respecto es clave a la hora de hacerle frente”.
Cinco acciones clave
La serie de artículos insta a los responsables políticos, profesionales de la salud y donantes de todo el mundo a acelerar los esfuerzos para abordar la violencia contra las mujeres y las niñas mediante la adopción de cinco acciones clave.
En primer lugar, los gobiernos deben asignar recursos necesarios para hacer frente a la violencia contra las mujeres como una prioridad, reconociéndola como una barrera para la salud y el desarrollo.
En segundo lugar, han de modificarse las estructuras discriminatorias (leyes, políticas, instituciones) que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres y la crianza con violencia.
En tercer lugar, se debe invertir en la promoción de la igualdad, los comportamientos no violentos y en el apoyo no estigmatizado a los supervivientes.
En cuarto lugar, reforzar el papel de la salud, la seguridad, la educación, la justicia y otros sectores mediante la creación y aplicación de políticas para la prevención y la integración de dicha prevención y la respuesta de la violencia en los esfuerzos de capacitación.
Por último, se debe apoyar la investigación para tener conocimiento sobre qué intervenciones son eficaces y cómo convertir las pruebas en acciones efectivas.
"Ahora tenemos algunos resultados prometedores para mostrar qué funciona para prevenir la violencia”, señala la coordinadora de la serie, Cathy Zimmerman, experta también de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. “Nuestro próximo desafío es ampliar esta evidencia a muchas más formas de violencia. Esto es urgente para que las mujeres y las niñas puedan vivir libres de violencia".
La serie de artículos insta a los responsables políticos, profesionales de la salud y donantes de todo el mundo a acelerar los esfuerzos para abordar la violencia contra las mujeres y las niñas mediante la adopción de cinco acciones clave.
En primer lugar, los gobiernos deben asignar recursos necesarios para hacer frente a la violencia contra las mujeres como una prioridad, reconociéndola como una barrera para la salud y el desarrollo.
En segundo lugar, han de modificarse las estructuras discriminatorias (leyes, políticas, instituciones) que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres y la crianza con violencia.
En tercer lugar, se debe invertir en la promoción de la igualdad, los comportamientos no violentos y en el apoyo no estigmatizado a los supervivientes.
En cuarto lugar, reforzar el papel de la salud, la seguridad, la educación, la justicia y otros sectores mediante la creación y aplicación de políticas para la prevención y la integración de dicha prevención y la respuesta de la violencia en los esfuerzos de capacitación.
Por último, se debe apoyar la investigación para tener conocimiento sobre qué intervenciones son eficaces y cómo convertir las pruebas en acciones efectivas.
"Ahora tenemos algunos resultados prometedores para mostrar qué funciona para prevenir la violencia”, señala la coordinadora de la serie, Cathy Zimmerman, experta también de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. “Nuestro próximo desafío es ampliar esta evidencia a muchas más formas de violencia. Esto es urgente para que las mujeres y las niñas puedan vivir libres de violencia".
Referencia bibliográfica:
Varios artículos y autores. Violence against women and girls. The Lancet (2014).
Varios artículos y autores. Violence against women and girls. The Lancet (2014).